Armas Secretas: Hablemos de Tiempos y Ritmos
Y esta es la sorpresa para el día de Nochebuena. Una revelación para vuestras relaciones. Una nueva Arma Secreta que, estoy seguro… Hará vuestras delicias.
Este en concreto, es un punto conflictivo. Desde hace algún tiempo llevo observando que en muchas conversaciones y en algún foro se está hablando o comentando acerca de los tiempos y ritmos de las personas y da la sensación que es un concepto que se utiliza un poco a la ligera y de forma que se puede llegar a malinterpretar.
Desde mi punto de vista, este asunto se refiere principalmente al tiempo que necesita una persona para llegar a dar ciertos pasos dentro de las relaciones personales, tiempos estos que son diferentes para cada persona; tan sólo porque las personas son diferentes entre sí. Hasta aquí nada nuevo, la verdad sea dicha. Pero a veces hay que ser el Capitán Obvio. 😉
Las diferencias en estos tiempos pueden deberse a muchos motivos: desde la educación que se ha recibido hasta las inseguridades personales de cada uno; o la situación en la que se encuentre en ese momento. Hay muchas variables en esto, pero un sólo hecho común y constante:
ES ALGO QUE PUEDE -Y SUELE- OCURRIR, Y ES DESATENDIDO CON FRECUENCIA. ESTO SUELE LLEVAR A CONFLICTOS Y MALESTAR.
Si cuando tenemos intención de llevar a cabo cualquier clase de interacción con una persona (sobre todo cuando se trate de una relación que requiera cierta intimidad) no tenemos en cuenta estos tiempos, nos podemos encontrar con un portazo en las narices.
Mientras que si, por el contrario, no sólo lo tenemos en cuenta sino que también le prestamos atención… Lo que casi seguramente sería un rechazo rotundo y absoluto se puede llegar a convertir en todo lo contrario: se puede transformar en la chispa que haga que se rompan todas las barreras entre las dos personas implicadas.
Para lograr esto, la base primordial es la paciencia y una aceptación incondicional de los ritmos propios y ajenos, puesto que sin ello ni siquiera hay un terreno común desde el que construir nada. Es necesario sobre todo por parte del miembro de la pareja que tenga unos ritmos más rápidos, porque en definitiva va a ser el/la que tenga que esperar más veces al más calmado (aunque el otro miembro también ponga de su parte para acelerar un poco sus tiempos, siempre es más difícil esperar).
Cuando hablamos de esperar (prevengo, por si acaso) nos referimos a no forzar la situación para acelerarla de forma inadecuada, ya que esto puede dar la sensación a la otra persona de precipitación e inseguridad; y con esto causar unas dudas que en un principio, no se tenían o no existían.
Por mucho que joda reconocerlo, esto no deja de ser así. Y no siento nada decirte que todos hemos estropeado alguna vez –o más de una– las cosas con alguien que nos importaba mucho por no saber entender y respetar sus tiempos, sus ritmos y sus necesidades… Pero sí que siento que así fuera, y por eso, escribí esto.
Para nuestro gozo, tenemos algo de luz que compartir en este asunto.
Que una persona tenga tiempos diferentes a otra no quiere decir que la relación entre ambas no vaya a funcionar; ni tampoco que la persona que tiene los tiempos más rápidos se olvide y pase a otra cosa porque la otra persona implicada no tenga interés.
Sí que es cierto que la persona que tenga tiempos más rápidos es conveniente que tenga claro lo que quiere llegar a tener con la otra persona, porque lo que es evidente es que si quiere algo totalmente distinto y las circunstancias no tienen tiempo para fraguarse y transformarse en algo compartido, la historia no va a funcionar.
Debería bastar con alimentar la ilusión por compartir tiempo y Vida, y con el bienestar en común… Sin dar esperanzas en falso, sin hacer pasar las cosas por lo que no son.
Eso se da por supuesto más veces de lo que es conveniente… Así que lo recalco necesariamente. Pero si sucede, digamos, que lo que uno quiere es empezar una historia que tal vez se convierta en algo más serio, si todo sigue su curso natural y/o si realmente hay un interés y una compatibilidad para ello… Comprender y respetar los tiempos y ritmos sería algo que deberíamos tener en cuenta desde el minuto cero; ya que puede llegar a hacer que crezca una mayor confianza entre los dos. Y graciosamente, suele ser un gesto intuitivo que nos sale sin pensar voluntariamente en ello. Si le ponemos empeño, aunque sea con cierta torpeza, estaremos teniendo uno de los gestos más elegantes que podemos brindarle a nuestra vida y quienes la comparten con nosotros. Y si te preocupa cagarla, piensa que la torpeza puede diluirse con el tiempo y descálzate.
Así que, la conclusión es que es necesario ser conscientes de que cada persona es diferente y por tanto tiene tiempos diferentes, y si esa persona que difiere en tiempos contigo realmente te interesa; tendrás que tener en cuenta sus ritmos para no forzar la situación y en definitiva, para no meter la pata. A veces hay que tener en cuenta otras cosas aparte de un@ mism@, gentecilla. 😉
La mejor forma de poder llevar esto a cabo es siendo paciente (aunque cueste mucho), hacer que la otra persona vea y sienta la situación de forma natural, y hacer que se sienta cómoda y confiada; y al final todo surgirá como debe ser.
Es como si se tratase de una rosa cuando está en forma de capullo: si quisiéramos verla abierta no se nos ocurriría abrirla a la fuerza por la impaciencia, porque sabemos que si lo hacemos corremos un alto riesgo de estropearla y hacer que todos los pétalos se caigan, mientras que si le dejamos seguir su curso natural, en unos días tendremos una rosa maravillosa, abierta, en todo su esplendor y con todos sus pétalos intactos y resplandecientes.
No sé tú, pero yo no estoy dispuesto a estropear ninguna rosa.
Kheldar
Como casi siempre pasa con estos temas hay que coger algunas cosas con pinzas para evitar las malinterpretaciones, y me refiero sobre todo a este párrafo:
«La mejor forma de poder llevar esto a cabo es siendo paciente (aunque cueste mucho), hacer que la otra persona vea y sienta la situación de forma natural, y hacer que se sienta comoda y confiada; y al final todo surgirá como debe ser.»
Hacer que tal, hacer que cual, ser paciente aunque cueste…
Jamás hay que olvidar dos cosas:
1. Esto siempre es cosa de dos. Está muy bien entender que la situación de otra persona sea diferente, que le cueste algo más dar ciertos pasos… Pero ey, igual que tú debes ser paciente con esa persona, porque sabes que su ritmo es distinto, ella lo ha de ser contigo teniendo en cuenta esto mismo. Igual que tú puedes adaptar tu ritmo natural un poco hacia el suyo, ella también debería hacer lo mismo (hablando de un ideal, por supuesto). Como digo esto es cosa de dos y hay que pensar en si realmente tu esfuerzo y lo que apuestas por esa situación está siendo igual o similar por su parte también, o si simplemente estás haciendo un poco «el tonto» y la otra persona no sabe realmente lo que quiere, o simplemente se está agarrando a «un clavo ardiendo», etc…
2. Nunca, jamás de los jamases, debes modificar tu comportamiento para agradar a una persona. Piensa que tu personalidad, forma de ser, valores, principios, etc es algo por lo que has trabajado y debes trabajar por ti mismo, para ti, y porque tú lo consideras adecuado de esa manera. Así que jamás tires eso por la borda. Jamás modifiques pautas de tu comportamiento por UNA persona en concreto, cada uno es como es y debes gustarle por cómo eres. Si modificas algo en ti que sea por TI mismo, no por esa chica que tanto te gusta.
Pienso que son puntualizaciones importantes a tener en cuenta para evitar ciertas malinterpretaciones.
Un saludo!
Hola!!
Estoy totalmente de acuerdo contigo Jabba en que estos temas, los que se refieren a las relaciones personales, hay que cogerlos con pinzas para evitar malinterpretaciones, de ahí que Kheldar haya intentado dar una explicación clara y sencilla al respecto.
Por otra parte, en relación a los puntos que has señalado, me gustaría decir que estoy de acuerdo y, por lo que he entendido yo del escrito, me atrevería a decir que Kheldar también, ya que tu primera puntualización es lo mismo que comenta él en el párrafo:
«Para lograr esto, la base primordial es la paciencia, sobretodo por parte del miembro de la pareja que tenga unos ritmos más rápidos, porque en definitiva va a ser el/la que tenga que esperar (aunque el otro miembro también ponga de su parte para acelerar un poco sus tiempos, siempre es más difícil esperar).»
Y con respecto a la segunda puntualización, no creo que en ningún momento se haya dicho que tengas que comportarte o actuar de manera diferente a como eres, o que tengas que cambiar tu personalidad o forma de ser, solo que cuando se trata de una cosa de dos (como tú bien has comentado) siempre hay que intentar amoldarse a la otra persona (y la otra persona a ti, claro está) y eso es algo que hacemos todos, pero eso no implica que cambies tu forma de ser, desde mi punto de vista.
Saludos!!
Y la energía psíquica me trae a esto. A penas llevo leído una parte, pero no me aguanto de comentar. Este artículo es profundo y muy importante. Esto de la intimidad es un punto crucial y necesario para que la relación justamente fluya. Y creo que el problema principal se basa en la falta del Intenso Realismo. Queremos que tal o cual cosa sea así, y cuando lo sea, podamos actuar. Creo esta es una vertiente del despreocuparse del cómo, y sí del qué… aunque muy rara a decir verdad. A mi este tema me escama mucho.
Esa intimidad puede llegar a un punto en que te sientes, una de dos -o las dos-: muy cómodo con el momento y dejas la cosa así, o muy temeroso por querer hacer algo y por ello cagarla –quedarte en blanco para los romances-. Puedes espetarle a una chica a tu lado: «dejemos esto, besémonos…» con voz dominante y blablabla: pero aquí entra la probabilidad; ella puede acceder a ello, o darte una cachetada directa en el hocico y largarse a sabrá su madre.
Además, el sutemi-waza aparece aquí. Y esto no viene a demostrar una vez más que la seducción no es más que el arte de no chingar la magia que ya está entre nosotros. Y llega un punto en que no quieres que esa comodidad se vaya. Tenemos que sacrificar algo de igual valor para obtener otra cosa a cambio. Pero… esto no siempre es exacto o seguro. Igual tu puedes meter la pata hasta el fondo y no hay vuelta atrás. Solo Dios sabe lo que hubiera pasado -o lo que no-.