Hay ocasiones en las que hablarle a alguien sobre ciertos temas produce precisamente resultados contrarios a los que deseabas. Tal fue la sorpresa que me llevé al presentar el texto Odiar es demasiado sencillo en un foro dedicado a recuperarse de rupturas amorosas y otros menesteres (este sin tintes industriales, aunque algunos usuarios mencionan a Fabio Fusaro y a algún par de estafadores de la mafia del pick-up cuyos apodos pienso ahorrarme).
Lo hice compartiendo el siguiente mensaje junto al enlace:
Ayer tuve una conversación bastante intensa que me llevó a escribir un post ciertamente largo. Normalmente desaparezco de mi blog en verano, pero esta vez hubo que hacer la excepción. Parte de las ideas vertidas vienen de mi participación aquí, por lo que pensé en compartir en este foro un mensaje que dejé ayer por la tarde en Facebook para hablar de este post.
Dije:
Hace años, cierto chico le preguntaba a una chica qué diferencia había entre lo que yo le dije a ella, y lo que él le dijo. “Elegancia”, contestó. “Él no me inspira rechazo por sus formas”, añadió. Tal vez si ella hubiese decidido mirar un poco más allá, hubiese encontrado a un chico vulnerable que no sabía expresarse de otra manera y le hubiese dado una oportunidad… Además de ayudarle a encontrar un modo que le sirva y represente mejor.
Tal vez él debía revisar si sus formas nacían de la apreciación o del deseo de posesión… Y si, en algún sentido, también se estaba guiando a través del rechazo por no mirar más allá (de sí mismo, de lo que da y recibe, de todo)… Y ver en qué se estaba fallando a sí mismo.
Me comentaron que esta apreciación no quedaría mal dentro del texto en sí mismo… Pero no la hice por eso.
La hice por evitar mencionar directamente a personas que se preguntan qué coño les pasa a los demás, cuando el problema son ellos. O su actitud. O su trato hacia los demás. O su falta de empatía y honestidad. Demasiado tienen ya con la pérdida que se provocan siendo así, como para hacerles sentir culpables por ser como son.
Así que, en resumen, es un texto para quien se pregunta cómo dejar de perder a las personas… O al menos, a quien te aprecia y valora pero se tiene que apartar (de ti, o de mí) por ser una influencia tóxica.
La solución es un tetrafármaco: conocerse a uno mismo, aceptarse como se es, expresar lo que somos/creemos/deseamos, y amar(nos) incondicionalmente.
Aunque suene abstracto, es un proceso muy sencillo. Uno comienza a buscar en sí mismo y no en lo de fuera, por ser lo que más cerca está. Acepta lo que encuentra y no lo rechaza, porque así jamás puede transformarlo en algo positivo ni cambiar a mejor. La forma más rápida y sencilla de cambiar algo es expresarlo (no en vano en todas las historias sobre videntes se dice que el futuro cambia sólo con hablar de ello)… Y tomar decisiones productivas; como la de ofrecer amor, honestidad y perdón de manera incondicional. Por uno mismo, porque nos hace bien.
No voy a traer el contenido aquí para que Google no penalice ni a mi web ni a este foro. Pero dejo un enlace para los interesados:
Odiar es demasiado sencillo, un post de La Vida es Fluir.
Si tenéis tiempo y ganas de conocer una perspectiva y a uno de los nuevos habitantes del foro, acompañadme en dicha lectura.
Un fuerte abrazo.
Uno esperaría que, en un sitio así, se comprenda la importancia de no odiar a tu ex pareja ni a ti mismo, y más aún, la de no proyectar ese sentimiento hacia tus futuras relaciones con el sexo deseado…
Pues no. La única reacción pública que obtuve por ahora (puesto que hubo otras más positivas en privado) fue esta:
El odio es un sentimiento radical que es demasiado negativo para albergar nada bueno, es ira acumulada, hay que buscar el origen, ya sea un trauma u otro tipo de patología, por lo que hay que hacer una labor de introspección. Cuando ese odio se canaliza a una persona, normalmente es porque esa persona ha desencadenado el desencuentro y es el receptáculo, o tiene algo que el que proyecta ese sentimiento, desea, anhela, etc… La sociedad genera deseos, y los deseos se programan. Si no sales de esa programación y te reprogramas, terminas siendo parte de ese conjunto manipulado para comprar, querer, etc. lo que le dictan, no lo que le conviene.
Tu amigo Michael, bueno, actúa como una persona que trata de ayudar pero no sabe, que es casi peor como no ayudar.
Su amiga, tiene una carencia espectacular, que afecta a muchas mujeres y hombres: autoestima. Utiliza el comportamiento propio que ha conocido, sexo por afectividad. Al final sale engañada, frustrada y con complejo de “fulana”, sintiéndose todavía peor.
Los comentarios de esos justicieros emocionales que leyeron el tema de tu amigo Michael y “pasaban por allí”, actuaron siguiendo sus prejuicios y complejos, proyectando un aura de maquiavélica e innecesaria ceremonia de “vamos a matar al mensajero”. Total, que tenemos a un hombre que ayuda (malamente), y acusan a la mujer de no fijarse en él. Pues no, los sentimientos no se pueden crear, la lógica puede decir que esa chica ganaría si se fijara en hombres así, pero sus sentimientos no se aplican con lógica, porque es imposible. Esa es la realidad, el corazón siente y el cerebro piensa, y ambos no se comprenden.
El ego es algo común a nuestra sociedad. Tratamos de sobresalir y sentirnos el centro de atención, no podemos ser uno más, debemos ser el sobresaliente… error. Luego por eso surgen los desencuentros, el choque de egos.
Odiar no es fácil, no nos equivoquemos, odiar es un error y su producto es una vida frustrada.
Si tú también te has quedado de piedra, y quieres saber cómo reaccioné ante esta demostración de fatalismo y fanatismo, sigue leyendo. Desde ya te aviso que fue una respuesta larga y algo enrevesada… Muy en mi onda. Y te comento también que hasta el momento de escribir esto el otro usuario ha evitado contestar, cosa que puede que cambie. [Leer más…] acerca de Romper los espejos es más fácil de palabra que de obra