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Honestidad Radical, como siempre.

Todavía no comprendo del todo ese ligero impulso que me acomete, de escribir para ayudarme a vaciar la mente. En cierto modo me recuerda a un desorden compulsivo que lleva al que lo sufre a escribir y escribir y escribir; generalmente a mano y en sí acerca de una misma cosa, enfática y repetitivamente.

Un ejemplo de esto lo pude ver en una serie, la escena era una confesión a la Policía donde el sospechoso terminaba escribiendo obsesivamente la frase «lo maté porque me plagió»… Bueh, el texto de hoy es algo así como «biográfico».

En mi caso estoy seguro de que no es un desorden compulsivo. Como el que lleva a algunos a decir que son «infalibles» relacionándose con los demás, y que gustan a todo el mundo. O a creerse más interesantes y atractivos por comportarse de maneras totalmente exageradas, fingidas y sacadas de contexto.

La verdad es que yo llevo mucho tiempo invirtiendo en mi propio desarrollo y crecimiento personal, mucho tiempo puliendo mis habilidades sociales. Y aun con eso, NO soy infalible. Ni tampoco me ligo a todas las mujeres. Quien dice que se las liga a todas, o bien oculta sus fracasos o deja de reconocer que en efecto los tiene…

Es un embustero. Y ese no es su peor problema, sino tal vez el depender de una aceptación basada en ese engaño tan oportunamente urdido. Adivina: de esos abundan. Y no sólo es que abunden, es que se cuelgan el cartel de maestros y gurús, de expertos y blablablabla. Fingiendo ser algo y tratando de dar una imagen a toda costa… Convirtíendose en un «producto que vender», a sí mismos y al resto.

Quiero contaros un pequeño apartado de mi vida, del que me siento especialmente orgulloso porque resulta que a base de experimentar por mí mismo me dí cuenta de primera mano del daño que pueden hacer ciertas cosas y más en mano de determinadas personas. Profundicemos en la historia:

Todos saben que conozco la comunidad/industria de la seducción (ligue en realidad) desde hace 7 años, tantos como llevo usando Internet en casa. También coincide con la cantidad de años que llevo siendo activo a nivel sentimental y sexual (buscando «algo más con las chicas»).

Tal vez una cosa que no todo el mundo sabe, es que yo he llegado a poner en práctica todos los métodos de seducción que he llegado a conocer. He probado a Mystery, he probado a DeAngelo, a Juggler, a Swinggcat, a Gunwitch. Incluso he probado la versión recopilatoria de toda la rama angloparlante de la industria promulgada por Mario Luna. Y, sí… Tuve un éxito brutal. Pero con una gran diferencia que paso a comentaros ahora.

La gran diferencia a la que me refiero es… Que nunca hice las cosas exactamente como las explicaban ellos, y busqué voluntariamente una entrega, una implicación, y un beneficio mutuo. En vez de «creerme un premio», «premiar su buena conducta», «castigarla cuando hace algo que no me gusta», «buscar indicadores de interés o desinterés», y otras cosas en esa onda… Yo me dedicaba a divertirme, dejarme llevar y sumergirme en la corriente del momento. A menudo me daba por ensayar con rutinas, estrategias varias y etc.

Y me dí cuenta de que ellas, por sí mismas, no sirven para nada ni funcionan realmente. Era yo el que estaba consiguiendo que algo así funcionase, por ese «algo» que irradiaba. A ese algo hoy me lo describen como «una seguridad en ti mismo que al mismo tiempo da asco y envidia». Y un descaro descomunal, por cierto.

No tardé mucho tiempo en refutar mi idea sobre esto, y cada vez me distancié más de estas ideas a las que nunca llegué a abrazar completamente. Y agradezco ese golpe de cordura y buen juicio que me recomendó no hacerlo.

Es por eso que, desde entonces…

Me paso la vida pregonando sobre honestidad, ética y moralidad… Y me satisface enormemente ver como con ello mis allegados y la gente que me escucha, salen beneficiados. Me gusta pensar que donde algunos procuran crear un rebaño uniforme de personas alucinadas por sus movidas, e inadaptadas a la sociedad…

Me gusta que mis ratos de esparcimiento, mi trabajo vocacional y mis esfuerzos… Tengan como resultado un bien altruista que ayuda a cambiar realmente a quien tiene ojos para ver, oídos para escuchar e instinto que lo guíe. Aconsejar a otros desde mi propia experiencia y con auténticas opciones en vez de inventos comerciales, sirve.

Antonio fue de los primeros en decir que no doy nada mascado pero el nivel de exigencia es directamente proporcional al nivel de habilidad del sujeto. Aunque también hay quien habla maravillas de mis baños de realidad, mis verdades como puños, algún que otro exabrupto donde me da por soltar verborreas de campeonato…

También hay personas que piensan que tengo un odio y un rechazo irracional e injustificado a los de la industria. No les deben bastar mis motivos supongo, o no los ven como válidos. Peor para ellos, oye. No soy yo, el que se va a pasar la vida frustrado y resentido con las mujeres, pensando que no valgo para nada y soy un mierda mientras intento dar el pego como un tipo valioso, atractivo, interesante, etc.

No falta tampoco quien me ve como un resentido, un amargado, o insiste en decir que estoy traumatizado y muerto del asco. Esto es lo menos común que me ocurre pero actualmente tengo un fan muy cariñoso, en este sentido. Realmente me conoce bien poco y se cree con derecho para afirmar cosas arbitrariamente sobre mi, porque le he desmontado el mito de la industria del ligue.

A mi me va bien que digan lo que les apetezca porque aunque se empeñan en ensuciar mi imagen… Me están haciendo conocido. Y realmente me importa poco si la motivación que les mueve es ver sus convicciones y creencias derribadas desde la misma base sin apenas esfuerzos ni consideraciones.

No soy muy amigo de andar con medias tintas, con oportunismos y mentiras piadosas. Todo el mundo sabe lo que no me gusta y por qué no me gusta. Lo que está equivocado, lo que carece de sentido, sensibilidad, implicación, propósitos y realidad… No me gusta nada.

Lo que dicta hacer lo que a uno le venga en gana pero no enseña también a responsabilizarse de uno mismo y los propios actos, a tener conciencia, moral y ética… No me gusta. Lo que enseña a despreciar a los demás por no responder a nuestros intereses en el modo que nos gustaría y en el momento que queremos, no me gusta. Lo que enseña a perderse el respeto a uno mismo, abandonar lo que uno es y tratar de convertirse en una suerte de utopía mercantil… No me gusta.

Y podría pasarme días así pero paso. No voy a hacer más sangre con este tema.

Aquí os dejo, mi querido público, otro retazo más de mi persona.

Kheldar

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