Segundo error: Abrir la boca para soltar mierda
Un error en el que recae la gente cuando llevan una relación es el de criticar o hablar mal de las personas existentes en la vida y el círculo de su pareja. Esto de hecho pasa a veces hasta sin ser pareja, por el simple hecho de querer llevar la voz cantante.
Pues hablan mal de la gente… O incluso de la propia pareja.
Pensad una simple cosa. Respecto a personas que probablemente ni siquiera conozca el otro, como para desahogarse un poco si que vale, pero tampoco tienes que soltarle un quintal de mierda a la otra persona sobre cualquier otro, conocido o no.
Esto se ve por ejemplo cuando una mujer tiende a hablarle a su chico de lo «perjudicial y malsano» que es su mejor amigo. Para ellas, ese colega que ha estado en todos nuestros mejores y peores momentos, el que nos ha cruzado la cara si ha hecho falta y también ha hecho lo imposible para que no nos la partan…
No es sino, un borracho, haragán y mujeriego que sólo se preocupa de salir de copas y te lleva por el mal camino, que no te deja en paz a solas con ella y «nunca» la invita a acompañaros y compartir la diversión. En resúmen, el que la hace bufar de indignación, cual gata celosa clamando «me quiere robar tu cariño, lo sé».
Creáis que no, una persona (salvo en casos muy raros, que también me ha ocurrido, a mi y a todos) sabe cuándo otra persona es perjudicial para sí mismo, para su vida y sus quehaceres y todas esas historias que tanto preocupan a la pareja. Hablar mal de otra persona probablemente solo traiga a flote las ganas de saltar en su defensa, y el resultado será una discusión estúpida por no dejar que cada cual decida con quién le conviene ir.
Y lo mismo se aplica a la pareja. ¿Créeis acaso que a cualquiera le gusta que por cualquiera que sea el motivo se salte a gritos e increpancias y haya una bronca?
Que él venga cansado y no sea capaz ni de entrar a ducharse no significa que sea un guarro. Que ella salga de fiesta con las amigas y venga con unas copas de más no la hace una borracha. Y así un largo etcétera.
Soluciones… Hacer un poquito por mantener el órden y que no haya cosas que recriminar. Y no dejarse llevar por los miedos, cualquiera que fuese su origen y clase… O pensamientos oscuros de esos que se cruzan cuando temes perder.
Y este enlazará con el noveno error, ya descubriréis por qué.