Todo comenzó con mi ascenso reciente a las filas de los Amorati, una agrupación de personas dedicadas al más noble arte: amar y celebrar la vida, la belleza y todo aquello que representan ambas (lo cual consideran unificado en la interacción entre hombres y mujeres, y en concreto, en la acción de la mujer sobre el mundo).

Quien me conoce desde hace tiempo sabe que ha sido el hecho de que yo conociera y me dedicase a este arte por mi cuenta el que guió mis pasos hacia esta hermandad, y no al revés… Todo ello facilitado por un amigo a quien tengo mucho que agradecerle.
En el círculo Amorati comparto reflexiones y conversaciones con personas auténticamente apasionadas y sensacionales… Y uno de ellos trajo a colación la siguiente situación:
Estaba en una cita con una preciosa mujer, que me miró y me dijo “¿Sabías que a una mujer le toma dos meses enamorarse de un hombre?”. A lo que yo respondí “¿De veras?”, y ella replicó “¡Claro! Búscalo en Google”. Pensándolo, parece que cuadra con mis experiencias…
Pero el pensamiento que llenaba mi mente era “Qué afortunadas son las mujeres por tener dos meses para considerarlo, en tanto que yo escojo enamorarme de ella en el mismo instante que la veo…”
En el mismo momento en que fui consciente de las palabras de esta persona, no pude ni quise evitar iniciar una pesquisa en mis recuerdos y experiencias… Y me sorprendí gratamente al encontrar que a mí también me ocurre.
Somos de países y culturas diferentes, y sin embargo, este mismo hecho es común. A pesar de residir en lugares muy apartados, y de tratar probablemente con personas que guardarán poco o ningún parecido… O tal vez todo lo contrario.
La naturaleza de mi mente ya la conocéis… Es fluir y darle vueltas a las cosas hasta cuando ya no tiene sentido hacerlo más. Y por eso, continué considerando esta cuestión, y encontrando conexiones de lo más diversas con muchos aspectos cotidianos. [Leer más…] acerca de La fortuna de tener un plazo de gracia