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El éxito, el fracaso; y su interpretación subjetiva

A raíz todos mis cursos de sexualidad y lifestyle para hombres, y en concreto del intensivo de verano que suelo impartir en Murcia; he tenido la ocasión de ordenar a menudo mis ideas sobre la subjetividad del éxito y el fracaso.

Ademas tuve la aportación de los propios asistentes en torno a este tema; con lo cual mejor todavía.

Me he dado cuenta de que doy/entrego/explico las cosas de tal manera que no evito ni enmascaro el fracaso ni el rechazo. No trato de suavizarlo, ni de inculcar la idea de «inmunizarse» o de «estar por encima» de ello.

Sin embargo, entre las «lunas americanas», que es la manera de aludir a todo un subgrupo sin mencionar a nadie en concreto que apareció durante el curso… Es muy frecuente la costumbre de evitar enfrentarse a la realidad de un fracaso y un rechazo.

Lo endulzan y lo suavizan de mil formas; a pesar del tremendo resentimiento (y mayor desconocimiento) hacia las mujeres, o quienes les rechazan en general, que muchos denotan.

Si te dicen que un camino te lleva al éxito y otro al fracaso, ¿harías caso de la señal? ¿O cuestionarías el criterio usado?


Ya no solo es que no entiendan o no respeten los tiempos, ritmos y necesidades ajenas como dijimos hace tiempo en esta misma casa…

Es el hecho de que no se respetan a si mismos.

No respetan su derecho a fracasar, a intentar algo y fallar. En consecuencia muchos acaban por intentar algo solamente cuando tienen la certeza -casi- absoluta de que tendrán éxito…

O bien no actuarán (se privarán a propósito de hacer lo que quisieran) para adelantarse a un eventual rechazo y negar que ocurra, impedir que se produzca ese rechazo.

En cambio, se puede decir que en lo que a mí respecta, y como se pudo observar en algunos otros ponentes; el fracaso y el rechazo son cosas que abrazamos.

Tan sólo porque son la realidad ineludible cuando te enfrentas al hecho de tratar de conocer a personas que no conoces previamente; y de paso tratar de conseguir que pasen de desconocidos/as a ser amantes y amigos/as.

En esta vida no podemos controlarlo todo, aunque nos dejemos la piel intentándolo…

Es una cuestión sencilla en la que no cabe lógica alguna. Y muchos me la discuten diciendo que si hacen X cosa obtienen Y resultado casi siempre.

Pero, pensando fríamente, se puede extraer una conclusión lógica de por qué hay éxitos al hacer esto. Ahí va:

Haces que SIENTAN cosas agradables, les transmites EMOCIONES deseables. Hay COMODIDAD en tu presencia y al no sentirse juzgados sin necesidad o puestos a prueba, aparece la CONFIANZA.

No hay mayor misterio en ello.

El sencillo detalle de recibir una bofetada incluso, ya es un punto a favor tuyo por haber producido una respuesta emocional en una persona desconocida.

El éxito social está escondido en producir esas respuestas emocionales de un modo fructífero y provechoso. Adecuado y respetuoso, sutil y elegante; pero no por ello antierótico.

En otras palabras, está en vivir la magia de la seducción real… Y no lo que nos quieren hacer tragar por la fuerza, llamando «negocio local» a la seducción.

Demos por hecho que hemos recibido un fracaso, o un rechazo sonoro del que podemos aprender.

Que, como le pasaba a un antiguo conocido y alumno mío, casi todas las ocasiones en que lo intentaba o le abofeteaban o le echaban una bronca impresionante. O también pensemos en aquellos que tienen amigos que definen como naturales (pongamos por ejemplo a un chico guapo de rasgos exóticos y que trabaje de modelo) y a los que intentan emular.

Cada cual de estos casos tiene su respuesta emocional particular.

El guaperas del amigo, probablemente no necesite hacer nada más que aprender a aprovechar las ocasiones que se le presentan solas. La gran mayoría de las veces no necesita nada salvo sexualizar el asunto.

Y se da el lujo de hacerlo de una forma que a su amigo el que trata de imitarlo, le cuesta comentarios del tipo «cerdo, salido, payaso, subnormal»… Y alguna que otra bofetada.

¡Pero no vale de nada que intentes imitar a otros para conseguir tus propios éxitos!

Dado que cada uno de nosotros tenemos nuestra propia realidad y nuestras propias circunstancias, el intentar asumir la realidad de otros (sea imitando, modelando o como lo quieras llamar) no va a servir nada más que para demostrar incongruencia extrema y espolear a los demás a rechazarnos.

Sumemos que encima no sabemos enfrentarnos a ese rechazo, que ya es una respuesta emocional y algo beneficioso (ya que nadie invierte una respuesta emocional en algo o alguien que le resulta indiferente)… Y tenemos una tara mas en una pequeña horda de inadaptados y disociativos guiados por la mano de tal o cual persona.

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Suelo decir que cada cual es libre de joderse la vida como quiera…

Pero aquí me tenéis, intentando evitar que muchos se la jodan sin necesidad.

Las personas afines al espíritu de mi blog y mi tarea me dicen: «no inviertas tu tiempo y tus esfuerzos en decir y señalar donde otros fallan, ya que nosotros mismos, aunque tardemos, nos damos cuenta; y es gracias a eso y a buscar alternativas que muchos te acabamos encontrando».

Muchas de estas personas que me dicen eso pueden haberme encontrado así, precisamente. Incluso gran parte de los que me siguen hoy; lo hacen desde mis tiempos participando en sitios ligados a la industria.

El hecho es que, si no hay nadie que mencione hasta qué punto llegan a hacer mal (sin contar sitios como Assanova o PuaHate), chungo.

Si no hay nadie para servir de eco a todos los descontentos y defraudados, de poco sirve nada.

Si no podemos quejarnos porque jueguen con nuestras necesidades, miedos, dolores, ilusiones; ¿para qué vamos a participar de ningún grupo? ¿Para qué crear webs, productos y servicios?

De poco sirve que cualquiera, yo mismo inclusive, hagamos las cosas de una manera diferente, mejor para vuestras necesidades y mas afín a vuestra persona.

Porque ellos están mas difundidos por mano de la publicidad y el marketing; y convenientemente «respaldados» por lo que yo llamo Historias Catapulta. Te lo defino, por si no es obvia la cuestión:

Dícese del cuento que se inventa cualquiera para aducir su «mejora sustancial» cuasi milagrosa en algo; que será lo primero (y posiblemente lo único) que muchas personas vean.

Y a pesar de llevar una máscara tan evidente, te la cuelan al mínimo descuido.

Porque la mayoría de las personas, por cómo es la sociedad actual; tienen capada la curiosidad y el instinto de investigar y contrastar con alternativas que no les hayan intentado incrustar a base de publicidad de todo tipo.

En cierto sentido se puede decir que, cuando escribo cosas así; estoy vertiendo la opinión de miles de anónimos. De los que pasaron de todo antes que hablar, para no buscarse líos.

De personas que se han sentido así, han pensado así y se lo han guardado ya que; como pasó con su adhesión y pertenencia a determinadas comunidades, no se lo contaron a nadie que no estuviera también en el ajo

Que resultan ser más bien pocas personas, puestos a comparar con la población mundial actual.

No es que pretenda erigirme en portavoz de los descontentos; pero sí de mi propio descontento.

En especial si no dejo de ver a personas magníficas, hombres y mujeres indistintamente; dolidos y destrozados por consejos de mierda. Mejor dicho: por sabotajes a conciencia para mantenerlos como clientes tanto tiempo como se pueda.

Y menos cuando además la cosa afecta a personas cercanas a mí; o cuando las personas que caen en esta conducta deshonesta me increpan para intentar salvaguardar su chanchullo.

En esos casos me doy rienda suelta para soltar verdades como puños.

Casi literalmente, pierdo cualquier pedazo de indiferencia que pudiera retenerme de ofrecer una opinión real, contrastada con múltiples fuentes.

Comenzando por los hechos que han rodeado a la persona/método del que hablo. Siguiendo con sus efectos en personas normales; que no tienen comido el tarro por su necesidad de demostrar que valen y que pueden encajar en esto.

Y terminando con las propias bajadas de pantalones de los propios gurús, como la que tuvo Neil Strauss en The Truth. Algo que cuento en entradas como esta.

Hablar desde el desconocimiento se lo dejo a otros.

Es demasiado sencillo e insípido y no lleva a nada. Y ya que todo el mundo tiene derecho a dejar constancia de su opinión; aunque siempre lejos de un sitio donde los descontentos te la puedan borrar con tres clics del ratón…

Eso es lo que hago. Y de aquí no se mueve.

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En resumidas cuentas, aunque no he hablado de las burbujas de mediocridad en las que muchos se refugian y encierran cuando son incapaces de afrontar dificultades; fracasos y rechazos…

Podéis haceros una idea con este escrito. Reflexionad mientras redacto algo para que reconozcamos si nosotros mismos recurrimos a una de esas burbujas.

Si la propia industria del ligue ha fracasado y se ha condenado al anatema es algo que podemos discutir ampliamente; pero los que están fuera de las burbujas son capaces de ver que se ha estancado, y que hoy no conduce a nada.

¿Y qué se puede hacer cuando la nave se hunde con nosotros dentro?

Cualquier persona es susceptible de abandonarla en favor de temas realmente constructivos y beneficiosos… Cada cual, bajo su criterio.

Bajo mi criterio personal, hay gente en riesgo.

Cualquier persona que defienda a capa y espada las cosas que reducen la vida a un sinsentido de comportamientos mecanizados y neuróticos; de esos que se recomiendan para ligar o vender más… Esta desorientada. O alienada.

O sencillamente, le ocurre como a gran parte de los hombres…

Les vence la impaciencia y el deseo de que alguien les diga exactamente qué hacer y cómo, paso por paso. Aunque no tenga realmente sentido alguno y carezca de trasfondo emocional, o de implicación alguna.

Para terminar por hoy…

Cada cual que piense lo que quiera, pero la verdad es una y no cambia; independientemente de que los espectadores sean o no conscientes de la misma.

Habrá quien diga que es «mi verdad» y no tiene por que coincidir con «la suya».

En el mundo hay tres verdades: la mía, la vuestra, y la verdad a secas.

Yo he preferido experimentar y vivir por mi cuenta, lejos de los métodos y las personas que, en resumidas cuentas; creen que una persona sólo importa si es parte de su objetivo.

Dicho de otra forma: huyo de los que piensan algo como «si no es de mis seguidores o no me ofrece algo que me dé pasta, no vale la pena».

Tengo la certeza de que eso de vivir mi propia vida, y no una ficción comercial; ha hecho a «mi verdad» estar mucho más cerca de la verdad a secas.

Al menos más de lo que pueden estarlo otras «verdades».

No digo mejor que otra, ojo. Digo más cercana de la objetividad.

Aquel que tenga oídos, que escuche.

Kheldar

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2 comentarios

  1. Digamos que he vivido un rechazo hace poco. Un amor no correspondido de los que nos ocurren a muchas personas. Curioso es que en un principio logré hacerle sentir algo de atracción porque mi instinto me lo decía y lo notaba. Pero en algún momento las emociones hicieron que se me fueran de las manos la situación y no encontré otra manera de cerrar página que decirle lo que sentía. Ella me dijo que seguía igual respecto a mí (ya habíamos hablado del tema anteriormente, digamos que me rechazó más de una vez, pero fue un poco ambigüa las veces anteriores). Esta chica es del trabajo y se que los comentarios serán en plan burlones, condescendientes, en plan ‘el pobre no se entera’, por detrás eso sí. Y tienen razón, quizás no me entere. Pero te digo algo, no me avergüenzo de nada. Decir lo que sientes a alguien es una fuerza liberadora y da una confianza tremenda.

    A lo que voy, haciendo alusión a lo que escribes. Para mí, el fracaso no existe. No hay ninguna experiencia en la vida de la que no se pueda sacar algo, si no no se llamaría ‘experiencia’. De hecho en el comúnmente llamado ‘ fracaso’ hay mucho de éxito. El ‘fracaso’ implica el haberlo intentado que ya es un logro. Y fallar te da la información vital de descubrir una manera de cómo NO se hace algo. Si hay 100 posibilidades para un logro el haber fallado, te dice que tienes una menos por comprobar.

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