Separación madura y responsable, o todo lo contrario…
Cuando hablamos de personas que conectan por algún motivo y durante algún tiempo, también toca que hablemos sobre la separación. Y al respecto de ella, podemos añadir el matiz de la responsabilidad y la madurez; o de la total o parcial ausencia de estas que se da tan frecuentemente en la actualidad.
Seamos sinceros: el rechazo y las rupturas siempre han formado parte del juego. Ahora bien, de un tiempo a esta parte han entrado al ruedo varias tendencias que resultan inquietantes.
Originadas por una falta de responsabilidad personal y de ánimo para encarar una situación potencialmente incómoda (o bien por todo lo contrario), se dan varias posturas que hoy quiero presentarte.
Además, lo que voy a describir aquí es el principal motivo de que en el programa intensivo premium Relaciones Auténticas tengamos un bloque entero dedicado a la creación, revisión y finalización de acuerdos, límites y grados de vinculación.
Ya ves que hay mucha tela que cortar. Así pues… ¡Ponte esta canción y vamos a ello!
Lo primero que tienes que tener en cuenta sobre una separación o una ruptura amorosa es que siempre te afectan de algún modo
Afrontar una separación nunca es agradable, y suele serlo menos cuanto más te importaba esa persona.
Si tenías un mínimo de esperanzas y expectativas invertidas en esa relación, es más que normal que sientas un desgarro interno. También puedes sentir añoranza por lo que ya no tendrás más, o ansiedad ante los elementos inconclusos de vuestra historia: promesas, planes, proyectos mutuos…
E incluso puede que sientas alivio y esperanzas por todo lo que aprendiste y puedes aprovechar a partir de ahora.
Pero ojo, ¡porque este guante le calza tanto a una separación amorosa como al fin de una relación de amistad!
Te digo esto porque no me gustaría generarte una confusión interna si reconoces estas tendencias en alguna relación de amistad que terminó, para que no te pongas a pensar ¿será que estábamos enamorados? ni nada por el estilo.
El caso es que una separación no te deja indiferente
Una ruptura de cualquier tipo suele actuar de piedra de toque.
Te hace comprobar de qué pasta estás hecho.
Tanto por tu actitud y comportamiento ante la situación en sí, como por tu reacción a las actitudes y comportamientos de la otra parte; una separación te da perspectivas muy valiosas que no deberías desperdiciar por entregarte al duelo.
Y oye: ¡a todos nos han partido el corazón alguna vez!
Lo que cuenta es lo que hagamos de ello, y por eso mi propuesta es que no lo uses para victimizarte; sino para alimentar tu poder personal y tu compromiso con la excelencia.
Permite que te cuente cómo lo he logrado yo mismo.
Hace unos años me topé con la descripción que más me gusta sobre la responsabilidad ante una separación
Como puede que ya sepas, llevo tratando sobre sexualidad y relaciones en comunidades virtuales internacionales (tanto en inglés como en español) desde que tuve mi primer ordenador allá por 2003.
Las primeras comunidades a las que me aficioné tenían que ver con mis pasiones (videojuegos, música, literatura de fantasía y ciencia ficción, esoterismo, terapias naturales…).
Fue allí donde me fui desarrollando y encontré buenos referentes. Me gusta mantener y promocionar ciertos contenidos que encuentro útiles y veraces.
Y eso es lo que haré con el texto de hoy: compartir algo que encontré en su día y que he ido trabajando desde entonces, para aprovecharlo mejor en nuestro contexto.
En algún momento me llegó la descripción de Esther Perel del espectro de la responsabilidad en las relaciones, y le he dado mucho uso
Aunque seguramente forma parte de una conferencia mayor, el fragmento que ella hizo público es el de la responsabilidad en cuanto a la separación.
En inglés usan la palabra accountability para esta descripción, un término algo ambiguo que se asocia con la responsabilidad y la rendición de cuentas.
En este sentido, pues, tocaría hablar de que tienes distintos modos de enfrentar una separación; y recalcar que no todos ellos son sanos, maduros y (cómo no) responsables.
Por eso a nadie debería extrañarle que hable de dos polos opuestos…
Uno que vamos a llamar «el peor» o «el negativo»:
- Desvanecerse: una adaptación que hago del vocablo ghosting (literalmente fantasmearse; volverse un espectro); aunque en español usamos más el término esfumarse para estos casos.
- Cuando uno se desvanece, rompe el contacto bruscamente y sin explicaciones.
- En una separación así no afrontaríamos las emociones y conflictos que causamos a la otra persona, pues no estamos presentes para conocerlos. Por decirlo así, «invisibilizamos» la reacción.
- Y el resultado de este tipo de separación sería caos a corto plazo, duda y confusión a medio plazo, y rabia y resentimiento a largo plazo.
Y otro que vamos a llamar «el mejor» o «el positivo»:
- Separarse poderosamente: para este término no hizo falta adaptación, ya que en inglés usan power parting para explicar este polo.
- Cuando uno se separa poderosamente, le da una conclusión clara y digna a la relación. Se expresa de tal manera que no haya lugar para confusiones y falsas esperanzas.
- En una separación así, afrontas las consecuencias y la ruptura se ve suavizada por la claridad, la reflexión y el acompañamiento. Permite mantener la fe para el futuro.
- Y el resultado de este tipo de separación sería un duelo y una sanación más rápidos; un sentimiento de claridad y resolución; y ausencia de ambiguedades o de anhelos recurrentes.
Ni tampoco, por supuesto, que también describa al menos dos espacios intermedios…
Porque, por supuesto, el que entiendo como el punto medio absoluto es el mantener por inercia una relación que ya no nos hace felices, ni nos ayuda a crecer.
Y eso, hasta donde yo pude comprobar, no se menciona en el trabajo de Esther que tomé como referencia.
Pero si te dejas ir hacia cualquiera de los dos polos ya mencionados, tendrías estos tipos de separaciones:
- Congelación: el enfriamiento progresivo de vuestra relación, como indican en inglés usando el término icing. Es el más frecuente cuando queremos evitarnos el mal trago a nosotros y a la otra persona… Y por ese mismo motivo es también el más infame.
- Cuando uno se separa mediante congelación, normalmente lo hace con excusas o impedimentos de por medio (al estilo tengo mucho lío y no puedo dedicarte tiempo ahora).
- En una separación así, sin embargo, se suele actuar de tal modo que la otra persona no se despega demasiado. Eso viene de un deseo de que, si cambiamos de idea, no perdamos la relación. Hay mucho ego y ansiedad involucrados en estas rupturas.
- El resultado de esta separación en el otro es un resentimiento rápido y profundo… Y más hoy en día. Nadie tiene paciencia para personas que te hacen perder el tiempo, y más aún si con su actitud te indican que para ellos no tienes un lugar de importancia en su escala de prioridades.
¿Cuál puede ser el opuesto de lo anterior?
Pues bien, al otro lado de la pasividad, pero sin llegar a una separación poderosa, está el…
- Dejar a fuego lento: en el que ni aceptas ni rechazas por completo a la otra persona. Por la actitud general que describe, a este tipo de separación también lo llamo quitarse la tirita con mucho miedo y poca vergüenza.El término que usan en inglés es simmering, que tiene un significado similar al término de cocina pochar (hervir o cocinar a fuego lento).
- En Colombia tienen un término similar (tengo un arroz en bajito) para una relación que apenas comienza, en la que ya hubo algo pero no se ha concretado. Menciono esto, nuevamente, para evitar confusiones.
- Cuando uno se separa pochando la relación, en realidad ni se separa ni se queda. Solamente reduce la frecuencia del contacto y los encuentros, y baja el tono.
- Este tipo de separación se da cuando algo no te cuadra del todo pero aun así te gusta la compañía del otro, las seguridades que te aporta y la posibilidad de tener un referente de apego al que regresar cuando te canses de explorar tus otras opciones. (Por eso lo considero el espectro negativo, inmaduro e irresponsable de una relación abierta debidamente consensuada.)
- El resultado de esta separación en el otro es la sensación de que se prepara una tormenta pero todavía no se ha desatado. No hay signos ni evidencias directas, sino solamente pequeñas cosas que te ponen en alerta aunque no te den nada sólido para confrontar la situación.
Ya te imaginarás que yo pasé por todas estas etapas cuando tuve el gran fiasco hace ya tres años, ¿verdad?
Aunque puede que no estuvieras aquí para enterarte de aquello por entonces, y que tu curiosidad no te haya llevado a revisar mi recuento de aquellos días en este mismo blog… Así que te lo resumo.
- Conocí a una mujer con la que entré rápidamente en una amistad con beneficios.
- Hablamos francamente desde el principio. Acordamos «no enamorarnos» y mantener el asunto divertido y sin dramas, por propuesta de ella.
- Ya hablaremos otro día sobre eso de que últimamente las mujeres propongáis «relaciones abiertas» o «sin contrato» (haciendo un guiño al tema de Maluma) cuando queréis otra cosa en realidad… Especialmente si te unes a Relaciones Auténticas, ya que a este asunto le dedicamos una parte importante del intensivo.
- Entablamos una relación de mucha familiaridad y gran apoyo. Podría decirse que fuimos pareja de todo, excepto de nombre, durante un buen tiempo.
- Cada vez que ella tenía la regla caía en una versión agresiva de las dos polaridades intermedias que he descrito aquí, lo cual desembocaba en que ella misma decía que «la relación se acabó» una vez al mes. Después me buscaba y procuraba arreglar las cosas. Yo me limitaba a capear el temporal.
Hasta aquí podríamos decir que todo medio normal…
Aunque también podrías ver las primeras banderas rojas para indicar que faltan límites saludables.
Hay dudas y altibajos en todas las relaciones, y yo no me olía la tostada. Ahora me tomo mucho más en serio estas cosas. ¿El resultado?
- Pido y planteo desde el principio lo que yo necesito, deseo, busco, espero y puedo poner de mi parte.
- Trato de conocer al detalle la misma información de parte de la otra persona.
Un criterio que me ha venido de perlas para cumplir todavía más si cabe con mi política de todo menos marear. ¡Lástima que dejase de aplicar este protocolo en aquellos días!
Lo que nos llevó a una separación particularmente fea sucedió a partir de este punto
- En un encuentro particularmente intenso y emocional, ella confesó que hacía eso porque se estaba enamorando cada vez más. Decía que era una mezcla de orgullo y temor. No podía ser tan incoherente de proponer algo y ser la primera en saltárselo; ni quería exponerse a alejarme por ello.
- Cambiamos la dinámica y procuramos ser una pareja abierta. Ella nunca le dio uso a ese arreglo hasta después de haberme propuesto cerrar la relación, con lo cual cometió una infidelidad y yo (y aquí la cagué mucho) simplemente me desvanecí.
- Pasados unos meses me buscó intentando recobrar al menos la amistad, y se puso a agitar las brasas para reavivar lo nuestro. No logró impresionarme, aunque sí fui cordial con ella.
- Poco después vino a mí de nuevo. Esta vez en busca de consuelo tras haber cambiado lo nuestro por el tipo con el que rompió los acuerdos que me propuso. Según decía, este chico la ridiculizaba, la agredía de varias formas, consumía drogas y trataba de incitarla a consumir. Para remate de ferias no disfrutaba del sexo como conmigo, según sus palabras.
Aunque cabe decir que yo nunca me he creído lo que dicen en canciones como esta…
Y sí, yo también salí por patas… Aunque tardase un tiempito en hacerlo.
Esto es lo que sucede cuando te fijas en malos indicadores de viabilidad para favorecer o cortar una relación
Es decir, cuando te fijas en cosas más generales, como la edad, el dinero y el empleo; en vez de en cuestiones más particulares, como los hábitos o el trato que te dispensan en público y en privado.
Claro que, en cierto modo, en este caso era más coherente fijarse en lo general. Lo que falló fue lo particular.
Esta mujer quiso cambiar al joven emprendedor y estudiante por un arquitecto cuarentón; y el cambio le salió rana.
Pensó en alguien que podía invitarla a su casa, regalarle cosas a sus hijos y gastarse dinero en ella…
Y perdió una relación que, a pesar de las dudas que le daban de vez en cuando y de no poder contentarla en lo superficial, le daba felicidad de muchas otras maneras.
Llegados a ese momento me la jugué a todo o nada
Muchas veces comenté la situación con mis amigas más cercanas intentando comprender y trabajar en mi propia claridad y bienestar.
No quería estar en lo que Esther Perel llama una ambigüedad estable, así que me planté firme. Volví a acordarme del todo menos marear en este momento.
Fui claro con el asunto, en definitiva: si te importo tanto como dices, que se note.
Le dije muchas cosas del estilo recupera mi confianza y gáname de vuelta o déjame marchar en paz. Que tal como estaban las cosas no podíamos ser ni amigos.
Y cabe mencionar que lo intentó…
Sin embargo, al final ella montó tal drama que yo me acabé envalentonando para hacer una separación poderosa
Lo hice tan radical que no conservé nada de contacto con ella.
Durante meses evité los lugares donde coincidiríamos, y cambié mis hábitos y todo aquello que pudiese recordarme a ella.
Me puse a cuidar de mí para evitar caer en pensar compulsivamente en lo que pudo haber sido, en lo que podría haber hecho para prevenir el desenlace y mil mierdas más.
Y pasado cierto tiempo (que algunos llaman periodo refractario, como el de después del orgasmo, en son de broma); mi propio cerebro me ayudó, gracias a la atención selectiva.
Me cruzaba con ella por la calle y no la reconocía, así que no me tenía que esforzar conscientemente por evitarla.
Solamente volvimos a hablar en una ocasión, aunque brevemente, tras el fallecimiento de mi abuela. Le agradecí sus condolencias y fin de la historia.
Gracias a toda esta aventura de telenovela venezolana, salí fortalecido. ¡Y no es de extrañar!
Con esta y otras ocasiones que me esforcé por recordar y analizar; tuve una práctica genial para negociar y revisar los acuerdos tanto antes de entrar en una relación como durante la misma.
Porque, por alguna casualidad, me dio por pararme a pensar en si podría estar arrastrando alguna actitud, comportamiento, idea o sentimiento que me fuese útil en el pasado y se estuviera cargando mi presente.
Así que me propuse revisarme a mí mismo y hacer una autocrítica descarnada.
¿Te ahorro los preámbulos y voy al resultado?
Funcionó de perlas. Tanto así que llevo tres años con una mujer maravillosa.
Compartimos proyectos de vida y laborales. Convivimos y conectamos de manera que ninguno queda anulado.
Revisamos nuestra relación a diario, y trazamos juntos el rumbo.
¡Y eso es lo que queremos enseñarte a hacer en Relaciones Auténticas!
Queremos llegar a ti antes de que aprendas lo que contamos por las malas y al choque.
Aunque, por supuesto, no podemos evitarte al 100% una ruptura o separación de ninguna clase. Y de hecho, ¡cualquiera que te prometa eso te está tomando el pelo!
- Lo que sí podemos afirmar es que conocemos el modo de que no haga falta romper la relación ni separaros… Claro que la decisión final es de cada cual, ya que no todos los estilos de relación valen para todo el mundo.
- Y lo que sí podemos prometerte es un espacio seguro donde aprender estas cosas, comenzar a ponerlas en práctica y recibir el apoyo de un grupo de iguales, además del de los mentores de la experiencia.
Por eso te tendemos la mano y te invitamos a unirte si sientes que es tu momento para resolver tu vida amorosa.
Puedes comenzar con el #RetoRelacionesAuténticas que empieza el 24 de junio y durará hasta el día 30. Unirte es gratis, y si lo completas tendrás una oferta especial para el intensivo de verano.
Si ya has tenido tu buena dosis de rupturas y separaciones traumáticas, y te hartaste de ello, unirte a Relaciones Auténticas te interesa
Te enseñaremos a identificar y aprovechar partes de tu identidad, de tu comunicación y del relato vital que estás construyendo para que salgas del bache y no repitas los patrones que te llevaron a ello en primer lugar.
Además te ayudaremos a ganar en claridad, confianza y amor propio sin ponerte las típicas caretas, y evitando en especial el circo de la persona alfa y ganadora.
Es un trabajo firme basado en honestidad, responsabilidad y apertura. Vamos más profundo de lo normal y no endulzamos nada.
Con lo cual, si tienes lo que hay que tener para unirse, ya te deben estar picando las ganas… Y si no lo tienes, lo más probable es que lleves ya un rato buscando la excusa para huir.
Te esperamos si tu compromiso y tu deseo de cambiar son más fuertes que tu victimismo y tus miedos.
¡Es tu momento para expresarte!
Hace años me dio por contar lo que estaba aprendiendo de mi separación. Manifesté públicamente mis emociones, mis sensaciones y mis intenciones.
Además de un montón de apoyo y buena acogida, tuve también un comentario troll que no dejé pasar del filtro de moderación.
Decía casi literalmente que si esperaba tener alguna credibilidad para hablar de seducción y vender libros, cursos y etcétera «tras compartir mi fracaso en público».
Y francamente sí, lo creo. Porque no me pongo la máscara de perfecto e infalible, ni la de intocable e imperturbable.
Vivo las relaciones al máximo: me permito sentir todo y crecer gracias a ello.
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Eso es lo que debería haberle dicho en su día al troll para hacer de la historia de mi separación un ejemplo más poderoso todavía.
Por eso me gustaría que me cuentes tú (de manera respetuosa y guardando la privacidad ajena) qué has aprendido tras una separación o ruptura importantes para ti.
Un abrazo y hasta la próxima.
Menudo repaso Sergio por todas las etapas por las que pasamos o podemos pasar en una separación.
La teoría creo que la sabemos e incluso nos sorprende los pocos casos que tenemos a nuestro alrededor de separaciones conscientes y maduras sobre todo cuando hay hijos de por medio.
Ahora quisiera hablarte tanto de las relaciones de pareja como de amistad. y opino sobre los lados opuestos, que a mi modo de ver y sentir no lo son, ambos son pasos que van seguidos por los que transitamos aunque no todos llegan al lado positivo.
Al principio hay tanto dolor que uno necesita desvanecerse, gestionar esa rabia, tristeza o decepción y mas tarde gestionarlo y pasar al lado positivo para hablarlo con la otra persona, para sanar y curar la herida.
No todos llegan al lado positivo, creo que ahí radica la valentía (en esta etapa sigue habiendo dolor) y la madurez emocional para afrontarlo y no «enfrentarlo»
Compartir tu experiencia seguro que ayudado a muchas personas en sus relaciones y me quedo con la frase valiente y poderosa: Vivo las relaciones al máximo: me permito sentir todo y crecer gracias a ello.
Un abrazo
Virginia
Sip, es increíble que lo que debería ser la norma y de sentido común sea lo menos frecuente. Aunque, como bien intuyes, lo más difícil es tomar la distancia necesaria como para que todo esto sirva de algo.
En medio de la debacle hacemos cosas y tomamos decisiones que nos parecen perfectamente lógicas y ajustadas al caso, pero con mente fría… Uf.
De momento el compartir mis experiencias y ayudar a otras personas a compartir las suyas está cambiando el mundo, una vida cada vez. 🙂
Fuerte abrazo y muchas gracias por tu tiempo y tu compañía. ¡Bienvenida siempre que gustes!
A mí me gusta pensar que la vida nos da lo que necesitamos en todo momento. Si tuviste que pasar por esa relación tormentosa y más aún por una separación tan caótica, es porque tenías que aprender algo,. Quizás no olvidar tus propios límites, recordar lo que realmente deseas para tu vida y ser fiel a ello. Tal vez otras cosas, no sé. El asunto es que gracias a esta experiencia ahora puedes valorar más las cosas que son importantes para ti.
Para mí los finales de mis relaciones siempre intento que sean sanos, consensuados y que no haya dramas. Y salvo en mi adolescencia que afronté mi primera y única relación donde me sentí traicionada y no pude ser ni amiga de mi ex por muchos años. Nunca me ha pasado algo así de nuevo.
Hoy en día con esta persona (este ex que sentí que tanto daño me hizo en su momento) tengo una relación maravillosa, seguimos siendo grandes amigos, pero tuve que hacer mi propio trabajo de perdonar y sobre todo descubrir que en mí hay cosas que me cuesta aceptar y que no tolero en mi vida, y siendo fiel a eso es lo que busco y trato de tener en mis relaciones.
La separación, como la relación misma puede ser sana, amorosa y de hecho maravillosa. Creo que debería ser incluso un cierre fabuloso para una relación estupenda (si ese ha sido el caso) 🙂
Esta historia me encanta, porque contiene muchos valores que hoy no se ejercitan apenas (si vamos al grueso y a la generalidad, porque habrá casos que sean incluso más virtuosos).
Qué bonito me parece que el pasado no te lastre. Quizás por eso tanta gente confía en tu consejo cuando hablas del tema. 🙂
Las separaciones demás que son dramáticas, mas si se ha vivido varios años con una persona y si se han tenido hijos, que a la postre son los que llevan del bulto cuando los padres se separan.
Hasta el momento las únicas separaciones que he tenido han sido las de mis hijos.
Tu si que has tenido experiencias malucas tan joven, pero lo que no mata nos hace fuertes y hacen que veamos y apreciemos lo verdadero cuando nos llega,
Por suerte no todo el mundo tiene que pasarlo mal para aprender… Algunos pueden escarmentar en cabeza ajena, en contra del dicho popular. Otros a veces tenemos que vivir algo para verlo claro. ?
Hola Sergio! Vaya tema como dices no hay nadie en el mundo que no haya pasado por una mala separación y bueno como lo mencionas con cada relación que tenemos aprendemos algo, tal cual la canción de Ariana Grande -Thank u, next jeje.
Nadie esta libre y si bien con el tiempo podemos aprender a identificar que es lo que queremos de una relación hasta llegar a ese punto hay que pasar por diversas situaciones o de lo contrario unirse a Relaciones autenticas para conocer, aprender y compartir diferentes experiencias y puntos de vista.
Abrazos!
Sí, a estas alturas de mi vida creo que si no es más tarde es más temprano… Pero que a todos nos toca experimentar de cerca algo así. Algunos se libran de pasarlo en carne propia, pero como nos dice Amparo, lo pasan con sus hijos.
Quizás por eso es tan buena idea contar con programas grupales como Relaciones Auténticas: al haber gente tan diversa en edades y en caminos de la vida, tenemos ese valor añadido de la sabiduría destilada de forma colectiva. Todos aprendemos y todos enseñamos. 🙂
Abrazos para ti también, Gabriela.