La más dulce venganza es vivir feliz y satisfecho
Siguiendo con la racha de escritos aportados por colaboración, hoy tenemos de vuelta a Robert Judge. No desesperéis, me quedan muchas y muy buenas ideas tanto a mi como a quienes gustan de colaborar conmigo, pero en estos momentos estamos tratando de encontrar la mejor manera de desarrollar y elaborar los planteamientos y exposiciones pertinentes. Entre tanto, me gustaría hacer las delicias del aforo con esto.
Una historia que si bien escrita por Rob, resulta que parece escrita de mi puño y letra, salvando algunas partes. Pero bueno, lo que tenemos es… Un ensayo acerca de la mejor venganza contra los detractores. Vamos a leer. Os aseguro que no tiene pérdida.
Hey, que hay colega destinado al éxito,
Hoy quiero hablar acerca de un asunto cercano y querido para mi.
Es un asunto al que todos nos vemos obligados a enfrentarnos en algún momento cuando tomamos el control de nuestras vidas e incrementamos nuestro éxito en cualquier aspecto–sea la forma física, salud, estilo de vida, o incluso las relaciones. Ese asunto es…
…lidiar con celosos y detractores.
Desafortunadamente, algunas personas simplemente no van a aceptar tus decisiones en la vida y entonces, se volveran detractores. Y a ellos, les digo:
«VIVIR BIEN ES LA MEJOR VENGANZA»
El caluroso sol de Orlando azota al sudoroso hombre obeso que jadea, que se duele, que se hace avanzar resoplando otra vuelta en la pista de un bullicioso instituto mientras un grupo de adolescentes se ríen de sus esfuerzos.
El hombre gordo lleva una cinta de pelo amarilla, unos pequeños shorts para correr y una camiseta interior blanca empapada en sudor. Uno de los adolescentes grita «¡Mira cómo se balancean esas tetitas!». El resto estallan en risas.
Otro grita, «¡La última vez que corrió tan deprisa fue cuando McDonalds añadió otro filete al Big Mac!» Más risas. El hombre continúa su mecánica carrera en torno a la pista, no advirtiendo los comentarios o no mostrando advertirlos.
Mentiría si dijera que no estuve tentado de reír. Mentiría si dijera que no estuve tentado de preguntar por qué este hombre se aventuraría fuera de su casa, buscando como estaba haciendo, librarse de todo ese exceso de peso. Mentiría porque estaría denegando mi inclinación natural de volverme crítico con cualquiera que intentara cambiar «la forma en la que son las cosas».
Como humanos, generalmente nos gustan las cosas que siguen igual. Así que nos ponemos a la defensiva cuadno alguien quiere cambiar eso — incluso si esa persona es un completo desconocido — y enmascaramos nuestra aprensión con bromas y chistes, como esos hoscos adolescentes.
Pero bajo las risas, estamos realmente luchando contra el cambio.
Mientras observaba esta escena revelarse, pensé acerca de todos los tipos que me preguntan cómo lidiar con los detractores y las críticas. No sorprende que haya tal preocupación entre personas a quienes preocupan ciertos temas. En cualquier momento que alguien trabaja activamente de cara a conseguir mejorar su vida — sea indistintamente su vida sentimental, el éxito financiero, el estilo de vida y su diseño, o incluso la forma física y la salud — la gente se ofende como normalmente hace cuando ven a alguien creer que son «mejores» que la suerte que les ha tocado.
Y, como un regalo cruel de Dios, el período de torpe incongruencia que se requiere para aprender cualquier habilidad que merezca la pena es un grande y grueso objetivo para las críticas de los demás y sus insultos y ensañamientos.
Desafortunadamente, la abundante presión es demasiada para ser manejada por algunas personas, y así vuelven a aceptar simplemente el status quo y razionalizan el fracaso con excusas como «Es demasiado duro», «No es para mi», o «Es todo un timo igualmente».
Otras personas continúan en su persecución del éxito, pero lo hacen con el odio ardiendo en sus corazones. Fantasean acerca del día en el que podrán reirse en la cara de quien duda de ellos, y perderse en el atardecer con ese recientemente encontrado y duramente obtenido éxito.
Y hay otras personas todavía — una pequeña minoría — que confian tanto en sus valores que permanecen completamente inafectados por las críticas, persiguiendo lo que quieren con pocas preocupaciones por lo que la gente diga o cuchichée a sus espaldas.
Aunque me gustaría decir que estoy en esa minoría de gente indiferente, estoy más bien en el segundo grupo — el tipo que sueña con «superar» a sus críticos un dulce día». O al menos era ese tipo, y por eso puedo contarle a alguien que lucha contra la frustracion, la rabia y las dudas sobre sí mismo cuando se enfrenta a estos personajes.
Nunca he sido de esos que aceptan pasivos la mediocridad en ningun aspecto de mi vida, aunque tampoco nací privilegiado naturalmente en montones de áreas. Así pues, tuve que trabajar… Duro.
Desde que tengo 12 años, tomé una decisión activa de ocuparme de mi vida — fuera sobre mi forma física (fui gordo anteriormente), mi habilidad para escribir, mi inteligencia, mi vida sentimental o mi éxito financiero y estilo de vida, escogí fortalecer esos torpes períodos de incongruencia para alcanzar lo que quería en la vida — alcanzar lo que consideraba que es el éxito.
Y adivina qué: desde que tengo 12 años he estado lidiando con gente a la que no le gusto. (N.T.: En mi caso, incluso antes que Rob, si bien yo no estuve obeso).
Tuve que soportar insultos, ridículos, y odio rotundo. He sido el culo gordo de tantas bromas que debería estar en un vídeo de rap ahora. No puedo decir que no me molestara, igual que no puedo decir que no me ha agitado o me ha vuelto resentido en contra de aquellos que me intentaron reintroducir en mis raíces mediocres.
Porque pasó.
Pero, cuando tenía doce años, una frase cambió mi perspectiva completa y me dio fuerzas para librarme de la presión que esta gente ejercía sobre mi. Esa frase era, «vivir bien es la mejor venganza».
Seguro que ya la has oido antes. Pero si lo piensas bien… Esas simples seis palabras son mágicas. Como un hechizo, pueden aliviarte de tus dudas, inseguridades, todos los insidiosos odios hacia aquellos contrarios a ti. Recuerdo haber oido esta frase por primera vez un verano donde tenía algo de sobrepeso y los «niños guays» de mi pueblo en Long Island se reían de mi.
Podría escurrirme fuera de mi casa por la noche para correr — como ese tipo gordo en Orlando — deseando que nadie me viese mientras intentaba de librarme de mi exceso de peso antes de empezar el instituto. Inevitablemente, la gente me señalaría y se reiría de mis tetas balanceándose y acerca de cómo corría hacia McDonalds.
Y adivina qué: me hizo querer renunciar. Me hizo rabiar. Me hizo fantasear acerca de cuánto me reiría de los haters cuando estuviera finalmente delgado y en forma. Imaginé su cuerpo hinchado un día mientras un yo delgado se reía en sus caras diciendo «¿Quíen es el gordo ahora, ¿eh cabrón?» ¿Quién tiene tetas ahora?»
Pero entonces recordé esta frase — vivir bien es la mejor venganza — y repentinamente me recordó por qué estaba poniendo tan doloroso esfuerzo en primer lugar: por mi.
Mi éxito es mío, y solamente mío.
No estoy a merced de mis críticos. No son mi jurado, ni tienen sus opiniones — miserables como malas que son — alguna clase de influencia sobre cómo voy a vivir mi vida.
Ese verano me estaba poniendo en forma por MI. Me ponía en forma para vivir mejor. Y eso — ¡ESO! — es la mejor venganza que nadie puede esperar tener.
Eso es algo que quien te critica no puede quitarte: tu vida.
Años más tarde — cuando llegamos a la universidad y la gente engordó, el dia con que soñaba cinco años antes llegó una tarde mientras tomaba un sorbo de agua de una fuente de agua en el parque de mi pueblo. Me giré tan sólo para encontrarme con uno de los más asquerosos de mis críticos, parecía gordo y patético. (N.T.: Me figuro que no ha podido evitar usar esta expresión).
Estaba sudando profusamente y jadeaba erráticamente. Me miraba desesperado, como si estuviera anticipando que le machacase a insultos. Me refrené, no porque fuera un hombre más grande ni porque tuviera un mayor sentido de la moralidad, sino porque ni siquiera me importaba hacerlo.
¿Qué satisfacción podría obtener derivada de esto? ¿Qué éxito podría traer esto a mi vida? ¿Qué clase de venganza es ésta? Mi venganza era mi felicidad, mi bienestar, la manera en que estoy viviendo ahora.
Y por eso, mis mayores momentos de venganza son esos que conozco solamente yo. Esos momentos eran aquellos en los que fui realmente feliz. Esos eran los momentos privados donde me sentí pletórico y exitoso despues de conseguir cumplir alguna meta o experimentar alguna sensación apabullante de felicidad y satisfacción personal.
Es posible que donde sea, los detractores, haters y críticos lo hayan sentido… Y lo hayan sentido como sal en sus heridas, quemándolos de una forma que no pueden señalar, sino simplemente sentir. A pesar de todo, me importa bien poco; dado que estoy enfocado en una única cosa: MI VIDA.
Esa es la más dulce venganza que nadie puede desear obtener.
De nuevo una excelente aportación Kheldar, de esas que te mantiene pegado a la silla mientras la lees porque rezuma honestidad por los cuatro costados, y porque nos vuelve a enfrentar a nuestros miedos y al comportamiento de gente que sabemos que nos va a criticar por tomar nuevas rutas en nuestro viaje por la vida.
Ese criticón a veces lo encuentro dentro de mi, y todos sabemos que es duro lidiar con él, pero desde ahora siempre tendré otra frase que me de fuerzas en momentos de debilidad. VIVIR BIEN ES LA MEJOR VENGANZA.
GRACIAS.
Navegando he encontrado este blog y debo decirte que: ¡plas, plas, plas! Me ha encantado, sobretodo esta entrada. Es más, creo que el texto complementa muy bien la frase de: »El silencio es la mejor de las venganzas». Antes no entendía como callados podíamos vengarnos. Reprimiendo la rabia y las palabras no tenía sentido para mi, puesto que no terminamos de desahogarnos. Pero es cierto que cuando estás bien, no necesitas decir nada. Me ha llevado tiempo entender eso, creo que los que afirman lo del silencio simplemente se conforman con el tópico medio reprimidos.
Me gustaría añadirte a mi blog. ¿Qué tal si hacemos un intercambio de links? Si te gusta el mío, puedes añadirme también :).
Te mando un saludo.
Puede ser una grandiosa idea, incluso la de colaborar con escritos. Estuve revisando un poco por encima, y me gusta lo que ví.
Sobre lo que nos ocupa, desde luego que es un tema escabroso el de reprimir nuestro impulso inicial que es el de accionar, tomar medidas, hacer lo que sea para liberar la energía que pugna por salir, que se ha generado en nuestro interior por un estímulo tan… Podríamos decir repulsivo.
Pero así se comprende también un proverbio que dice, «No es más fuerte y poderoso aquel que, pudiendo dar un golpe lo hace… Que quien pudiendo hacerlo contiene su mano. El más duro de todos los combates es el que se libra contra uno mismo». Y también, aquella mítica afirmación…
Quien domina a los demás, es fuerte. Quien se domina a sí mismo, es poderoso.
Pues si, dos citas muy ciertas. Respecto a la respuesta de mi sugerencia, ¿donde esta?
Al principio del todo. Es la «grandiosa idea» a la que aludí. x)
Madre mía, estoy muy pájara jajaja. Trabajo demasiado y luego no leo bien… ains.
Pues eso, voy a poner tu blog en mi blogroll.
Yo también estuve viendo por encima algunos de tus artículos y me gusta como escribes. ¿Quizás colabora ya alguien en tu blog? Pensé en esa posibilidad, la de la colaboración con escritos, pero está claro que quien mucho abarca poco aprieta, y tengo mucho que hacer con escaso tiempo. Me encantaría dedicarle más a mi blog. Poco a poco, ¡qué remedio!
Sds.