El duelo: cómo prepararnos para asumir y afrontar la vida
A principios de 2023 murió mi abuelo y mi familia entró en duelo. Se marchó el hombre que ha sido mi referente, mi estandarte y mi guía moral. Querido por muchos y respetado hasta por sus enemigos. E igual que sucedió con el fallecimiento de mi abuela, el suceso me dejó más pensativo que triste.
Lo que más pensaba es que nunca tuve con mi familia la conversación acerca de las exequias, o al menos no recuerdo haberla tenido. Sé que existen múltiples empresas especializadas, como es el caso de Interfunerarias en España, que ayudan con esos procesos.
Sé que uno paga un seguro de difuntos, y que puede acudir a consulta psicológica si está enquistado en el duelo. Pero, para mí, eran cosa de una órbita lejana. Y además veía que, a mi alrededor, mis otros familiares y amigos lo vivían de una manera muy distinta a la mía.
Por eso he tenido que informarme sobre los procesos de duelo varias veces a lo largo de mi vida. Y por eso hoy lo entiendo como un proceso que nos permite afrontar y asumir la vida misma.
Mi relación con la muerte y el duelo comenzó a temprana edad.
Tenía seis años la primera vez que me enteré del fallecimiento de un familiar y fuimos a acompañar a sus deudos en el velatorio.
Mis abuelos no eran de edulcorar las conversaciones. Lo resolvieron con dos frases: “Estaba enfermo y se murió. Algún día nos pasará también a nosotros.”
A medida que pasaban los años, he presenciado la muerte de otras maneras… Incluyendo una tan chocante como abrazar a un amigo y decirle “nos vemos mañana, ve con cuidado”; y enterarme al día siguiente de que murió en la carretera diez minutos después de ese abrazo.
(Si eres lector de la vieja guardia, te confirmo: es el amigo al que le dedicaba un homenaje en la antigua columna lateral de mi blog.)
Aparte de los sucesos repentinos, también están los procesos lentos, como los que viví con mis abuelos. Una larga convalecencia. La degeneración progresiva de su salud. Y el final, afortunadamente, antes de que sufrieran demasiado.
Cómo afronta uno el duelo tiene mucho que ver con uno mismo, el difunto y el suceso en sí.
No me tomé igual el fallecimiento de ninguna de las personas a las que hoy extraño. Por eso prefiero hablar del proceso que afronté con los dos fallecimientos más importantes para mí.
Desde pequeño, al pensar en la muerte de mis abuelos suponía que acabaría fatal, ya que me faltarían unos pilares fundamentales. Pensé que sufriría mucho y me amargaría…
Pero resulta que he afrontado las distintas etapas del duelo por su pérdida de un modo muy distinto a lo que imaginaba de joven. Notablemente:
- Pasé por la negación y la ira juntas cuando cayeron enfermos. Me puse a buscar culpables y acabé por echarle la culpa a una mala alimentación, a la poca actividad física, a verles dejar de hacer cosas excusándose con la edad…
- Me reconocí en negociación cuando me descubrí intentando cambiar sus hábitos de vida, con diversos resultados. Cambiar la alimentación y la actividad física fue lo que más funcionó, pero poco pudimos hacer para mejorar el descanso.
- Me deprimió ver que, aunque mejoraba su condición y su día a día, había una enfermedad de base que no se podía revertir del todo.
- Y terminé por asumir que, como me dijeron cuando tenía seis añitos, algún día también les pasaría a ellos. Mi foco pasó a ser ayudarles a evitar la degeneración y el sufrimiento innecesario.
¿Qué pasó cuando sucedió lo inevitable?
Mi abuela falleció temprano por la mañana. Mi madre me despertó llorando para contármelo. Yo no llegué a verter una lágrima en todo el día, pero Diana notó mi humor tan cambiado que tomó el tren Barcelona – Guadalajara de inmediato.
En cambio, mi abuelo falleció en las primeras horas de la tarde… Aunque, de nuevo, fue la primera noticia del día para mí, pues sucedió estando a un océano de distancia. Fui la última persona aparte de ella en hablar con él la noche anterior.
Y aunque me cambió bruscamente el humor en ambos casos, mi manera de afrontar su fallecimiento no fue hundirme. No fue una pena desgarradora.
Aunque te suene extraño, sentí alivio porque mis abuelos ya dejaron de padecer. Y también agradecimiento porque fallecieron antes de sufrir amputaciones o algo más grave.
No todos los duelos te llevan a explorar tus sombras, y cuando sí te llevan, no siempre es la misma sombra
Quizás si consultas a un psicólogo especialista en acompañamientos por duelo te sepa explicar mejor que cada uno vivimos ese proceso a nuestra manera, y que no vivimos ningún duelo del mismo modo.
Yo soy pedagogo y cuentacuentos, así que solamente puedo usar mi historia como herramienta para darte esto a entender.
La muerte de mi abuelo me encontró en Colombia, y en medio de unas reparaciones y reformas que se han comido la mayoría de nuestro dinero. Sin medios ni manera para viajar a España para acompañar en persona a mi familia en estos momentos.
¿Qué hice entonces?
- Me volqué en trabajar en las reparaciones del hogar familiar de Diana en Colombia, porque era un medio de conexión con mi abuelo. Entre otros familiares y él construyeron los edificios de buena parte de mi ciudad natal, así que es como ponerme en sus zapatos.
- También estreché lazos con mi madre. Empecé a hablar con ella durante horas todos los días para acompañarla. Al fin y al cabo, ella estaba a todas horas con mi abuelo y es a quien más le pesa su pérdida.
Y sigo adelante encontrando maneras distintas cada día para honrar a mis dos abuelos y agradecerles por sus lecciones de vida.
¿Qué hacer cuando un duelo te arrastra y no te suelta?
Este repaso reciente del proceso de duelo me preocupó un poco, pues me dio por pensar que llevamos en un duelo extendido desde el 2020.
Los grandes cambios que nos ha tocado afrontar. Las libertades perdidas y no recuperadas todavía. La economía de muchas familias, tocada y hundida… Y, por supuesto, los que faltan en cada casa.
Son demasiadas cargas que llevar. Demasiadas madejas que desenredar sin ayuda.
Por ello, no me extraña que los servicios de asistencia psicológica y salud mental estén desbordados y con listas de espera superiores a los seis meses.
Resulta complicado pararse a mirar lo que pasó sin extrañar lo que perdiste y mirar hacia delante sin que te entre la incertidumbre.
En mi opinión y experiencia, el proceso de duelo es algo así como un descanso forzado para mirar lo que pasó hasta ahora y lo que tiene que pasar a partir de ahora.
Afortunadamente yo no he necesitado asistencia psicológica en ningún deceso hasta ahora. Pero otros familiares míos sí, y me guardo su experiencia como contrapunto a mi calma y mi manera más bien relajada de encarar el tema.
Me viene a la mente el recuerdo de cómo quedó un familiar mío hace años, cuando uno de sus hijos murió de camino al pueblo de origen de la familia.
Para no hacer morbo de su dolor, solamente diré que nos llegó a pedir que lo enterrásemos con el difunto. “Ningún padre debería enterrar a su hijo”, decía, “Esto no es lo natural”.
Tras el entierro se pasaba la mayor parte de sus días en el cementerio, y siguió visitando la tumba a diario durante meses. Parecía simplemente atascado en el momento en que la Guardia Civil le notificó el accidente.
Y si te digo la verdad… Si fue a consulta, nadie me lo dijo. Lo que sí sé es que encontró una terapia de esas que nos acompañan desde los albores de la humanidad.
Le dio por trabajar en el huerto de mi abuelo. Eso le ocupó el cuerpo y dejó reposar a su mente. Al fin y al cabo, hay algo terapéutico en poner tu cuerpo a funcionar. En especial cuando lo pones a funcionar en beneficio de los tuyos.
Por eso este familiar volvió a cultivar y yo me puse a construir…
Es tu momento: ¿cómo es tu relación con la muerte y el duelo?
Podría dejarlo así porque es un tema del que nos gusta hablar poquito en general, pero no sería yo si no te tiro de la lengua.
El duelo es un proceso que vivimos cuando se dan cambios bruscos en nuestra vida. Llévate eso como resumen de lo que hemos conversado más arriba.
No solamente cuando alguien se muere, ojo. También puede pasarte si se separan tus padres, pierdes tu trabajo, te va mal en tu relación de pareja, o te mudas a otro país… Mejor dicho, con cualquier cambio brusco y chocante que debas asumir y afrontar.
Si te apetece contarme tu experiencia con el duelo, me encantaría leerte en comentarios. En especial si has tenido un proceso de duelo especialmente debilitante en algún momento de tu vida. ¿Qué te sacó del bache?
Nos vemos en la próxima entrada.