«No siempre tiene que ver contigo», por Knut Johannessen
Hoy comparto una de las aventuras secretas de los Amorati, una de esas que se convierten en una historia que contar a la luz de la hoguera… O en una ronda, vino en mano.
Hoy tenemos la compañía de Knut Johannessen, que viene a recordarnos (o a descubrirnos) que las cosas no dependen de nosotros aunque seamos parte de ellas.
Esta aventura es de esas que tienen significado, lecciones varias y sensaciones entrelazadas. Acompáñanos, si lo deseas…
No siempre tiene que ver contigo
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Hace 18 meses, salí en mi segundo viaje al bello estado de California, y pasé un mes en San Francisco. Fueron unos días geniales.
Un día me presentaron a una chica impresionante en una fiesta con varios amigos míos. Nos pusimos a hablar y acabamos teniendo una cita la semana siguiente…
Estaba muy emocionado al respecto. ¡Esta chica era fantástica!
Tonteando por las calles de San Francisco, riéndonos tanto como nos dejaba el aliento, y lanzándonos miradas seductoras que lo decían todo, tuvimos una cita increíble.
Estaba flotando en las nubes… Y mientras observaba cómo se alejaba de mí en la estación de tren, se giró y me dedicó una sonrisa que confesaba que ella sentía lo mismo.
Era una historia perfecta. Tan buena que podría ser el guión de cualquier historia romántica de Hollywood, desde el primer encuentro hasta la despedida en la estación de tren.
Estaba enamorado.
Al dia siguiente le llamo, ¡pero ella no lo coge…! Le mando un mensaje, y no lo responde. Le hablo por Facebook, y hablamos brevemente – pero solamente me da respuestas triviales – y dice que estará ocupada hasta el jueves.
El jueves pasó algo que hizo dejar las cosas hasta el lunes. El lunes vino su familia a la ciudad, así que no podía hacer nada hasta el próximo sábado.
Estaba muy confuso. Sabía que ella lo pasó genial, pero, ¿por qué estaba evitándome de esta forma?
Empecé a rememorar la cita entera, fijándome en los detalles desde todos los ángulos. ¿Dónde me equivoqué? ¿Fue algo que yo dije? ¿¡Qué hay en mí que no le guste?!
Una y otra vez intentaba figurármelo… Y no podía encontrar nada malo. ¡¡Sencillamente no podía averiguarlo!!
Al cabo de poco, se terminan mis días y dejo San Francisco para irme a México, y no hablé más con ella…
…hasta 6 meses después. En la madrugada de un martes en agosto, le escribo por Facebook y hablamos un rato. Tras un rato de diversión y risitas, me pongo serio…
“Hey… ¿Qué pasó allí en SF? ¿Por qué no nos vimos más después de aquella cita?”
Me cuenta que estaba realmente estresada, y que tenía mucho entre manos con las clases… Le digo que me pareció extraño, y que pensaba que no le había gustado.
Entonces hablamos sobre que yo le iba a dejar sin alma un rato a polvos (no preguntes), y sobre montarnos tríos con nuestras futuras sirvientas con tabletita de chocolate, y bromeando un rato…
Y ella se puso seria de repente, y me dijo…
“Para serte totalmente honesta, otra razón para no seguir viéndonos fue porque no estaba segura de cuánto tiempo te ibas a quedar en la ciudad, y no quería verte durante sólo unas semanas… Tal vez hubiera sido diferente si vivieras aquí. Creo que quería más de lo que sabía que se podía tener, así que en cierto modo forcé que no me gustaras tanto como lo hacías. No podía conformarme con un bocado cuando quería todo el menú.”
Estaba en shock. No han importado todos los años que he pasado evolucionando mi comprensión sobre las mujeres, ni descubriendo la verdad sobre mí mismo – esta preciosa mujer, tras una cita perfecta, nunca volvió a quedar conmigo.
Le gustaba de veras.
Se lo pasó genial conmigo.
Pensaba que soy impresionante.
No podríamos haberlo pasado mejor, ni hecho aposta…
— Y a pesar de todo, nunca nos vimos más.
Ella simplemente no quería un pedacito de algo que podría disfrutar demasiado. Y yo nunca me lo habría imaginado así…
A menudo nos engañamos a nosotros mismos pensando que somos la causa de todo lo que ocurre en nuestras vidas amorosas. Que si las cosas no van bien con una chica, es porque hay algo malo en nosotros, o porque hicimos algo mal.
Cuando las cosas van bien, nos damos palmaditas en la espalda y nos decimos «bien hecho», como si nosotros fueramos la razón de todo ello – obviando por completo que hay otra persona involucrada – y que quizás era tan sólo que esa persona estaba de humor para cualquier encuentro al azar que se produjera en ese momento.
Cuando las cosas van mal, nos maldecimos a nosotros mismos por ser tan estúpidos, haciéndonos sentir inadecuados, y empezamos a analizar al detalle nuestro comportamiento…
Mientras tanto, puede que ella acabe de romper con su novio sin más, puede estar afrontando un drama en su familia, o incluso puede tener un sarpullido en su vagina (whaat?) – y estar demasiado avergonzada como para decirte que le pica.
Puede haber sido un mal momento para ella, o algo que tiene que ver con su vida en ese momento.
E incluso… También puede que ella te odie, sin más.
Tal vez con esta historia haya logrado conectar con una parte de vosotros, una que me presentáis demasiado a menudo (si sois clientes o seguidores míos). Es posible que os recuerde a cuando me preguntáis qué tenéis que hacer o qué habéis hecho mal.
Y si no es el caso, os invito a repetiros las preguntas que os hago entonces… ¿Por qué tiene que ser cosa tuya? ¿Quién ha dicho que tenga nada que ver contigo? ¿Qué te hace pensar que cualquier cosa que hagas va a salir como tú quieres?
Y más importante…
¿Le has preguntado a ella?
Si no has hecho nada más que suposiciones, conjeturas, pajas mentales y planes varios en tu cabeza… Vas mal.
Si la otra persona no conoce tu impresión, y si no has favorecido la ocasión de conocer la suya… Vas mal.
¿Te animas a rectificar?
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Un abrazo, y vuelve cuando quieras.
Kheldar
Para mí, la vida parece más bien a un antiguo rompecabezas del que aún, faltan piezas por acomodar, sencillamente porque ni siquiera han existido aún esas mismas piezas. Pero como los Amorati decimos, «hay una urgencia en el aire». Y creo que cuando uno no actúa como uno debe -o más bien, quiere- vienen los problemas. Sinceramente, creo que todo depende de tus perspectivas. De igual manera, la tarea de Daniel Rose, más que explicarnos como volvernos dioses de la cama, creo yo que más bien les da a los chicos consejos y modelos de cómo romper sus moldes mentales que los impiden disfrutar de una calidad sexual única. Porque dudo que Daniel sea el pionero en «descubrir» cómo ser bueno en la cama; muchos otros hombres probablemente lo descubrieron y llegaron tal vez más lejos que él. Lo que lo diferencia, es que el pudo analizarlo para compartirlo con los demás.
En cuanto a la pregunta: ¿Qué te hace pensar que cualquier cosa que hagas va a salir como tú quieres?, pues diría lo siguiente. Que todo se basa en qué creas y lo que quieres. La vida trae muchas interrogantes complejas: ¿porqué algunos les va mejor que a otros, en igualdad de condiciones, mientras que otros, esforzándose más, obtienen menos? Bueno, creo que eso puede ser una pista. Si bien pedir no implica recibir, uno puede plantearse ideas que, si bien son lógicas, parecen ser contraproducentes para uno mismo y los demás. Una cosa interesante aquí que quiero resaltar, es que en todo esto de las relaciones, para mí, las personas tienen mucha experiencia y conocimiento al respecto, casi al nivel de un psicólogo. Sin embargo, yo creo que en vez de estar buscando consejos y demás, uno debería de atreverse a seguir su corazón; con todo y los tropezones que eso represente. En inglés, la palabra reckless expresa perfectamente lo que quiero decir, lástima que no tenga traducción exacta.
Y creo que todo esto es muy sublime. Knut expresa muy bien todo este asunto del rechazo en una cápsula: no tomarte nada tan seriamente. Si bien una de las cosas que más me cuesta en este momento, es la distancia que tengo con mi novia, y es algo que me rompe las bolas. La imaginación vuela, y más cuando uno ve ciertas «pruebas» de lo que uno piensa. Es como si la «evidencia» se refutara sola, lo cual no solo es absurdo, sino que, en caso de que fuera verdad, uno debería tomar las medidas adecuadas, tan bien propio como el ajeno. Y seguir en el camino sin ningún arrepentimiento.