El desmadre vital del lifestyle digital
Lifestyle digital: un concepto que me acompaña desde hace ya sus buenos catorce añitos.
Por aquellos días un muchachito de mente abierta se enganchó a oGame, Travian, Ikariam y WoW; además de entrarle a fondo a unas cuantas comunidades virtuales dedicadas a aprender sobre temas diversos.
Ya he mencionado abiertamente que algunos eran sobre asuntos esotéricos y paranormales; que hubo otros sobre salud y terapias naturales; y no podían faltar los de fans del fantasy. Por supuesto, también encontré unos cuantos dedicados a las relaciones, la seducción y el desarrollo personal.
Empecé a participar, me hice destacado en algunos y gané amistades que me animaron a abrir un blog. Y de ahí, hasta hoy.
Es un resumen genial de mi incursión en el lifestyle digital, ¿verdad?
Pero lo que interesa para este texto no es el pasado, sino las condiciones actuales.
Bueno, mis queridos fluyentes… Voy a ir calentando el terreno para la charla de hoy.
Os propongo abiertamente que discutamos sobre el estilo de vida de la sociedad actual. En concreto, sobre los hábitos saludables e insanos que caracterizan al lifestyle digital y lo que acompaña a tales desmadres.
Lifestyle digital es como yo mismo y cada vez más personas están llamando a la forma actual que tenemos de contactar y conectar entre nosotros mediante las tecnologías de la información. Que, por otro lado, están en auge y no dejan de sorprender con aportes cada vez más curiosos.
Busca las redes neuronales y otros avances en inteligencia artificial, por ejemplo. 😉
¿Y para qué o por qué recurrimos a ese lifestyle digital, pues?
Oh, bueno… Cada uno tiene sus propias razones, y eso me encanta.
En mi caso fueron el aprendizaje y el ocio los que me sedujeron, por ejemplo.
Y es que el lifestyle digital se caracteriza por rebajar a lo bestia las barreras de entrada a distintos entornos. Ya sea para trabajar y generar aportes valiosos a la sociedad; para mantenerse al tanto de nuestras relaciones familiares, de amistad y sociales en general; o para cosas tan sencillas como aprender algo nuevo.
Ahora bien, el lifestyle digital no está exento de sus riesgos…
Y hay uno en particular que me hace preocuparme bastante: el desmadre.
Mi gran curiosidad por esto proviene precisamente de la libertad que nos brinda para organizarnos como queramos.
Pero ahí está el gran problema: el lifestyle digital hace que estemos a matacaballo.
Nos desvivimos para adaptarnos a un equipo de trabajo remoto y a unos clientes también remotos; mientras que nosotros residimos en un cierto sitio.
No sólo eso… Sino que, de manera contraintuitiva, a menudo acabamos lejos de los que tenemos más cerca.
Nuestros familiares y amigos acusan nuestra pérdida a manos del lifestyle digital
¡Y eso que lo único que hacemos es no salir del cuarto donde trabajamos!
Precisamente por eso… Por volcarnos tanto en la intención de crear un lifestyle digital sustentable, cortamos hilos con el mundo analógico. Lo relegamos a una posición secundaria. Lo sentamos en el banquillo.
Y nos dedicamos a acumular horas de lecturas, de formación online para colaborar con y entre knowmadas, de contactos por la red…
Mientras tanto, nuestro cuerpo empieza a acusar los resultados de semejante (auto)abandono.
En el lifestyle digital es muy frecuente dejarte la salud física, social y emocional en la búsqueda de salud financiera
Esto te lo dice uno que lleva años aporreando teclas y quemando internet: los memes joden porque son ciertos.
¿Te suena el meme del informático al que se le reconoce por llevar muñequeras, rodilleras y todo tipo de parches? Pues ahí voy.
El dolor de muñecas y codos a pesar de los teclados y ratones ergonómicos y los colchoncitos. Los dolores de hombros, cuello, caderas, espalda y rodillas.
Todos ellos por pasar tanto rato sentados a lo largo de la semana. ¡Y eso que descansamos los diez minutos reglamentarios tras cada hora!
Viene con pega, por supuesto. Incluso los aparatos destinados al gaming están adaptados para «hasta 8 horas de uso diario».
Cuando uno se suma al lifestyle digital, no te lo venden con las contraindicaciones bien a la vista
Ojito cuidao, que yo no cambiaría mi decisión de sumarme a esto en su día por nada del mundo.
Lo que hago es principalmente llamarme la atención a mí mismo sobre una preocupación que tengo y siento fuertemente. Y si hacerlo en público le sirve a alguien de algo, pues bienvenido sea.
Pero te preguntarás, y con razón, por qué lo hago. Y yo te contesto abiertamente.
Lo hago porque por primera vez en mi vida he pesado más de 65 kilos en una báscula. Y ello tras toda una vida en que llegar a los 60 kilos no era posible para mí.
Siempre he sido delgado, de metabolismo rápido y fibroso. Cada verano bajo un mínimo de 4 kilos a base de simplemente caminar, nadar en la playa todos los días e ir a todas partes en bicicleta.
Y de repente, de un tiempo a esta parte, mi contorno de cintura es de 89 centímetros
Oh, pero por supuesto que esto no viene de la nada. Como he dicho antes, se debe al desmadre de asumir plenamente este lifestyle digital.
Así es como me está afectando a mí:
- El verano pasado, nada de playa y bicicleta. Viajes entre Guadalajara, Madrid y Barcelona. Eventos, quedadas y todo eso… Pero de lo de siempre, nanay.
- Este año tampoco he regresado a las artes marciales. Eventualmente lo haré, pues tengo el deseo de alcanzar mi cinto negro en Jiujitsu.
- Eso de ir a un gimnasio me valió la pena durante el último curso en la universidad. Ahora que me muevo frecuentemente entre tres ciudades, muy baratas y flexibles tienen que ser las cuotas para que me valga la pena acudir.
- Por supuesto, me acuesto y me levanto a la hora que quiero. Por mis propias tendencias personales, y contando con que la mitad de mi público y mi clientela son latinos; son pocas las noches que me acuesto antes de las 3 de la mañana y pocas las mañanas que me levanto antes de las 9:30. Tal vez hacia las 11 si he pasado mala noche.
Por otra parte, quizás lo peor sea esto:
Aunque esta imagen es extremadamente optimista. Estamos asumiendo lo siguiente gracias a ella:
- Que ha salido de la cama, se ha duchado y se ha vestido.
- Se ha molestado en tener algo de comodidad para darle al callo.
- Trata de tener iluminación natural suficiente para no joderse la vista.
- Y trata de tener vistas en las que reposar la mente un rato.
Pero esto no es representativo del común de los mortales que le dan al lifestyle digital.
Me interesa hablar de esto porque sé que mi caso no es único (y en realidad no estoy peor que otros a mi alrededor…)
Si lo menciono públicamente es porque nos han vendido una moto espectacular con esto del trabajo y el estudio en remoto. ¡Y me apetece debatir sobre la cuestión!
Mi nivel de actividad física, igual que el de una gran proporción de los que recurren a este estilo de vida, ha bajado lo suficiente como para que un tipo como yo (que jamás había superado 57kg o el 19 del IMC, al punto de que mi enfermera de cabecera me aconsejaba engordar) ahora ande con tripa por la vida.
Cosa que, por cierto, le debo al último año. Entre las prácticas universitarias y otras vainas, «me hice al asiento».
Pero es que hasta a los más activos físicamente los estoy viendo fondones. Y no creo que sea porque están anidando, qué va.
¿A qué achaco esta problemática?
A un descuadre brutal de mis prioridades. Me ha ocurrido por falta de atención suficiente a lo que le da equilibrio a la alimentación, el descanso y la actividad física.
Cada uno decide cómo intenta lograr equilibrar todas estas cosas en su vida. En mi caso, me he preocupado simplemente por mantenerlas presentes.
No me he molestado tanto en darles un horario estrictamente reglamentado. Y es quizás ese libertinaje el que me (nos) está pasando factura.
Estas son las causas/justificaciones que yo encuentro:
1) Cuando no tenemos un motivo de peso para ceñirnos a un horario, es muy fácil que todo nos patine.
Los que tenéis hijos en edad escolar ya lo tenéis cubierto. Os protege el horario escolar. Y lo mismo va por quienes tienen una rutina establecida que sea prácticamente ineludible, o de la cual se depende en gran medida.
Los que no tenemos gente a cargo nos podríamos salvar si tuviéramos que acudir a un centro de estudios, de trabajo o de terapia. Y no suele ser el caso.
Nos levantamos y acostamos cuando queremos. Entramos y salimos de casa cuando queremos. Nos olvidamos de la gente hasta que nos da la gana acordarnos.
Y por el camino no solemos darle importancia a lo que nos debemos a nosotros mismos.
2) Cuando pasamos demasiadas horas en abstracción total, tendemos a compensar lo que hemos desatendido con atracones y cagando prisas.
Tras demasiadas horas delante de la pantalla y en semi-reposo es muy fácil que nos olvidemos de nuestras necesidades.
Y eso no tendría por qué ser un gran problema… Si no fuese por las sobrecompensaciones.
Pero no sólo hablo de comida. También nos atracamos de actividad física y de descanso.
Y a pesar de que haya al menos un estudio en el que mencionan que se puede recuperar sueño los fines de semana con el mismo efecto reparador que tener un descanso regular y extenso toda la semana… Pues como todo, es mejor si hay equilibrio, siempre que se pueda.
3) Cuando vivimos así, desaparece el ocio. Se va a la mierda totalmente.
De repente dejamos de tener tiempo para echar esas cañitas, o unas canastas entre amigos.
O, por qué no, una caminata hasta el pueblo de al lado para comer y otra de vuelta para bajar la comida…
Y suma y sigue. Desaparecen un montón de cosas que no son «productivas».
El tiempo de enriquecimiento personal queda limitado a reciclajes, formaciones, eventos y networkings varios.
Y si acaso, al ejercicio físico/entrenamiento deportivo de algunos valientes (y de algunos vanidosos, que también).
Como sucede para todo gran problema que lo caracteriza, el lifestyle digital también proporciona remedios
Y en este caso, el remedio que le he encontrado a lo pernicioso que tiene mi lifestyle digital pasa por varias cosas:
- Verbalizar el problema y protagonizar o avivar discusiones al respecto.
- Escuchar perspectivas e historias ajenas, además de las soluciones que les aplican.
- Compartir con un grupo de afines ante los cuales respondo personalmente (en este caso, mis amigos, mi familia y mis comunidades de aprendizaje).
Así fue como llegué a una curiosa solución.
En vez de tratar mis hábitos, tenía que recomponer mi sistema de sistemas
Como se trata de cuestiones a las que atiendo a diario, de una forma o de otra; no se trataba de «meter más cosas» en mi día a día.
Se trata de que todo lo que hago siga siendo suficiente y esté bien organizado. Una rutina de vida balanceada, si se prefiere así.
Por eso es por lo que la cosa ha acabado hablando con Diana y trazando esta hoja de ruta:
- Levantarnos hacia las 9:30. Total, para esas horas ya estamos más bien remoloneando en la cama si descansamos mal. O conversando, besándonos y haciendo pereza si no dormimos tan mal.
- Después de levantarnos, escribimos en nuestro diario lo que pasó el día anterior y revisamos los compromisos para el día en curso.
- Para entonces lo más normal es que ya hayamos revisado nuestras notificaciones y correos, en contra de lo que dicen los expertos en productividad.
Con esto resolvería una parte que no me gusta mucho, que es la del inicio lento del día. Aunque, personalmente, paso de ver poner las calles a las 5 de la mañana.
Para tener ratitos productivos, esto fue lo que decidimos hacer
- Horas de estudio, capacitación y trabajo alternas hasta las 14 horas. Un préstamo del mundo analógico. Si concentramos nuestros esfuerzos en un momento del día concreto, es más fácil que podamos permitirnos reducir las horas que dedicamos cada semana a cada cosa. Siempre que no nos obsesione el tema, ¡que también puede pasar!
- Los martes, jueves y sábados le dedicamos 30 minutitos al ejercicio físico para el tren superior.
- Los lunes y miércoles Diana tiene clases de yoga y de GAP. A veces me cuelgo de ellas, a veces no.
Por supuesto, esto está de puta madre si lo cumples… Pero, para que lo sepas: estoy escribiendo esta misma frase a las 22:55. Y llevaré media hora dando forma a este texto.
- Las tardes, a partir de las 17 horas, están dedicadas a otras cuestiones de trabajo más ociosas. En concreto, a las reuniones virtuales y las presenciales; la elaboración de materiales y contenidos para nuestras comunidades; o cuestiones más sociales. Eventos, por lo general.
Y para terminar el día a gustito, esta fue nuestra idea
- Cenar de 21 a 22 horas, y darnos al menos una hora de paseo. Todos los días, sin saltarnos uno. Va a ser divertido cuadrar esto con las quedadas y cenas en que nos reunimos con nuestra marabunta de coleguitas; ya sean los emprendedores (digitales o analógicos, tanto da) o los de fuera del gremio.
Por supuesto, nuestra intención de acotar nuestro lifestyle digital tiene sus limitaciones y su ventana de mejora
Como todo plan de vida… ¡Faltaría más!
Habrá personas que prefieran disciplinarse metiendo rutinas a la fuerza y sangrando por el bolsillo si no las llevan a cabo.
Algo que, por supuesto, me parece totalmente respetable.
Sin embargo, tengo la teoría personal de que muchas veces pagamos las cosas como un consuelo para el ego, y luego no cumplimos. Porque nos basta con aflojar la mosca para sentir que «al menos lo estamos intentando».
¡Pero no significa que estemos cumpliendo realmente!
Por eso paso de intentar forzarme a apuntarme a un gimnasio, a un club deportivo, a una escuela de artes marciales o similar.
Y menos si no voy a tener estabilidad en términos de movilidad, o de ingresos, o de ambas cuestiones.
A pesar de que a menudo se cumpla que poner dinero en algo es una declaración de intenciones; o una inversión de tu energía y tu tiempo materializados a cambio de recibir unas prestaciones; resulta que los que estamos en el lifestyle digital somos todavía mejores procrastinadores que los analógicos.
Y es que sentimos que tenemos «todo el tiempo del mundo» si queremos hacer algo… Algo que frena hasta al más pintado.
Como ya dije, no se trata de meter más sino de meter mejor lo que ya hay
De ahí que haya escogido integrar mejor en mi día a día todo aquello que ya hago, sin mayores esfuerzos.
Así será como pueda descubrir lo que me hace falta, y dar con el mejor modo de distribuir mi tiempo y otros recursos.
Además, así será como pueda comprobar mejor cómo me resultan las variaciones que se produzcan o lo que introduzca en mi vida.
¡Ahora te toca hablar a ti!
Recuerda que llevo una comunidad y un negocio en los que prefiero que te manifiestes antes que tu silencio.
Un «me gusta», un «compartir» o una recomendación entre tus amigos me sientan de lujo. Y te los agradezco en el alma, pero no me bastan.
Quiero saber cómo te afectan estos descuadres y estos desmadres a ti también. Aunque no seas trabajador remoto ni digital, seguro que algo tienes para compartir, si te animas.
Me apetece conocer las soluciones que has ensayado y cómo te ha ido con ellas.
Y por supuesto, también acepto recomendaciones y críticas constructivas.
Conozco bastantes personas que trabajan con temas de alimentación saludable y fitness para gente que va pillada de tiempo y prefiere gastar inteligentemente en vez de gastar más.
Si eres de estas personas, te animo a dejar un comentario con consejos al respecto. ¡Y puedes darte todo el autobombo que quieras! 😉
La verdad es que ser nómada digital y tener un lifestyle hecho a tu medida es genial, sin embargo no es sencillo cuando ves que tu salud se ha visto afectada, cuando no logras mantener las nuevas rutinas, cuando crear hábitos saludables cuesta horrores porque se nos llena el correo de mensajes, porque tenemos mucho trabajo, porque toca hacer mil cosas y en lo último que pensamos es en nosotros mismos, en que es importante la salud, el ocio y nuestro bienestar.
Vamos a realizar cambios que nos ayude a tener una vida más sana y que nos permita hacer lo mismo y más, teniendo más tiempo para hacer lo que nos gusta realmente. Así que a por todas, por cambios que nos ayuden y que con ello podamos ayudar a muchas más personas 🙂
Con un mes y pico de por medio entre tu comentario y mi respuesta, doy fe de que hemos realizado cambios en nuestras propias vidas y que están inspirando a nuestros círculos más inmediatos.
Ya solamente con la tontería de compartir públicamente que vamos al gimnasio juntos, en vez de cada uno a lo suyo, hemos hecho algo curioso. 😛