Cosas que debes saber antes de pedirme ayuda (o cualquier otra historia)
Este escrito responde al morboso deseo de hacerte saber la clase de personas que más valoro, y la clase de clientes con los que mejor me manejo. Si te interesa mi persona o mis servicios, lo recibirás antes que cualquier otra cosa.
Me estoy adentrando cada vez más en la liga del profesional world class en lo mío.
Si ya me leías a principios de 2014, recordarás que era una de mis metas.
En ese camino me ha tocado decir que no a muchas cosas (y de algunas he llegado a ver que fueron un auténtico pelotazo en audiencia y en facturación; pero si no me convencieron eso es irrelevante). Para mí es más importante ser coherente y aprender a invertir mi tiempo y esfuerzo únicamente con las causas y las personas apropiadas.
¿Qué hice? Bueno… Pasa y te cuento.
Podría limitarme a decirte que aplico lo que explico, pero sería inexacto.
Nunca explico nada que no haya vivido ni comparto cosas que no tengan que ver conmigo.
Así que lo hice más extensivo a lo demás… Y cambié mi foco de atención.
Reduje por completo mi participación en foros, aunque tuve bastante presencia y notoriedad en varios en su día. También la tenía en algunos de sus sustitutos naturales: grupos de Facebook reconvertidos en foro. De todas formas, he reducido mi presencia en ellos por igual.
Especialmente cuando no van en mi onda.
Es muy agotador ser la corriente de lo distinto en un mar de vanidades.
Así que me fui con la música a otra parte.
No sólo he formado mis propias comunidades, sino que me estoy limitando a participar en las que encuentro dos cosas fundamentales: calidez/cercanía/espíritu social sería la primera; y un propósito transformador mayor que esa comunidad y sus responsables la segunda.
Por eso tiendo a ignorar los grupos donde todo lo que aparece son posts de blogs sin ton ni son, anuncios de cursos y productos curalotodo, y esa clase de cosas. E incluso aquellas comunidades donde las personas que participan están motivadas y receptivas a lo mío, pero se hallan estancadas en intenciones victimistas o incongruentes.
Todo como evolución de mi espíritu crítico y mi búsqueda de cada vez más excelencia y responsabilidad.
Mi forma de ser y de expresarme es mi primer filtro para saber con quién sí y con quién no…
Yo me limito a manifestarme lo más abierta y honestamente posible en el mundo.
Eso no significa que vaya a volverme sincericida o a insultar gratuitamente a nadie, sino que contaré las cosas tal cual las estamos viendo y viviendo sin pasar por roscas o filtros de lo políticamente correcto.
Y lo hago simplemente porque veo necesario volver a educarnos en la crítica fundamentada, madura y respetuosa. Eso se ha perdido bastante por estos pagos.
¿Quieres una seña de ello? Ve a cualquier web de internet con contenidos de opinión y tendrás a millones de «expertos opinólogos» diciendo cada cual lo que les sale de los cojones y luchando por tener la razón absoluta.
¿Y por qué iba a ser interesante filtrar audiencias, o incluso amistades?
Por simple coherencia y bienestar.
En su día me venían fanboys y gurús (tal vez lo recuerdes) disfrazados de anónimo a criticarme por criticarles. Por criticar lo que hacían, los medios empleados y los resultados que decidían obviar.
Decían que “yo también vendo cosas” y que quería promocionarme a costa de desacreditarles.
¿Soy el único que no le ve sentido?
Que les critique a base de manifestar mi opinión sin tapujos cuando me preguntan por ellos no es inaudito. Especialmente si tengo experiencias propias y además me he molestado en informarme.
Si veo algo bueno en lo que hacen, no tengo reparo en admitirlo.
Y si tengo que bucear en ríos de inmundicia para encontrar un par de perlas… ¿No es obvio que lo diré también?
¿Por qué hablar de lo que hacen otros y de lo que hago yo mismo de esta manera?
Si me hablas de ser políticamente correcto para llevarme bien con el gremio, te recuerdo que solamente he hablado de los pseudogurús porque me habéis preguntado. Eso y que solamente hablo de lo que han demostrado por su cuenta y públicamente.
No me he inventado nada, y si no lo han eliminado, todo lo que menciono se puede encontrar con facilidad.
Además, al menos me he molestado en tener una opinión meditada y profunda. Pude limitarme a etiquetarlos a todos como mierda regurgitada de cuarta mano.
Pero lo importante es que dejé de hacer tanta crítica de lo ajeno y me propuse dar ejemplo con lo propio.
Si quieres ver cambios no te enfocas en apañar lo viejo o lo que está mal… Te concentras en hacer algo nuevo, y en hacerlo mejor y diferente.
Por ejemplo: a mis antiguos compis de gremio les ves vender individualismo, paranoia, compulsión y antisocialidad; inhabilidad para expresar tus verdaderos sentimientos, intereses y forma de ser; hostilidad contra todo y todos (en especial si te impiden salirte con la tuya); mentalidad manipuladora cuando no psicopática; y un largo etcétera de cuestiones diseñadas para que seas un cliente perpetuo y nunca mejores tu situación.
Además, son como escopetas de perdigones: pegan disparos al vacío sólo para ver a quién alcanzan. De hecho, alcanzan a muchas personas únicamente por la promesa de follar más… O de follar algo.
Y si quieres hacerlo mejor que ellos, lo tienes fácil.
No cuesta mucho hacer totalmente lo contrario, comenzando por enfocarte en un público radicalmente distinto al suyo.
Mis productos y servicios se enfocan siempre a un público muy concreto, pero difícil de alcanzar.
Yo sirvo a quienes no le tienen miedo a currar, comprometerse consigo mismos y afrontar la realidad de sus historias actuales para tomar de la vida misma todo lo que les ofrece… Siempre que vaya en su propio beneficio.
No me oriento hacia los que quieren ligar en discotecas, con la chica de clase, la de la plaza o la del supermercado. Ni hacia los que todo lo quieren llevar al terreno que les sirva para ver si consiguen follar.
Me oriento hacia quienes quieren vivir su sexualidad de una manera más consciente y libre, sin mareos y sin juegos de poder (y si te gusta el rollito dominación/sumisión estás en tu perfecto derecho, aunque no me refiero a esos juegos).
Pero eso es únicamente como parte de la intención de eliminar la guerra de sexos.
También me oriento hacia quienes no ven un enemigo en cada persona que se les acerca.
Es decir, a quienes saben que la palabra rival designa no a un contrario, sino a una persona que usas como contraste para impulsar y medir tu progreso. Por extensión, eso incluye a quienes son capaces de formar parte de un movimiento o de una comunidad aportando a la par que recibiendo.
Desde luego, me oriento a personas con ideas transformadoras y con la fuerza de voluntad para traerlas a la vida.
¿Me has escuchado decir alguna vez, o leído en su caso, que un mendigo con una idea en la que cree y con iniciativa para verla realizada es más rico que cualquier otra persona en este mundo?
Por supuesto, es posible que al mendigo no le hagan falta los recursos de los que otros disfrutan (en algunos casos, de forma tan negligente), o que le baste con poco.
Pero eso que tiene nuestro hipotético mendigo…
- El empuje, la iniciativa y un ideal.
- Algo mayor que su vida misma.
- Una perspectiva de transformación social.
Tener eso es lo que me motiva principalmente a colaborar, involucrarme y trabajar con ciertas personas; y no tenerlo me quita las ganas de hacerlo con ciertas otras.
Hasta aquí nada raro, ¿verdad?
Y evidentemente, me oriento hacia personas que quieren relacionarse sanamente con los demás.
Eso implica que querré tener contacto personal con ellas y que formemos parte de nuestras respectivas vidas.
De ahí que todo lo que ofrezco se estructure mediante grupos y a través del contacto directo (presencial y online, pues le doy a todo).
Me mantengo en contacto, simplemente.
Estoy tan abierto a quedar y tomar algo, como lo estoy a quedar o hablar contigo para conocernos mejor.
Solamente entonces sé si tengo algo para ofrecerte y aportarte a ti (aunque eso acabamos por decidirlo juntos); y en caso de que no lo tenga, también decido así a quién te presento, recomiendo o derivo. Y para esto último, no sigo modas.
Si te conecto con alguien (su obra o su persona, indistintamente) es porque creo en lo que hace o transmite y porque yo mismo me he beneficiado de ello. No un par de veces, sino de forma sustancial y sostenida.
Toda esta configuración viene de mi propia forma de ser y de vivir la vida.
En principio, sigo sin rechazar a nadie de primeras… Al menos activamente.
Los manipuladores, vendemotos, buscadores de milagros y milagreros, y gente sin capacidad de entrega y compromiso en general, desaparecen de mi vida por su propia iniciativa. Igualmente los faltos de autenticidad y los que no pueden soportarla en los demás.
Fíjate bien, pues no digo nada sobre perfección o falta de ella.
¿Por qué?
No te voy a mentir: la sigo cagando a menudo (y de formas espectaculares, en ocasiones).
Si yo mismo me equivoco, no puedo rechazar a nadie por equivocarse (siempre y cuando sus equivocaciones le afecten en exclusiva, y no se extiendan a mí o a mi gente).
Es parte de la experiencia humana. Es natural no ser infalible.
No me asusta, ni me siento menos o peor persona por ello. Si no aprendo de mis errores (o peor, si no me doy cuenta de ellos) entonces es cuando me preocupo.
Por resumir: solamente me mezclo con personas que…
- … quieren asumir sus vidas y hacerse cargo de ellas, sin evadir su responsabilidad.
- … alimentan el amor propio y su identidad personal, por encima de fachadas y modas.
- … quieren ver en el mundo los cambios y los sueños locos que les alientan.
- … tienen un enfoque social y capacidad para comprometerse en causas, además de iniciativa e interés por atender las suyas propias (aquellas en las que más creen).
- … prefieren ser honestos y auténticos, y comprenden y aceptan que las relaciones con los demás son íntimas de por sí (en cierto grado), sean del tipo que sean.
- … no tratan de utilizar todo lo que hacen como palanca para ligar o follar más; y que tienen un atractivo más marcado y singular a causa de su presencia en sus propias vidas y en las de otros.
- … les apetece transformar su vida personal, su vida profesional o su vida en general; pero no a través de métodos y sistemas milagrosos, promesas de resultados fáciles y rápidos y etc. Quieren hacerlo bien, y que les dure, y poder colaborar en vez de depender.
De ahí que mis iniciativas sean un movimiento social de claridad, conciencia y buen vivir.
De ahí que mis programas sean más un medio de inspiración y expresión que una formación, aunque también.
De ahí que La Vida es Fluir sea un lema, un principio y una piedra de toque.
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Y finalmente, aquí manifiesto en público mi compromiso.
Yo voy a seguir haciendo uso de mis comunidades virtuales, y mejorándolas en cada edición.
Nosotros vamos a mantener un rumbo y un compromiso, y tú puedes formar parte de esta experiencia.
Eso sí… No trates de inscribirte si eres demasiado cobarde como para enfrentarte a ti y a tus circunstancias al desnudo. Entra solamente si de verdad lo deseas, y si te vas a volcar tanto como sea preciso.
Si te rindes fácilmente, o si no quieres afrontar tu mierda y convertirla en oro… Evítanos el pendulazo. En este caso, lo que hago –lo que hacemos aquí– no es para ti.
Si te identificas con los valores que rescato y defiendo, y con los cambios en los que creo…
Puedes implicarte desde ya. Tenemos las puertas abiertas.
- Puedes unirte a mi comunidad virtual para emprendedores o a la de sexualidad consciente.
- Hacemos eventos en vivo con cierta regularidad. Infórmate y participa.
- Y por si fuera poco, puedes hablar conmigo directamente y evaluamos nuestra compatibilidad antes de pasar por caja. No cojo clientes con quienes no me gustaría mantener amistad y salir por ahí. Es otro de mis filtros.
¿Te interesan mis propuestas? Basta con preguntar.
Un fuerte abrazo.