Un poquito de por favor…
Estas cosas que me pasan a veces cuando yo campo a mis anchas por el mundo real y por la realidad digital empiezan a asustarme seriamente. En serio, no es que yo me crea de lo más inteligente y capaz; pero se llegan a ver cada cosas…
Clama al cielo el asunto, sí señor.
Dejando aparte el asunto de que hay demasiada gente a quien llamaremos sutilmente «gilipollas encantados de que se lo reconozcan», tenemos los comentarios -y a veces más que comentarios son hechos- que algunas personas llegan a hacer como si tal cosa. Es sorprendente por otro lado que luego haya quien al ver reflejadas sus acciones o sus dichos exactamente de la misma gilipollesca manera que son vistas desde fuera… Se quejen. Sí, se quejen.
Como si les doliese hacer el gilipollas y que les reconozcan el esfuerzo.Pero bueno, la manera que tienen algunos de hacer las cosas despreocupadamente y luego darse por aludidos u ofenderse cuando cualquier otro puntualiza lo ridículo o estúpido del asunto, a mí al menos me habla sobre cierta incomodidad interior.
Sucede que hay tonterías que me chocan demasiado. Por ejemplo…
«Seguro que va a ser demasiado listo y por eso no lo quiere ninguna! Porque nos joden los listos pero no textualmente.»
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Yo me pregunto por la autora de esa afirmación…
¿Será spirante a tronista de esos programas donde va lo mejor de cada casa a partirse los cascos en las ondas públicas, o sencillamente inmadura?
Es un comentario de una señorita a quien no sacaremos del anonimato, hecho a una noticia sobre un hombre de Nueva Delhi que denuncia una publicidad engañosa por parte de la marca de higiene masculina Axe.
Por un lado sí, podemos asumir que el pobre hombre llevó demasiado a rajatabla la fe en la publicidad de que esos productos aumentan tus posibilidades y tus éxitos con las féminas… Pero por otro podemos tomar por ejemplo otro de los comentarios en esa misma noticia. Ahora mismo ese hombre puede haberse ganado el resto de su vida por demandar por publicidad engañosa y daños morales y psicológicos.
No sería la primera vez que pasa. De hecho, para señalar cositas graciosas que ocurren gracias a la publicidad, en esa misma noticia alguien comenta que en España se emitió por televisión un anuncio de un automóvil en el cual el precio se daba en kilos de pepinos.
Yo no sé si es que el aludido en este caso era un gracioso a la pícara manera o se lo tomaría demasiado en serio, pero se plantó con sus dos cojones y con todos los pepinos que pedían… Y se lo tuvieron que dar.
Pero desde luego, que a mí me hace bastante gracia ver respuestas del tipo de esa señorita que mencionaba primero. Pienso yo, así con mi poquito de mala leche… ¿Quién tiene la culpa? Los putos estereotipos. Qué metidita tienen algunos y algunas la idea del «empollón que no liga ni a tiros», señor… Y es de hecho algo indignante.
A quien quiere aprovecharse de ti y de mí le beneficia que haya tanta gilipollez.
Solamente en un mundo tan estúpido como este hay gente capaz de DESPRECIAR A QUIEN SE ESFUERZA EN HACER LO QUE DEBE, y ridiculizar a alguien por su inteligencia o capacidad para razonar… Pero siempre ha sido más sencillo eso que trabajar y esforzarse para ponerse a la par de esa persona. Siempre es más sencillo golpear al clavo que sobresale para que no despunte nadie.
Solamente en un mundo mediocre cabe la gente capaz de no querer a alguien por ser «demasiado listo», en vez de hacer caso del mítico refrán que dice algo sobre un buen árbol y una buena sombra. Pero está claro que la gente llama a lo que lleva dentro y a los que son iguales. Tendemos antes a buscar identidad que diversidad, y la identidad «se encuentra» para algunos -con oportunas comillas- a través de la similitud.
Solamente en un mundo superficial se llega antes al culto al materialismo, y se es capaz de pensar que las claves de la vida (la vida, sí…) las puedes aprender antes de un libro que de la vida misma… Y de hecho llegar a un culto desmedido a todo lo que huela a ciencia, aun a pesar de que llegue a duras penas a catalogarse de «pseudo-ciencia». Es decir, de algo que pretende ser ciencia y en la pretensión se queda.
Si a gente como esta persona que afirma que «los listos las joden pero no textualmente», le diese por pensar (así por un casual, de esos tan bonitos) que luego tienen que mendigar la atención y la ayuda de los listos porque terminan rodeadas de patanes incapaces; quizás se daría cuenta de que la única parte que se jode realmente, es la que le corresponde a sí misma. Aunque siempre encontrarán colchoncitos.
El colchoncito de muchos es el de creerse o sentirse («saberse») capaces de aprovecharse de las personas que sin malicia alguna -probablemente- quieran ayudarlos.
Y aunque siempre va a quedar quien no se deje atar por esas cadenas… El día que una gran mayoría viva de esa manera, preparáos.
Porque nos habrán jodido pero bien.
Podremos soñar, sentirnos dueños de nosotros, libres y capaces…
Seremos sin embargo borreguitos adoctrinados para fracasar en alcanzar todo el éxito y bienestar que podríamos alcanzar. Llegaremos donde nos dejen, no donde queramos.
Y estaremos todavía viendo los esperanzadores casos de aquellos que consiguen alzarse por encima de la masa en los famosos golpes de azar, dejándonos mangonear por una casta política que ofende a la honradez y a sus países, y por convenciones sociales basadas en estereotipos y discriminaciones más radicales de los que ahora existen. Seremos capaces de ver la desigualdad; de provocarla, o de dejar que la haya.
Pero seguro que se nos ocurre una curita para nuestro dolor… Porque nos habrán enseñado que en muchas ocasiones en la vida hay que tragar. Sin otra opción, si lo que quieres es salirte con la tuya, tendrás que dejarte vapulear a veces.
Y al que no traga y se queja, se lo seguirá despreciando. Por ser demasiado listo.
Si existe alguna conciencia superior de la cual seamos un juego o un experimento, me juego algo a que no le faltan ganas de pulsar el botón de reinicio.
Por supuesto, sin guardar los cambios efectuados.
Un poquito de sabor a vinagre para hoy…
Abrazos,
Kheldar