No seas matapasiones

A menudo, nosotros mismos somos lo único que se interpone en el camino de que las cosas nos marchen bien. Y no precisamente por no saber, sino por exceso de complicaciones.

Hoy me gustaría conversar contigo acerca de la simplicidad y la falta de ella, relacionándolo con nuestra vida privada… Y hablar de cómo nosotros mismos podemos matar nuestras pasiones, o dejar de hacerlo (si es nuestra costumbre).

La situación

Es posible que ya te lo hayas planteado por tu cuenta, pero… ¿Te has fijado en lo fácil que es perder contacto con el placer, la tranquilidad y el fluir natural de las cosas, cuando intentas que salgan «como quieres»?

Ya sea que no puedes tener ningún orgasmo con tu pareja por buscarlo de una forma muy precisa, que no puedes tener pareja ni amigos porque solamente te interesa un cierto tipo de persona (o porque no te interesan los demás, sino lo que puedes sacarles), que no seas capaz de avanzar en tu libro, cuadro, canción o lo que sea; por no dar con la expresión perfecta de lo que te llena y no conformarte con menos… Algo así. Seguro que me captas.

El dilema

Sin embargo, es parte de nuestra naturaleza. Introducir cambios y practicar nuestra voluntad es algo tan común que debimos crear una serie de normas para guiarnos. Unas instrucciones (éticas, morales, legales y consuetudinarias), si lo prefieres así, para poder convivir de manera que lo que yo quiero no te joda a ti… Y si es posible, hasta te beneficie.

Eso de luchar contra nuestra propia naturaleza ya lo han intentado durante siglos. ¿A que te suena lo de la moderación, el término medio, la empatía y la compasión? No son las únicas formas de abordar el intento por armonizar nuestras urgencias con lo que entendemos por vivir bien, de manera respetuosa con el medio y con quienes lo comparten con nosotros.

Hoy me he sorprendido con las palabras de mi amiga Anina, que ha dejado plantadas en su proyecto Vive Como Piensas. Ella dice: «No importa con cuántos prejuicios y cartas de restaurante tenga que luchar. Lo que me define como ser humano no es estar en la cúspide de la cadena alimenticia, sino tomar mis propias decisiones. Y yo he decidido ser vegetariana.» No es por el contenido literal, sino por el mensaje ulterior. Anina está diciendo [piopialo]»creo en un modo mejor de hacer las cosas y soy consecuente con ello»[/piopialo].

Una posible solución

Anina ha emprendido una solución relativamente sencilla… Vive como piensa. El problema para algunos de nosotros es que tenemos demasiado enredo en ese hilo. A veces por lo mucho que deseamos (y las formas en que nuestros deseos se contradicen), y otras veces por mera falta de claridad y profundidad.

Entonces, mi propuesta es más bien sencilla, pero retadora.

Relajarse y disfrutar

Cuando viajas, lo único que existe es el viaje. Punto A, punto B y el trayecto. En el tren solamente puedes estar en el tren. En el avión solamente puedes estar en el avión. Lo mismo va por el coche o el barco. El trayecto puede incluir escalas o paradas, pero de cualquier forma… En el viaje solamente existe el viaje.

No obstante, ese tiempo también permite hacer varias cosas con ello. Leer o escribir algo. Pasarse un videojuego antes de llegar al punto de destino. Integrarse con el pasaje en actividades de ocio que se incluyan en el viaje… Incluso dormir.

La vida funciona igual. Si tienes claro de dónde vienes y a dónde te diriges, lo único que queda es el trayecto y la elección del medio y la manera en que vas a recorrerlo. Cuando tienes claro esos qués, los cómos se ocupan de sí mismos. Son la expresión del desarrollo del trayecto. Se van dando sin que nosotros tratemos de tirar de ellos. Y normalmente podemos ver a tiempo cuándo nos estamos desviando, retrasando o estancando… Así que, entre tanto, lo único que debe preocuparnos es comprobar si nuestra resolución se mantiene o varía.

No tiene sentido perseverar en un rumbo cuando nuestros anhelos están ya puestos por entero en otro… Por mucho que diga la inercia. De ahí que haya mencionado a Anina. La inercia de la sociedad (y de su educación, probablemente) le presentan un desafío constante, que es comer carnes y productos de origen animal. Como la cita señala, se tiene que pelear con los menús, las cartas y los establecimientos para encontrar una oferta a su medida.

Anina no va contra la corriente, sino que se desvía hacia otro cauce. Y mientras tanto, se relaja y disfruta. Con eso nos bastaría, pero añadiré algo a la fórmula.

No pongas (tanto) por delante a los demás

Con esto no te animo a que dejes de entregar, ni a que seas egoísta de pro. A lo que me refiero es a algo que me han hecho notar más de una vez mis amantes en distintos momentos de mi vida. El mensaje sería parecido a esto:

«Disfruto solo con verte disfrutar. No necesito que me penetres, me basta con saber que te lo pasas bien conmigo. Que te animo. Que te diviertes. Que lo deseas. Que te excita. Solamente con eso, yo me corro.»

Si te acuerdas, al principio dije que a veces no llegamos a culminar lo que sea que queramos culminar porque nos empeñamos en hacerlo de una forma en particular; tanto que acabamos por evitar que ocurra esa y cualquier otra. La frase que acabo de poner entre comillas va acompañada de otra:

«Cuando estás pensando demasiado en ello, en cómo debería ser, o en cómo te gustaría que fuese… Te impides disfrutar de cómo es en realidad.»

¿Y yo? A veces me lo impido, y a veces no. Actualmente lo único que hago es disfrutar del encuentro e intercambio, y dejar que se note. No me preocupo por hacer que la otra persona sienta algo concreto, ni por hacer que se lo pase mejor que yo mismo, ni por dar una imagen, ni por conseguir un cierto resultado. Del mismo modo, me abro a percibir si quien me acompaña también disfruta. Si no se nota (y no me lo evidencian), pregunto. Y así, en principio, lo resuelvo.

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Sintetizando, todo lo que hago es eliminar complicaciones innecesarias, prisas y molestias. Decido lo que he de hacer y me pongo a ello, disfrutando de lo que venga entre tanto. Y ya que disfruto, lo comparto. Invito a otros a simpatizar (por si no lo sabes o no lo recuerdas, simpatizar significa literalmente «sentir juntos»).

Hay situaciones que precisan de algo más que estas dos premisas… Y exigen tener claro quién es uno mismo, qué es lo que siente, piensa y desea; y cómo conecta eso con la vida que está viviendo.

¿Te sientes capaz de apostar por ello?

Lo peor que te puede pasar es que ganes, pero que no te guste lo que ganes. 😉

Sergio

La imagen destacada es una foto que saqué en un riachuelo a medio camino de Valverde de los Arroyos.

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2 comentarios

  1. Qué bello ver mis pensamientos llevados inductivamente y con tanta elegancia de lo particular a lo universal. Muchas gracias por llevarlo un poco más lejos y, de esta manera, darme la opción de llegar otro paso más allá.
    Me complace formar parte de esta pequeña joya y, a través de ella, de todo el universo Play it Sexy.
    ¡Maravilloso post! (Y no es porque salga yo, aunque eso contribuya a crear un vínculo inmediato).

    1. Estar presente en algo es lo que tiene… Estimula, je. No sé si con elegancia o no, pero por lo menos con premeditación y alevosía. Y puede que con nocturnidad, según la hora en la que escribiese esto.
      No dejes de pensar… Haces el mundo más sexy. 😛

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