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Hazlo antes de que sea demasiado tarde

En este año que ya fina, quería traeros la traducción de un texto de Robert Judge, que me he permitido traducir para vosotros. Espero que os espolee las entrañas de vuestra voluntad, y que para este año que entra entréis en razón, asumáis vuestro compromiso con vuestra existencia, y adquiráis por fin el tamaño que vuestro ser necesita para realizar la vida que de verdad os merecéis. Desde Málaga, os deseo lo mejor para el 2011, sobre todo mayor autoconocimiento, automejora, autorespeto, y autoaceptación. ¡Cumplid vuestros sueños! LUIGI



Hazlo antes de que sea demasiado tarde

Este artículo fue concebido en su totalidad una fracción de segundo antes de que estuviera cerca de ser aniquilado.

A las 18:23, un sábado 15 de mayo, un amigo y yo estábamos sentados fuera en una cafetería. Estábamos disfrutando la luz apagada de un usual y agradable día de primavera. Más tarde, nos pusimos en pie y comenzamos a dar un paseo, bajando por una silenciosa calle. Cuando llevábamos varios pasos lejos de la cafetería, mi amigo señaló a una chica cruzando la calle.

“Hey tío”, dijo en tono familiar, golpeándome con su codo, “Allá va tu próxima novia. Ve a conocerla”.

Yo me reí, pero rechacé el reto: “Nah”, dije, “estoy lleno por la cena. Conoceré a mi siguiente novia esta noche…”.

Antes de que pudiera terminar de excusarme, un ruido de llantas chirrió como un grito insoportable justo detrás de nosotros; el inconfundible sonido de un coche perdiendo el control. Me volví rápidamente, y encontré la cabina de una furgoneta conduciendo hacia nosotros. Antes de que la realidad de todo esto cobrase forma, la caravana giró con violencia y fue a estrellarse de frente contra una tienda situada a no menos de 3 pies de nosotros, quedando dentro de ella estampada. El impacto fue como el de un enfurecido ariete de guerra; la caravana iba a tal velocidad, que las ruedas de atrás quedaron levantadas del asfalto.

Paralizado, me quedé mirando. Un segundo antes la caravana estaba moviéndose, ahora permanecía alojada dentro de un muro. Su destrozado capó parecía un rostro humano rajado, con la nariz recién cortada. Pero en lugar de sangre, la caravana emitía borbotones de gasolina. Miré hacia abajo, y pude ver el mortal líquido negro rodeando mis botas. La puerta del vehículo se abrió con rapidez, y alguien en el interior gritaba: “Está escapando gas, ¡Corred!”.

Los pasajeros huyeron en todas direcciones. Mi amigo me agarró por la capucha de mi sudadera, “Vamos tío, salgamos de aquí echando leches”.

“Sí”, dije estirando el cuello, tratando de encontrar sentido a todo lo que acababa de suceder. “Vámonos”.

Corrimos por la manzana, sin mediar una palabra entre nosotros. En la esquina, un hombre que estaba acunando a un bebé nos miró, y su boca se abrió: “Vosotros dos”, susurró, meciendo a la criatura, “Alguien os ha prestado atención. Tenéis suerte de seguir vivos”.

Fue entonces cuando el peso de todo lo que había ocurrido cayó sobre nosotros. Mi cerebro estaba como un atascado proyector de cine, repitiendo la misma escena una y otra vez en la sala de mi memoria. ¡Maldición! Si hubiéramos caminado a paso más lento, si nos hubiéramos detenido medio segundo antes… Entonces, debido a que el momento estaba ligado con fuerza a la escena, pensé en mi interrumpida excusa justo antes del estruendo. “Conoceré a mi próxima novia esta noche”. Esta noche casi no llegó a existir.

Allá vamos de nuevo, puedo oírte suspirar, otra aburrida anécdota sobre la experiencia cercana a la muerte que hace que alguien se dé cuenta de lo importante que es vivir la vida al máximo. Estás a media razón. Desde luego, habiendo estado cerca de tener mi cuerpo triturado entre una caravana y una tienda en frente, me hizo apreciar la belleza de la vida, sin embargo preferí enfocarlo sobre ese interrumpido momento antes del impacto, el momento de “conoceré a mi próxima novia este noche”.

Como alguien avezado en los consejos para quedar con chicas, la única información real y útil es aquella con la cual puedas cambiar tus creencias negativas. Porque, como todos bien sabemos, tu mentalidad es la que determina lo que piensas, lo cual dicta como te sientes, lo cual, a su vez, decide como te comportas, lo cual, al fin, determina cuán atractivo eres.  Por lo tanto, te transmito mi anécdota de nervios destrozados porque quiero ofrecerte una pequeña distinción en tu mente: la diferencia entre vivir en la esperanza frente a vivir la realidad.

De haber muerto aquel fin de semana, ¿crees que me hubiera ido a la tumba satisfecho de haber hecho todo lo que había querido? ¡Demonios, no! Hay tantas chicas que quiero conocer, proyectos que quiero terminar, lugares que quiero visitar, y cosas y gente que quiero hacer y conocer. ¿Cómo estaré contento cuando sea el momento de mi muerte y el taxi fuera de control haya salvado los pocos pasos que me separaban de él?

Respuesta: Escogiendo vivir mi vida en realidad, no en la esperanza.

Vivir en la esperanza es despertar con la perpetua creencia de que las cosas están mejorando. Es bueno vivir en la esperanza porque sientes como si estuvieras dando los oportunos pasos para mejorar tu vida. Lees libros de auto-ayuda, te unes páginas para recibir mensajes con consejos sobre seducción, ves seminarios y absorbes el conocimiento. Estás convencido de que no eres otro perdedor, sino que estás haciendo progresos.

Pero he aquí el problema. Si realmente no estás haciendo progresos tangibles hacia tus metas cada día, sólo vas a ser otro desilusionado adicto a la información sorbiendo de la teta de la esperanza. Nunca vas a ser auténticamente feliz, ni ser exitoso, y no vivirás con autenticidad. Y en el momento anterior a tu muerte, te darás cuenta de que nunca llegaste a empezar.

Así que, entonces, ¿cuál es la alternativa? La realidad. Debes hacerte una promesa a ti mismo para vivir en la realidad cada día, si quieres realmente vivir tu vida. La realidad puede ser dura, puede ser penosa, incómoda. Vivir la realidad significa vivir bajo la clemencia del rechazo y el fracaso.  Vivir la realidad significa poner a prueba lo que has aprendido, descubriendo si estas emociones buenas que has aprendido son realmente legítimas, o tan sólo humo sin aplicación práctica.

Esto es todo lo que necesito explicar acerca de vivir la realidad. Y si no lo has entendido, no es mi fracaso como escritor, es tu fracaso como un ser humano para aceptarlo. Se te ha dado la vida como un don, preciosamente empaquetada en un extravagante y maravilloso envoltorio de plástico llamado “esperanza”. Es tu decisión si vas a abrir o no ese envoltorio y usar tu vida, o sólo admirarlo desde la distancia. ¿Esperanza o realidad? Esa es tu elección; sin embargo, puede que no te des cuenta de que has escogido la opción errada antes de que en una fracción de segundo seas aniquilado, o casi aniquilado.

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