| | |

Pienso, siento, recuerdo…

Y en esos momentos lo que ocurre es, sin lugar a dudas, un tesoro que cuidar. En estos momentos encuentras la respuesta a muchas preguntas. ¿Que puedo yo querer? ¿Que puedo yo ofrecer? Son las dos más conflictivas que jamás me hice a mi mismo.

A continuación os abro un pedazo de mi ser. Esta es una de mis más poderosas reflexiones hasta la fecha, y creo que después de leerla entera -pues es bastante larga, aviso con antelación-, tal vez haya quien empiece a creer que me he vuelto majara y tal vez otros tantos obtengan la confirmación que esperaban. De cualquier manera, si después de esto alguien me dice que no me abro lo suficiente, lo mataré.

Hay momentos a solas en los que de repente, el recuerdo de un roce y una caricia me hacen estremecer, y dicho escalofrío tensa todos mis músculos mientras logra erizar el vello de mi piel, haciendo que cuente su historia en braille… Como tanto tiempo atrás yo mismo dije, esta vez se trata de mi propia historia. Una historia que no voy a detallaros, pero que voy a tratar de explicar tal como me viene a la mente. Por evocaciones.

Todavia hay quien recuerda haber obtenido inspiración al verme mencionar la historia en braille que puede ser leida del cuerpo de una mujer. Voy a leer mi historia, para vosotros…

Veréis, no hay peor ataque para una persona que el asalto que ejercen sobre dicha persona sus recuerdos. Se habla incluso de personas que han sufrido modificaciones de conducta brutales a base de implantarles recuerdos subconscientes que dispararían en su interior respuestas emocionales y físicas muy diversas… Pero bueno, en este caso mis recuerdos…

Dios santo, si pudiera decir una cosa de mis recuerdos es que ODIO que se hayan convertido en tan sólo recuerdos. Odio ver que muchas de las personas más importantes y significativas en mi vida han tenido momentos estelares… Y digo estelares porque me recuerdan al paso de una estrella fugaz -bello y brillante, aunque también breve-, cosa que me hace acordarme de la teoría de la relatividad…

La explicación que más me gusta para esta teoría… Era acerca de un hombre sentado en dos situaciones muy diferentes: sentado junto a una bella mujer, una hora le parecería un minuto simplemente; en tanto que sentado sobre una estufa, un minuto sería una hora. Y esa es la relatividad, o al menos creo que la explicación más simple de Einstein para su teoría.

Así es como acabo mi reflexión sobre lo que da de sí el tiempo, para dar paso a la cantidad de sucesos diferentes que puede llegar a contener un intervalo determinado del mismo, y el peso que pueden tener dichos sucesos. Me caracterizo por haber vivido cosas bastante intensas -bajo mi punto de vista, ya que no suelo comentar ciertas partes de mi vida personal con nadie- a pesar de la relativa duración del tiempo y las percepciones sobre dicha duración, aunque debo señalar que muchas veces se me hace corto.

De hecho, había una relación que me tomé bastante en serio… Y en dicha relación el hecho más significativo es que ambos contábamos el tiempo por «vidas», en vez de por meses juntos. Pero bueno, la verdad es que… Por desgracia, siempre aparece un final.

Cada final es un nuevo comienzo, decía un hombre sabio. Pienso que este hombre tenía razón… Y lo voy a matizar hablando de la noche en que pensé en escribir esto:

Son como las 5 de la madrugada, todavía no he conseguido dormirme… Otra vez con el sueño cambiado, supongo. Bueno, qué remedio… Intentaré dormir y no coger la consola.

Me doy la vuelta en la cama mientras siento la boca pastosa, los miembros entumecidos, cómo me pica la nariz, y otra sensación más ataca mi conciencia. Esta vez se trata de un perfume. Un perfume de mujer se acaba de levantar de entre mis sábanas, pero nuevamente no puedo discernir si me la juega mi mente… Como aquella vez que me pareció estar delante del ordenador escribiendo y en realidad no me había podido mover de la cama en toda la noche. Esa noche fue angustiosa, por cierto.

Una vuelta mas sobre la almohada hace aparecer un nuevo aroma, el aroma del cabello de una mujer. Me pregunto por qué recuerdo precisamente este aroma. Me estaré perdiendo demasiado en mis sentidos, supongo . Esta mujer sin duda era fragante, o tal vez intensa… El recuerdo aromático es uno de los que mas fuerte se quedan grabados, pero ahora si pienso acerca de ello… Veréis, aún tengo problemas controlando mi olfato y la verdad es que a veces no puedo oler nada, pero otras… Bueno, digamos nada más que agradezco no tenerlo tan sensible como para vomitar por cualquier olor que se me presente, pero lo bastante como para asquearme. El aroma parece envolverme…

Repentinamente, me doy cuenta de un ruido cerca de mi. Esto empieza a ser raro… No sería la primera vez que sueño que no puedo dormir. Me gasto bromas a mi mismo, no soy un tipo muy razonable supongo… En fin, voy a prestar atención a ver qué suena.

Perfecto, una voz susurra endulzando mis oídos. Me dice cosas que no alcanzo a entender… Entremezcla mi nombre con sílabas inconexas, me llama a su lado, me aleja de si. Me busca, me condena, me desea, me odia… Me cago en todo, cuando oigo algunas de las mejores y más bonitas palabras que me han dedicado nunca seguidas de las más hirientes y odiosas. Esto particularmente no lo soporto, así que intento ignorarlo.

Y de repente el ataque redobla su crudeza haciendo llegar a mis labios el sabor y la caricia de una boca de mujer. Una boca que sabe como si la conociera de toda la vida, pero al mismo tiempo sabe a pecado, a desconocido, a nuevo… A algo que nunca, o tal vez nunca más, volveré a tener. Bueno, esto ya parece una jugarreta así que rompo una lanza por mi conciencia y trato de hablar conmigo mismo. La respuesta, me inquieta profundamente.

Mi conciencia me habla de que he experimentado cosas que no me corresponden para la edad que ostento. Me dice que he madurado demasiado deprisa, que me estoy estancando al no ser capaz de comprender a la gente que me rodea porque hacen cosas que encuentro estúpidas. Me dice que mi forma de entender el amor y las relaciones no está en consonancia con la  de la mayor parte de la humanidad y sin embargo me alaba por mantenerme honesto y realista conmigo mismo y los demás… Me anima a continuar en mi empeño de no mentir jamás a una mujer para lograr provecho sexual y sentimental sobre ella (un rico valor moral que he heredado de mis abuelos en algún momento de mi vida).

Me dice que cuide mi relación con mi mejor amigo, y que le está matando sentir que no cuento con él lo suficiente… Y la verdad, debería hacerlo y abrirme a él, pero no encuentro cómo hacerlo sin parecer pretencioso o petulante.  Vaya… Estas sensaciones cogieron un rumbo inesperado. Pero parece que el llegar a estas conclusiones me alivia. Por fin soy capaz de dormirme, pero en mi sueño… Aparece una mujer, como me estaba temiendo.

Una mujer como nunca he visto una igual. Aunque, no sé si decir que por suerte o por desgracia, no es la primera vez que la veo. Atemporal, indiferente y ajena a todo pero increíblemente concentrada en mi presencia, con algo que roza la curiosidad sin abandonar la amenazadora posibilidad de que me ataque en cualquier momento… Pero no lo hace. Así es ella. En vez de eso… Simplemente quita un nuevo velo de mis ojos, y observo asustado el caos a mi alrededor, por todas partes. Me comprime, me estira, me llena, me vacía, me desintegra, me rehace, me ubica en todos los lugares y en ninguno a la vez.

Y mientras, esa mujer me habla. Reconozco en ella todos los estímulos de antes. Era su perfume y su cabello los que yo pude oler antes, era su voz la que me hablaba al oído.

Misteriosa mujer, no entiendo lo que deseas de mi… No alcanzo a vislumbrar la razón que se esconde en el hecho de entrar en mi vida a través de mis recuerdos, mis pensamientos, mis sensaciones, grabarte en mi inconsciente y ser una dulce memoria, una poderosa atracción, una magnética tentación.

Pero te estoy sintiendo intensamente… Te siento, pero no te veo.
No alcanzo a tocarte… ¿A que esperas para aparecer?

Me llega una muda respuesta, que creo que sale de mi propio interior al no sonar para nada parecida ni a la mía, ni a la de esta mujer… Y esa voz, me dice:

«Esta mujer es, sin lugar a dudas, la señal manifiesta de tu locura… Tal vez, piensas demasiado en ellas. No te puedo llamar mujeriego, a pesar del hecho que tú y yo sabemos acerca de encontrar algo digno de amar y admirar en cada mujer si te lo propones, mientras no haya algo que arruine a esa mujer como persona. Tío, el mensaje de hoy es otro: deberías dejar de hablar conmigo al menos por un tiempo.

Es la gente ahí fuera la que quiere escuchar estas cosas, comprenderte, ayudarte si les dejas. Ellos son como tú, tienen sus propios diálogos internos… Pero no creo que pasen de hablar consigo mismos, en cuyo caso serías raro hasta para esto. En cualquier caso, lo que te digo es… Abraza tu locura, y tómala como la seña que verdaderamente representa.

Intenta hacer caso de su aviso… Te has vuelto loco por tu propia persona, por mejorar tu vida y por las mujeres, pero la locura por tus amigos también es necesaria. Los dos sabemos que no les has abandonado, pero no estás dando lo mejor en ese aspecto ahora mismo. Sé valiente. Hay al menos una persona a quien llamas mejor amigo en tu vida que merece que lo seas.

Tal vez necesita encontrarte a ti para darte parte de sí  mismo que desea compartir contigo. Nunca sabes lo que estás impidiendo que pase por no abrirte lo suficiente con las personas que te quieren. Así que, olvídame a mi y a las mujeres por un rato, olvídate de ti mismo, y dedica algo a tus amistades… A quienes pienses que merecen el esfuerzo claro está, pues hay quien, por dejarlo en suave; no puede abarcar tanto contigo y tratar de hacerlo simplemente puede ser tenso y extraño para ambos, y eso no ayuda precisamente. Se trata de superar barreras, no de ponerlas.

Y ahora que me has escuchado, pregunta a esa mujer… Es otra parte de tu conciencia, quizás la que más conocen ahora mismo aquellos que te rodean. Me he dado cuenta de que te gusta, así que puedo afirmar que no te odias a ti mismo en este aspecto de las mujeres a pesar de todas las cosas por las que has pasado, esas que nunca cuentas a nadie porque te parece mejor preservar la intimidad del momento que convertirlas en «viejas glorias».

Venga, pregúntale, y después vendrá el sueño reposado, te lo prometo… Hasta la próxima, chaval.»

Y aunque no sé bien por qué todavía, me da por preguntarle a esta parte de mi ser que sorprendentemente resulta ser una mujer, y que de alguna manera me hace sentir narcisista al sentirme atraído por ella. Ya de perdidos al río, supongo.

Ella no está presente, así que digo, o tal vez mejor sea decir que pienso…

Muéstrate, querida. Nada tienes que temer de mi. Acompáñame, demos una vuelta…
Quiero dejarme cautivar por tu conversación y tu presencia.

Y tal vez, después… Puedas ayudarme a cambiar mi vida.

No esperaba ninguna respuesta a ello, pero esta mujer simplemente aparece, me envuelve, me besa, me aprisiona con su cuerpo y mientras tanto, antes de desvanecerme en el sueño más apacible prometido… Me llega una última frase a la conciencia:

«Sé el cambio que quieras ver en el mundo».

Mi último recuerdo de esa noche es sobre un pensamiento, que fue… «Genial, no sólo acabo de ser follado por mi propia mente sino que encima me cita a Gandhi.»

Al despertar el día siguiente, seguía con esto rondando por mi mente, así pues, decidí sacarlo de la mejor manera que conozco y soy capaz: escribiendo.

Kheldar

Publicaciones Similares

3 comentarios

  1. Miaunchi algunas veces me identifico con alguna frase o algún texto completo y con este en especial, muchas gracias por compartir todo esto, y felicidades por tener tan grandioso don, poco a poco vas logrando grandes cosas, te quiero mucho 🙂

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *