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No todo está en la mente

Hace nada, ha pasado por mi televisor un par de anuncios de series como El Mentalista, Miénteme (Lie to Me), Mentes Criminales, y algunas otras donde los protagonistas estudian la conducta y los procesos cognitivos para evaluar las reacciones de aquellos a quienes persiguen. Al mismo tiempo, son conocedores del lenguaje no verbal, la macroexpresión y la microexpresión del lenguaje corporal…

O como diría una persona que conozco, se fijan en los psico-bocazas. Los chivatos que te delatan cuando no hay concordancia entre lo que dices, lo que haces, lo que piensas, etc. Esto me lleva a reflexionar al respecto de la interpretación subliminal e inconsciente de los llamados psico-bocazas… O incluso el aspecto intencional del asunto.

A este tipo de personas, aquellas que por activa o por pasiva prestan atención al detalle y lo retienen, se los conoce como «observadores». Yo pertenezco al grupo de los observadores pasivos, dado que sin poner esfuerzo en ello acabo por darme cuenta de mis propias observaciones en el momento que los pensamientos me vienen a flote.

No han sido pocas las veces que he hablado del uso y la importancia de la intuición, el instinto y la inspiración… Cualquiera que me haya seguido durante algo de tiempo, lo sabe. Si lo hago, es por una razón bastante sencilla.

Como tal, los mencionados sentidos forman parte de los procesos interpersonales y los procesos intrapersonales. Afectan en cierta manera a nuestra desenvoltura social. Pueden modificar sustancialmente las posibilidades de una relación fructífera y saludable o acercarlas más bien al espectro de un desastre de antipatía y desprecio mutuo.

No sabría asegurar en qué punto cambia este asunto de un espectro a otro, pero puedo intuir bajo mis propias reflexiones que ocurre al tratar de influir mediante la manipulación en las personas que te rodean y sacar provecho de todo de manera deshonesta y despreciable. Al no practicar honestidad y simplicidad de propósito.

Un proverbio del Tao Te Ching dicta lo siguiente:

El hombre sabio, sin acción realiza.

Todos los maestros taoístas que hay, ha habido y habrá jamás… Siempre van a insistir que «sin acción» no significa «sin hacer nada». Esto se lo explicaba así a una persona, hace un par de noches. Os traslado lo que le contaba:

Nunca estoy seguro de haber encontrado las respuestas. Se puede tener confianza en una certeza, pero siempre me reservo una duda razonable. Actúo como creo correcto y hago lo que debo; el tiempo habla después. ¿Qué hago yo mientras? Dedicarme a otros asuntos pendientes; la respuesta a lo que yo haga se produce sin necesidad de que yo este ahí para presenciar cómo ocurre o tratar de influir en lo que pase, cómo o cuando pase.

Esto significa que le presto más atención a mis valores y a mis creencias de lo que la mayoría usualmente suele hacer. Y también debo decir que me hago miles de preguntas acerca de mí mismo, cómo me siento, qué es lo que pienso… Todo por conocer mis percepciones subliminales e inconscientes. Cuestión que me recuerda a un aforismo con el cuál voy a cerrar este escrito por ahora, para dejaros reflexionar y digerir en paz.

El gran taoísta Lin An define así «el camino de la felicidad»:

La gran mayoría de las personas
qué vacía y mal se siente, porque usa
las cosas para deleitar su corazón,
en lugar de usar su corazón para
disfrutar de las cosas.

Abrazos, y feliz semana.

Kheldar

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5 comentarios

      1. Yo tampoco, es sobre persuasión, quería saber si alguien lo había leído, (el libro se encuentra en las librerías en español)

  1. Sin acción=Sin intención. Las expectativas conducen a la frustración y decepción. En cambio, si uno vive bajo posibilidades, aunque algo no se cumpla, seguirá siendo una posibilidad. Como dice mi ‘má, «hacer una cosa, sin dejar de hacer la otra».

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