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Más concupiscible que nunca

Escribiré lo primero que me pase por la mente y no voy a prestar mucha atención a lo que salga, por lo cual esto puede ser una poderosa lección de improvisación y autoconocimiento.  Vamos a ello, a ver qué tal se me sigue dando.

Llevo un tiempo observando crecer mi apatía y mis más bien pocas ganas de relacionarme con el mundo. No obstante, son pocas las personas que se han dado verdadera cuenta de ello puesto que todavía no he llegado al punto donde desaparezco y le niego la palabra a cualquiera. Me enfrento a esto con absoluta tranquilidad… Personas en mi vida pueden atestiguar que no es la primera vez que me ocurre.



He aceptado ya tiempo atrás que funciono por ciclos. En unos tengo -5 de ganas de involucrarme con nadie. En otros estoy en la puta cima y cada vez más arriba. Aprendí a aceptarlos y escuchar lo que tienen que decirme tiempo atrás. Todo momento en la vida tiene algo que enseñar, y son esos momentos donde tan pocas ganas tengo de nada, donde tan miserable puedo llegar a sentirme; los que me han fortalecido y me han dado empuje y motricidad para lograr llegar a donde estoy.

Hay cosas en mi vida que simplemente han sucedido mal por alguna razón que se escapa a mi control y entendimiento. Hoy día me despreocupo y me desentiendo de cualquier cosa que no tenga que ver con aprovechar las posibilidades que se me presentan o resolver mis cuentas pendientes. Vivir pensando en cómo habrían sido las cosas si hubieran salido de otra manera no va a hacer sino que pierda de vista lo que está ocurriendo en el presente, y no quiero tener que lamentarlo en adición al resto.

Ocurre también que varias personas me han reconocido que empiezan a ser capaces de entrever y entender los motivos por los que prefiero conservar mi libertad. Esos por los que no quiero emparejarme ni asumir la responsabilidad de unir la vida de otra persona a la mía propia y crear una vida en común.

Hay quien cree que soy incapaz de mantener ese compromiso, y se equivoca. Puedo mantenerlo. Pero no me veo en disposición de cumplir partes del mismo que considero como las que le dan su peso e importancia. Por dar un ejemplo, no soy capaz de soportar la posesividad y los celos. Pienso exactamente como mi abuela en este aspecto: con una persona celosa no hay quien viva en condiciones.

Me pone enfermo que se me ponga en entredicho y se cuestione todo lo que hago si tiene que ver con mujeres. Es por eso, por no tener que dar explicaciones a nadie que no sea yo mismo (o tal vez en casa cuando vuelvo marcado en cuello o espaldas y es demasiado cantoso el asunto), por no aguantar broncas innecesarias, por no sentirme obligado, arrastrado, encerrado, controlado y vigilado.

Me gusta experimentar la libertad con otra persona (lo que no implica que por mantener relaciones sexuales con una persona quiera dejar de mantenerlas con el resto). Me gusta cuando sientes que en ese momento solamente importáis vosotros. Cuando rompes el tenso tejido de la realidad y escapas por la grieta con tu acompañante. Me gusta simplemente sentir el tiempo difuso. Perder el sentido del tiempo. Los jadeos, gemidos, latidos y embestidas. El roce, su voz, el sabor de su piel, de su boca… Su perfume y su aroma natural. Me gusta sobremanera dejar de sentir el frío o el calor. Estar empapados en sudor.

Disfruto sobrenaturalmente cuando siento… El poder de una emoción y del flujo del momento, una catarsis que abre la puerta al mundo donde dos pueden ser uno sólo. Sincronizados y asíncronos también; contorsionados, desbocados, entregados e inmersos. El cuerpo hablando al cuerpo. Seducción subliminal.

En ese momento, experimento… Placeres tan sólo al alcance de la comprensión y en las esferas del gusto de auténticos sibaritas. No aptos para las mentes enfermas ni para aquellos que carecen de la suficiente atención a los detalles en apariencia insignificantes; pero en verdad bellos, exquisitos y refinados alejándose de la percepción acostumbrada.

Y al mismo tiempo, estoy absolutamente enamorado de la sencillez dentro de tan caótica maraña. El sentido oculto, personal e intransferible. Subjetivo como nada en el mundo. Gozar de ser parte, ser causa y ser efecto del suceso. Exultación al saberse observador y participante. Éxtasis al llevar, dejarse llevar o compartir las riendas.

Mayor satisfacción al saber que esto lo puedo compartir sin necesidad de emparejarme, con prácticamente cualquier persona con la que desarrolle un vinculo lo bastante intenso. Siempre y cuando dicha persona se atreva a soltar lastres y liberarse de las ataduras que frenan y aprisionan su propia libertad… Y sea capaz de aceptarme tal y como soy, sin pretender cambiarme. Puedo compartir todo lo que comparten las parejas sin necesidad de ser pareja de nadie. Y así lo hago desde hace mucho tiempo.

Para despedir el escrito de hoy, lo hago con una cita y una escena en video.

Todo gran amante sabe que, el momento de mayor satisfacción… Viene cuando contempla la delicada flor que se halla abierta bajo su experto tacto.
— Don Juan DeMarco

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Y aquel que tenga oídos, que escuche. Se despide hoy de vosotros, tras una flagrante muestra de su magia…

Kheldar, el Brujo.

También conocido como alien, gato, vampiro, señor oscuro, solitario y asocial, gran bocazas de las verdades hirientes a destiempo, y una larga lista más.

PD: como se puede ver en mi palmarés de «títulos» extraoficiales, soy un ente de caos. Caótico neutral según se cuenta.

PD2: algunas personas querían tener una charla conmigo para enterarse un poco de cómo planteo mi propia vida. Bueno, acabo de ahorrarles unas cuantas preguntas y regalarles unas cuantas al mismo tiempo.

PD3: tal vez os vendría bien el visionado de películas tales como «Don Juan DeMarco», «El Libertino», «El Amante del Amor», «Conoces a Joe Black»… Para alcanzar a comprender parte de lo que os explico aquí. Pero sin duda, es en el metraje de vuestra realidad personal donde habréis de descubrirlo.

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2 comentarios

  1. Ante todo, felicitaciones por la web.

    Decirte que comprendo perfectamente de los ciclos que hablas. No deja de ser curioso que tiempo atrás mi vida era una franja horizontal de emociones y ahora es una montaña rusa vertiginosa. Yo sí he llegado algún día a aislarme porque las personas no tienen nada relevante que ofrecerme(o quizás sea yo el que no tiene nada que ofrecer) y prefiero ser políticamente incorrecto antes que seguir las normas protocolarias de la sociedad.

    Yo me tomo los momentos de apatía como etapa de introspección mientras que los momentos que estoy con la euforia subida los aprovecho para comunicarme con los demás lo más que pueda.

    En definitva, respetar los tiempos de la mente en vez de luchar contra ellos.

    Saludos

    1. Muchas gracias por tus buenos deseos, compañero.

      En esto veo que no actuamos muy diferente. Particularmente, y tal como comentaba hace unas cuantas semanas por este mismo medio… Cuando tengo un momento bajo, es cuando tomo fuerzas. Cuando me siento el más miserable de los hombres, un verdadero «don nadie», es cuando voy a recargar las pilas y a descubrir todo lo que me haga falta para cuando vuelva a estar arriba. Soy de lo más pragmático en esto, tal como viene es como me lo tomo… Y prefiero no luchar contra ello.

      Como has dejado caer, luchar contra ello es lo peor que podría hacerse. Espero seguir leyéndote por aquí.

      Abrazos!

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