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La vida siempre vence

Un título que sirve para recordar que cualquier teoría termina siendo tumbada por la verdadera maestra; lección que muchos necesitamos.

A raíz de todo lo vivido estos últimos años, considero importante transmitir a menudo el concepto de base que mueve La Vida es Fluir, pero hoy lo haré de una manera diferente. Para ello, es necesario que tanto los nuevos lectores como los habituales recuerden algo: yo siempre he rechazado dar pautas y órdenes, y lo he dejado todo en manos de la sugerencia y la demostración. Y no es porque sea «un tipo bastante femenino»…

Tiene una razón de ser con bastante sentido, si estamos lo bastante interesados y le ponemos un poco de empeño para encontrarlo.

Yo, por supuesto, estoy más que abierto a contároslo.

¿A qué se debe que actúe así?

Una sencilla idea cruzaba mi mente en el momento en que lo hice: no hay relación directa entre educación y aprendizaje, igual que no la hay entre acción y resultado. Todo lo que yo cuente o haga no produce necesariamente un impacto en vuestra vida… Por lo cual me limito a invitaros a observar; y a señalar cosas que considero remarcables.

Que me baste con hacer eso responde a una segunda idea: todos podemos aprender sin recibir guía externa, instrucción o pauta alguna. Sin que nadie intervenga salvo uno mismo… Y se puede aprender correctamente, para sorpresa de algunos y extrañeza de otros; si se quiere (es decir, si uno se lo propone).

Y si habéis pasado conmigo el tiempo suficiente, veréis que os invito a unas pocas cosas…

  • Actuar en nuestra vida, tomar parte de ella y aprender de las experiencias que afrontamos diariamente… Sean del tipo que sean.
  • Sentirnos capaces, simple y llanamente, de ser nosotros mismos y ser felices. Así como de autoanalizarse y reinventarse, en caso de querer o necesitarlo.
  • Expresar nuestro mundo interior (ideas, deseos, emociones…) y dejar que ese acto transforme nuestra vida. Que nos oriente, y nos sirva de referencia.

Explicando esto con palabras y a través de un medio escrito, muchos no comprenderán que me estoy parando a destilar experiencias -pasadas y recientes- bastante concretas (y algunas de hecho compartidas con más de una persona de las que leerán esto) para presentar una nueva evidencia… Una más que se sume a esta filosofía.

Así que os contaré la experiencia más reciente y os dejaré hacer la extracción a vosotros.

El sábado pasado (día 23/11) estuve en Madrid para otra quedada.

Acudieron y se quedaron Álvaro, Nacho, Joan, David y Adrián. Apareció también Cristina por un instante. Cenamos y salimos juntos, hasta las 6 y algo de la mañana.

Esos son algunos hechos… Y muy escuetamente reflejados.

Otros sucesos incluyen -por ejemplo- hablar con Álvaro de sus planes de futuro en Madrid, en los que le apoyo incondicionalmente. Dicho sea de paso: si necesitáis un fotógrafo, él tiene bastante maña y no deja vacía la bolsa… Ahí lo dejo.

Volviendo al tema, Nacho propuso el primer sitio donde paramos a tomar algo y hablar entre nosotros. Allí hablamos, reímos y bebimos hasta que apareció David y tuvieron que marcharse todos menos Adri, David y yo. En ese momento se estableció una conversación a tres bandas con tres pilares: desarrollo personal, autoestima/felicidad y relaciones. David y yo comentamos nuestras impresiones y pareceres en dichas áreas, y Adrián aprovechaba para tomar ideas y hacer preguntas…

Toda una experiencia de autocrítica y autoafirmación.

Como la noche se nos hacía suave parados en la taberna, nos movemos a otro sitio los tres. Allí, el compañero  toma las riendas para mostrar a un escéptico Adrián que importa más lo que haces con quien eres y con lo que tienes, que las posibles impresiones que uno tenga sobre lo que otros perciben en ti o harán contigo.

Adrián propuso que le acompañásemos a conocer mujeres desconocidas.

Dicho y hecho…

Miguel abría las conversaciones, y nos introducía a los dos. El papel de David era el de ejemplo de que se puede tomar la iniciativa y mantener una charla normal, tanto como pueden también rechazarte sin tener que herirte… O aceptarte y que la cosa vaya avanzando. Mi papel era el de que puedes no tomar la iniciativa pero ser lo bastante sensible para acompasarte y no romper la inercia del momento…

Que puedes estabilizarla o incluso potenciarla, si fluyes con ella.

Y Adrián se dio una lección a sí mismo: si te dejas llevar por emociones descarriadas, por prejuicios y por creencias limitantes… Las dos chicas que tan bien se sentían hablando contigo y con tus amigos, se quieren largar y seguir a su bola para que no les amargues la noche. Sin más explicaciones. Sin opción a disculpa, en muchos casos.

Roto el buen rollo, cuesta recuperarlo… Eso lo sabemos todos.

Adrián se enfadó porque la chica que le gustaba estaba siendo demasiado simpática con nosotros dos, que se supone que sólo teníamos que presentarles. En lo que tardamos en averiguar que ella estaba soltera, disponible y receptiva; él decidió desesperar. Después de esto, David tuvo un par de charlas con él al respecto, del tipo de las que tendrías con alguien que recién conoces pero quiere ser tu colega.

Yo le pedí confianza y comprensión, aunque le pudiera extrañar lo que pase (que para eso somos amigos desde hace años). Con todo aquello ya más o menos resuelto, y una arenga motivacional impresionante -e improvisada- por parte de David; seguimos la fiesta.

Y lo que hicimos (aparte de tomarnos un par de copas más) fue seguir acompañándole… Seguir abriéndole la posibilidad de hablar con desconocidas.

bellezafemeninaA estas alturas, más de uno estará preguntándose si hubo «cierres».

Se lo adelanto: no. La intención era distinta.

Y tampoco había necesidad: David venía servido de casa y yo preferí quedarme con ellos antes que perderme por Madrid para llegar a la casa de una amiga donde, según ella, estaba con otras dos chicas y un chico.

En cuanto a Adrián… No habría sacado nada beneficioso al condicionar su experiencia haciéndole preocuparse por obtener esa clase de respuesta de los demás. Sería como invitarle abiertamente a basar su bienestar y su crecimiento en una capa de escarcha, frágil y quebradiza… Y hundirse a la primera ocasión que, al romper el hielo, no encontrase la respuesta que busca.

Nosotros no somos la clase de personas que generan autoestima condicional en otros. De hecho, ya sabéis que el «método» que usamos aquí está basado en cuatro actos: autoconocimiento, autoaceptación, autoexpresión y amor propio.

Unas cuantas conclusiones

David y yo quisimos demostrarle lo agridulce de lo incondicional: que las posibilidades son ambiguas, que existe ese 100% para el sí, y también para el no. Ambos extremos resultan igualmente posibles, y son probables en el mismo espacio: hay indeterminación.

Lo único que cambia esa situación son las inercias: la de los que participan del hecho y lo observan. Por lo cual, tu inercia -cuando está bien aprovechada- te puede llevar a aparecer en el mundo de las mujeres y permitirte ser observado.

Lo que a su vez les permite a ellas acercarse a ti, aceptarte y acompañar tu inercia (o poner la suya propia en juego)… El movimiento tiende a continuar si nada lo disipa.

Hasta ahí vamos bien; pero no es la misma clase de inercia (en esencia, dejémoslo claro) la que pone un hombre que se considera un verdadero amante de las mujeres y la vida por atreverse a demostrar sus emociones y su identidad, que la que pone un hombre que se considera seductor por efectuar un acoso y derribo sistemático.

Ahí es decisión de cada uno hacia qué se inclina, pero me gustaría señalar algo.

Si aprovechas mal tu inercia, sólo consigues dispersarte y acabar jodido…

Anulado como persona, como ejemplo de lo mas leve que ocurre (y que cualquiera puede observar).

Y en el peor de los casos, te conviertes en un(a) attention whore: una persona que hace lo que sea con tal de llamar la atención… Casi al estilo de un bufón, pero no tan elegante; sino más bien una versión ridiculizada.

Pierdes todo criterio de sensatez y traspasas límites que no se han puesto para superarlos, sino para no faltar al respeto a los demás. Para proteger su integridad. Para no crear sociópatas a través de tu (mal) ejemplo.

Y no es eso lo que se intenta desde aquí. Por eso no comulgo con ruedas de molino, ni os intento hacer comulgar a los que me leéis… Sino que aporto una perspectiva propia.

Mi visión sirve al propósito de sanar las relaciones entre ambos sexos de manera incondicional

Sanando esas relaciones podemos beneficiar nuestras vidas, y transformar de manera radical nuestro mundo a nivel social. Comparto esta idea con bastantes personas; y la he visto evolucionar gracias a mi amiga Chriselda (stripper, fotógrafa, periodista y muchas otras cosas aparte de una persona irremplazable).

Pero no os la quiero enseñar… Al menos no en el sentido educativo. Sí que os la quiero mostrar, para que tengáis opción a experimentar por vosotros mismos.

Y también a extraer (y aprender) de ahí lo que os apetezca.

Varias opciones que tenéis para obtener esta clase de experiencias pasan por apuntaros a mis servicios: acudir a las quedadas y conocernos a todos; o bien el factor aleatorio (donde cabe toda vuestra creatividad y deseo de aventuras).

Me gustaría recordaros que ahora mismo acabo de plasmar una experiencia personal, y mi manera particular de recordarla y haberla afrontado.

Tal vez os interese preguntaros…

  • ¿Qué habría hecho yo en esta serie de situaciones?
  • ¿Cómo me habría comportado ante el enfado de un amigo, racional o no?
  • ¿Me habría marchado a por un «polvo seguro», o estaría con mis amigos? ¿Hubiera intentado conseguir sexo casual esa noche? ¿Amistades? ¿Diversión?
  • ¿Hubiera ido de after, o a desayunar y para casa?

Y por supuesto, os invito a la próxima quedada que hagamos en Madrid, este fin de semana. Los detalles, podréis preguntarlos a través de mensaje privado en Facebook. Podrás encontrar más abajo una serie de medios de contacto para ello.

Y por el coste no te preocupes, que sólo gastarás lo que consumas.

Así que ya sabes… Este fin de semana estaremos encantados de contar contigo.

¡El resto depende de ti!


 

Una invitación extra:

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Muchísimas gracias por tu atención, compañía y colaboración.

Un abrazo, y vuelve cuando quieras.

Kheldar

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