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Por qué te mueve lo que te gusta: la ecología de la atracción

Bien es cierto que a la hora de hablar de atracción, lo primero que viene a la mente de las personas son las influencias socioculturales. También es muy cierto que la gente le da mucho peso y demasiada importancia a las influencias…

La seducción es el arte de no joder la atracción que ya existe.
La seducción es el arte de no joder la atracción que ya existe.

Tanto, que opacan el poder de las decisiones personales. Y más aún, tanto que obvian la relación de la atracción con la propia individualidad. Con tu particular forma de ser y de vivir la vida.

Hace mucho tiempo, como casi todo mi público sabe; estuve compartiendo andanzas con personas vinculadas a una comunidad de gente que dedica sus esfuerzos a estudiar la manera de resultar más atractivos y exitosos.

Una de sus premisas más repetidas es que «la atracción no es una elección», un mito que me dispongo a reventar en cierto sentido. Aviso de que es una opinión personal en gran medida, pero con la debida reflexión y contraste.

Nadie va a estar más contento que yo si esta perspectiva os ayuda a liberar vuestro potencial personal, y a expresar la parte más natural de vuestras relaciones con el mundo: aquello que causa bienestar en vosotros (y por ende, es llamado «lo que os atrae»).

Un estándar actual de lo que es la atracción

Vamos a comenzar por definir la atracción (según el DRAE):

atracción.

(Del lat. attractĭo, -ōnis).

1. f. Acción de atraer.

2. f. Fuerza para atraer.

3. f. Número de un espectáculo que posee o al que se atribuye alguna singularidad que agrada especialmente al público.

4. f. Cada una de las instalaciones recreativas, como los carruseles, casetas de tiro al blanco, toboganes, etc., que se montan en la feria de una población y que, reunidas en un lugar estable, constituyen un parque de atracciones. U. m. en pl.

5. f. Der. Preferencia de los autos a los cuales son acumulados otros.

~ molecular.

1. f. Fís. atracción que ejercen entre sí las moléculas de un cuerpo.

~ universal.

1. f. Fís. La que ejercen entre sí los cuerpos que componen el universo, principalmente los astros, y que depende de sus masas y distancias respectivas.

Si partimos únicamente de los términos propuestos por la DRAE, vemos que la atracción se limita a ser una acción y la misma fuerza que la hace posible. No obstante, cuando tomamos en cuenta algunos de esos términos propuestos…

Nos abrimos a la posibilidad de que la atracción sea algo relativo al agrado o al interés.

Esto comienza a darnos la pista sobre la libertad de elección en lo que respecta a la atracción… Hasta la fecha, y a no ser que seamos totalmente influenciables; nuestros intereses y aquello de lo que disfrutamos, lo decidimos nosotros mismos.

sensacionesSi lo trasladamos al ámbito de la atracción sexual, ya nos toca meter un montón de variables en el asunto. Se puede resumir en dos aspectos:

  1. Nuestras percepciones (tanto de los sentidos como del pensamiento).
  2. Nuestra propia consideración de lo que es atractivo.

Así es como llegamos a conocer los rasgos externos de la atracción (la parte ajena al individuo que la experimenta); basados fundamentalmente en cualidades de aquello que nos atrae… Y equiparables todos al hecho de proporcionar una gratificación.

Lo que a mí me interesa explorar, va por otros derroteros.

Cómo elegimos la atracción

Para que algo nos atraiga, además de las mencionadas percepciones y consideraciones tiene que haber cabida para una expectativa de gratificación.

Esa expectativa es un constructo mental propio (es decir, algo que hacemos a nuestra propia manera y por impulso propio). Lo normal es que dicha expectativa se base en la reciprocidad del interés y la posibilidad de llegar a una interacción, que desemboque a su vez en un acto de intimidad sexual. Vamos a poner un ejemplo:

Nadie nos obliga a fijarnos en los labios de Eva, las piernas de Laura, los pechos de Marta, la sonrisa de Cristina, la mirada de Ana… Tampoco nos obligan a fijarnos en el afecto de Isa, ni en la picardía de Marina, ni en la energía de Irene, ni en la creatividad de Sara.

Pero nos fijamos. En algún momento, ponemos nuestra atención en ello.

Y de hecho, es porque nos fijamos en estas cosas que ejercen un cierto magnetismo en nosotros. Por esto, es totalmente imposible que sientas atracción por algo que no te llama la atención de ninguna manera… De no ser que medie la decisión.

Cuando te lo propones, puedes encontrar algo atractivo en todo lo que existe…

En especial si por «atractivo» entiendes «algo que me aporte bienestar o placer».

Es probable que las cualidades citadas de las personas que menciono sean agradables de por sí, y eso nos ayude a construir la expectativa… Pero somos nosotros los que encontramos el agrado donde otros pueden sentir repulsión; y decidimos por nuestra cuenta y riesgo apreciar y disfrutar del bienestar que esa observación (y la posibilidad de cumplir nuestras expectativas) nos produce.

Nos queda un vacío importante que explicar…

¿Cómo decidimos lo que nos atrae?

La manera es harto sencilla: establecemos unos cánones.

Se puede sentir la atracción pero no forzarla. Solamente alentarla o disiparla.
Se puede sentir la atracción pero no forzarla. Solamente alentarla o disiparla.

Definimos todo aquello que nos ha proporcionado algún placer y algún atisbo de felicidad… Y así nos orientamos de una cierta manera hacia las personas y las experiencias que lo contienen y expresan. Nos guiamos hacia esa esencia.

A la hora de hablar de nuestros gustos y preferencias, somos más constantes que con nuestros cánones (con los que tendemos a exagerar más). Los ejercitamos de manera más rigurosa, y terminan teniendo mayor preponderancia.

Es por esto que las personas que van totalmente en contra de los cánones de lo que es atractivo, exitoso y deseable tienen parejas y vidas envidiables. Dichas personas poseen cualidades de entre las que nos gustan y nos producen bienestar; lo que las pone por encima de nuestros cánones en la mayor parte de las situaciones.

Si nos lo llevamos a un ejemplo menos ligado a las personas y más a las vivencias…

Podría hablaros de la manera en que me atraen las matemáticas, pero no lo voy a hacer porque sería extenderme en un tema que no domino. Lo resumiré, entonces…

Siempre he dicho que tengo una relación de amor y odio con ellas, que me parecen bellas en cierto sentido pero endiabladamente repulsivas por otro.

Para algunos, mi dilema con las matemáticas lo tienen ellos con la filosofía…

Y en el caso de otros, con las relaciones.

En este último caso… Espero haber ayudado a resolver parte del problema (si alguno hubiera).

Por tanto, y para resumir; esta es la nueva definición de atracción que os propongo:

La atracción es la relación entre lo que percibimos del mundo y la manera en que reaccionamos ante el bienestar que nos produce.

Si os parece bien, podéis hacerme llegar vuestras propias reflexiones y definiciones.

Tengo mucha curiosidad por conocerlas.


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Muchísimas gracias por tu atención, compañía y colaboración.

Un abrazo, y vuelve cuando quieras.

Kheldar

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6 comentarios

  1. EN mi opinión: La atracción es un sentimiento que incita a la obtención de la mayor cantidad de experiencia posible con algo o alguien teniendo la perspectiva o conocimiento de adquirirse una satisfacción con ello. Ej.: Cuando estamos atraídos por una comida queremos comerla, si es un deporte queremos practicarlo, si es una canción queremos bailarla o cantarla, si es una persona queremos hacer cosas que nos gusten con ella, que seria satisfacer necesidades desde sexo, amor, seguridad, protección, aventura, emoción, etc.

  2. Lo primero, artículo muy interesante y elaborado. Enhorabuena, Sergio!!

    Me gustaría hablar del inconsciente.

    No lo nombras en el artículo, pero según he podido leer tiene un gran peso en nuestras decisiones. Creo que un 80-90% de las decisiones las tomábamos inconscientemente. Eso leí, pero tampoco me acuerdo si estaba demostrado. De todos modos, los porcentajes siempre los cojo con pinzas, no me los creo demasiado. Igual será porque compartimos amor-odio por las mates 😉 😉

    Demostrado o no, creo haber decidido cosas de forma inconsciente. Por ejemplo: cuando te gusta una persona y no sabes por qué, o te cae mal de primeras… Nuestro inconsciente capta muchos detalles que la conciencia no puede almacenar, como por ejemplo, el lenguaje no verbal. Al inconsciente acarreaba yo esas sensaciones y gustos, que no sabemos explicar.

    ¿Qué opinas de todo esto, Sergio? ¿Y los demás? (que lo interesante siempre es generar debate y poder enriquecernos todos)

    Un gran saludo a todos!!

    1. Muchas gracias por tomarte tu tiempo para elaborar un comentario tan completo, Javier.

      Estoy encantado de tenerte por aquí, y quiero aprovechar para comentarte que yo también he tenido ocasión de conocer esa perspectiva del inconsciente. Hay quien se afirma en la postura de que nosotros realmente no tomamos ninguna decisión, sino que nos hacemos conscientes de las decisiones que ya se han tomado de manera inconsciente… Totalmente por debajo del radar de nuestra mente activa (la que utilizamos para construir nuestras ideas, reflexionar y etc.), y al parecer, por reflejo. Yo no recuerdo mucho sobre cifras, porcentajes o motivos al respecto, debo decir…

      Y personalmente, me baso bastante en la idea que mencionas en tu propio ejemplo sobre lo que nos inspiran los demás a primera vista o con el trato cotidiano. De hecho, cuando la mayoría de las personas me preguntan acerca de su incapacidad para tener un contacto más abierto, más fluido o más extrovertido con los demás les digo que se hagan conscientes de si de verdad les interesa eso, de si de verdad les interesan las personas con las que trataron de interactuar; o si acaso se estaban forzando e intentaban mecanizarlo.

      Me pregunto lo que opinan los demás lectores, y tú mismo en mayor detalle… Bendita curiosidad.

      ¡Un abrazo!

  3. «Hacemos conscientes las reflexiones que tomamos anteriormente de forma inconsciente» Bueno, pues acabas de resumir mi ejemplo que una línea jajajajajjajajaja. Ese era el enfoque, sí señor. Pero aún siendo conscientes de nuestras decisiones antes tomadas de forma inconsciente, eso no te hace conocer las razones que te empujan a sentir ó creer eso ¿no? Al menos, yo no lo consigo.

    Digo: «Ostia me gusta esto». Perfecto.
    – ¿Por qué?
    – Buena pregunta.

    Tu tercer párrafo me ha hecho reflexionar y lo primero que he hecho es extrapolarlo al mundo de las creencias. Cuando una creencia inconsciente que te oprime la transportas al mundo de la consciencia, tienes mucho camino hecho. Te sirve para pararte y decir:
    – ¿Por que cojo… pienso esto, si ya no soy así? Eso me ha pasado a mi hace poco. Yo creo que hacer consciente una creencia es el primer paso para vencerla. Darte cuenta que ese ya no eres tú, que no tiene sentido tener esa creencia.

    ¿Cómo he conseguido que esa creencia inconsciente hacerla consciente? Pues en mi caso, ha sido muy difícil, no os voy a engañar, porque cómo su propio nombre indica «no eres consciente de que la tienes». Tras probar técnicas cognoscitivas, que yo sólo no he podido realizar con éxito ni de coña, decidí hablar. Sí, sólo hablar. Este tema me perturba, hablo con alguién de confianza sobre él y escupo todo lo que piense. En mi caso, tras meses de conversaciones, llegó un día que escupí algo sin sentido. Lo escupió mi alma, lo prometo. Fue fruto de la frustración que sentía.Y ahí es cuando actuó la otra persona y me dijo: «Tú estás gilipollas o qué. Eso no es verdad. Tú no eres así. Tú has hecho esto, esto y lo otro ¿No te das cuenta?»

    En ese momento, se encendió una bombillita en mi interior qué me dijo: «Lo que te dice es verdad y lo sabes». Día tras día esa creencia se evapora cada vez más. Día tras día se afianzan más mis principios e ideas. Día tras día, muestro cada vez más, todo mi potencial.

    Espero que este comentario os sirva a muchos, por eso lo hago, aunque puede que me haya ido un poco del tema, quizás xD.

    Total, que tener un apoyo al que le puedas contar todo, para mi ha sido la clave de todo. Siempre he pensado que las conversaciones son muy inspiradoras. Que te pueden decir una frase, una palabra y que se te active un chip en la cabeza. Ese chip puede cambiar tu planteamiento directamente ó al menos, invitarte a la reflexión y acercarte cada vez más al cambio. Y posiblemente una de las personas que me ha impulsado a creer eso, a parte de mis padres y mi educación, ha sido Sergio. No he hablado casi nunca con él. Ni falta que ha hecho. Sólo he leído lo que escribía y he notado mucha «resonancia» con todo ello. Vamos, que algo dentro de mi me ha dicho: «Tiene razón, tú también lo sientes así» ó en otros casos, me ha invitado a la reflexión.

    Por eso es tan importante leer, escuchar, escucharte, conversar, sentir y vivir. Por eso, cuánta más gente comente, mejor para mi y mejor para ti.

    Espero tu respuesta también Sergio. Bueno, cuando lo acabes de leer, es decir, cuando ya te hayas jubilado jajajajajjajajaja

    Un abrazo!!

  4. Eso que mencionas como inconsciente son un conjunto de reacciones químicas que se forman en el cerebro. Una vez leyendo sobre el tema, creí entender que el cerebro sabe muchísimo antes que ti mismo lo que vas a hacer. Incluso cuando estás dudando hacer una cosa, ya tu cerebro ha establecido una respuesta y no hay quien la mueva. Para escoger una respuesta se basa en experiencias anteriores y muchísimas cosas más que ahora no recuerdo, en parte es como si nos controlara nuestra materia gris.
    Me ha gustado mucho el post. Y los comentarios, que enriquecen aún más la lectura. Yo creo que la atracción, a parte de hormonal, es cultural. Desde pequeños nos dirían ciertas claves para entender qué te debe atraer o te empieza a gustar algo por imitación hasta que amas eso que en un principio sólo imitabas.Tristemente a veces también nos gustan cosas porque a los demás les gustan y es el canon a seguir para poder relacionarte. También dejamos de desear cosas porque otros ahora sí lo desean, porque queremos ser únicos y si alguien ya te imita dejas de interesarte por algo.
    Personalmente creo que el que nos atraiga algo tiene que ver con que consigamos otro algo a cambio. Puede sonar muy egoísta, pero creo que es verdad. Cuando nos atrae una persona con intelecto y muy profunda queremos que nos comparta sus ideas. Cuando nos gustan las matemáticas, nos gusta que luego saquemos buenas notas, si es al contrario dejamos de apreciar los números y los aborrecemos hasta la eternidad. Cuando nos atrae un cuerpo bien esculpido no exigimos una buena conversación, lo que más nos apetece es un polvo de campeonato. En definitiva, creo que desear tiene mucho que ver con lo que recibimos.

  5. «Eso que mencionas como inconsciente son un conjunto de reacciones químicas que se forman en el cerebro»

    Diana me encantaría que profundizaras un poco más acerca de esto que dijiste, si es que te acuerdas. Me interesa mucho.

    «Una vez leyendo sobre el tema, creí entender que el cerebro sabe muchísimo antes que ti mismo lo que vas a hacer. Incluso cuando estás dudando hacer una cosa, ya tu cerebro ha establecido una respuesta y no hay quien la mueva. Para escoger una respuesta se basa en experiencias anteriores y muchísimas cosas más que ahora no recuerdo, en parte es como si nos controlara nuestra materia gris».

    Te cuento lo que yo he leído acerca del tema.

    Nuestra mente es producto de nuestra evolución. Por eso, tenemos mecanismos que sirvieron en el pasado debido a los peligros y a las amenazas que había, pero que ahora no tienen sentido, nos lastran. Por ejemplo, a consecuencia de esos peligros continuos, desarrollamos un constante estado de alerta. En la actualidad, este mecanismo carece de sentido, pero aún así, lo tenemos implantado.

    Todo este párrafo que me ha quedado tan bien, es culpa del libro «El cerebro de Buda» de Rick Hanson y Richard Mendius. Es un libro que aporta conocimiento científico acerca del cerebro, su funcionamiento, sus partes… y además incorpora algunos métodos budistas para romper con esos mecanismos evolutivos que nos oprimen. Es didáctico y sencillo. Lo recomiendo.

    Respecto a que el cerebro conoce la respuesta que vas a dar antes que tú, que se basa en experiencias y en otras cosas más que no recuerdas… Yo creo Diana, que eso que describes son las creencias. Las creencias son las ideas que tienes acerca de «algo». Esas creencias pueden ser conscientes ó inconscientes.

    Todas estas creencias, como bien has apuntado Diana, se forman a partir de las experiencias. Sí, las experiencias son el componente más fuerte que te ayuda a crear tus creencias porque no sólo las entiendes intelectualmente, sino que las sientes. Incluso, en muchos casos, te han marcado. Pero, a parte de las experiencias, tus creencias se han podido formar por tu educación, por tus amistades, por lo que has leído, por lo que has visto en la tele a través de películas o series, por «ideas sociales»…

    Además, otros autores diferencian entre creencias y convicciones. Las convicciones son creencias elevadas a la suma potencia. Sabes que tienes una convicción, cuando no admites que la otra persona contradiga esa idea. Incluso, te enfadas si lo hace. Esa es la diferencia entre creencia y convicción. Ese convencimiento casi pleno acerca de una idea la obtienes porque has acumulado muchos factores que crean las creencias. Por ejemplo, has vivido muchas experiencias sobre ello, más una educación firme ante ese aspectos, te has informado bastante…

    Por supuesto, todo lo que acabo de contar es totalmente rebatible y cuestionable. No pretendo sentar cátedra ni mucho menos. De hecho, seguro estaré equivocado en muchos aspectos.

    Un saludo a todos!!!

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