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Demasiados bultos bajo la alfombra

Si hay algo que caracteriza a la sociedad actual, es precisamente nuestra tendencia a esconder todo lo que no nos parece bonito, deseable o positivo (especialmente desde que se puso de moda el pensamiento “sonríe o muere”).

Hay algo que no tenemos en cuenta en estos casos: la mierda que uno esconde tiende a enconarse, a descomponerse y a crear mierda todavía peor. Más difícil de limpiar, y con mayores consecuencias.

Otra cosa que no solemos tener en cuenta: todas las emociones que reprimimos o no expresamos por pensar así van a jodernos incluso más. Son el veneno del alma, y no se puede culpar a nadie por dárnoslo. Es cosa totalmente nuestra.

El resultado, por desgracia, suele ser una desconexión de la persona que se castiga de esta manera… Y por consiguiente, todavía mayores dificultades para resolver la situación. Porque, por suerte o por desgracia, somos seres sociales.

Y tanto si es porque nosotros mismos nos alejamos, como porque alejamos a los demás con todo el mojón que podemos llegar a cargar… La cosa está que jode.

Yo no sé vosotros, pero en mi caso he llegado a ver personas que se disculpan (¡se disculpan, tío!) por “pensar tan negativamente”, por tener un sentimiento que se aleja del espectro chachi-guachi al más puro estilo mr. Wonderful y se parece más al de mr. Wonderfuck.

No hay cabida para la tristeza, la ira y el asco.

No caben expresiones de ingenio y de humor que jueguen con lo negativo, salvo que traten de darle un barniz positivo.

Miles de personas no se permiten ese momento de flaqueza humanidad…

Cueste lo que cueste.

¡Lo rechazan incluso en sesión con su terapeuta!

Vivimos en la época de la exageración, las vueltas de tuerca y la propaganda

Eso sí, todas ellas orientadas hacia lo políticamente correcto…

Pero eso, mejor que te lo cuente Dave Chappelle en su excelente show The Age of Spin, que está disponible ya mismo en Netflix. Y el hijoputa sigue logrando que te rías y pienses al mismo tiempo, así que se puede entender por qué le pagan 60 millones de dólares por estos especiales de comedia que lanza en la mencionada plataforma.

Me resulta chocante que pasen cosas como estas. Y más cuando existen estudios que demuestran que necesitamos de todas las ramas de la emoción y de la expresión humana para que podamos encontrar el bienestar.

Igual que me choca cuando les dicen a los cómicos sobre qué cosas está bien hablar y bromear, y sobre qué cosas está feo hablar en sus shows. Por mí, todos estos censores de pacotilla podrían irse a la mierda en procesión y descalzos.

El humor es de los pocos vehículos que tenemos para adueñarnos de los temas potencialmente dolorosos y poder arrojar luz al respecto. Y esto te lo puede contar también muy bien un cómico gallego llamado Miguel Lago. Además, con humor.

Volviendo a lo que hacemos nosotros para sabotearnos…

Hay dos perspectivas éticas dándose de leches en esta situación, entre las que nos debatimos constantemente sin encontrar un punto de equilibrio:

Una es la ética hedonista llevada al extremo, que no atiende a cualquier cosa que no aporte placer. En ese sentido, no se diferencia mucho de cualquier ética que busque suprimir alguna de las pasiones; o todas por completo, como la estoica.

Otra es la ética eudemonista, tomada tal cual. Esta es la que habla de reconciliarse con todas las partes de uno mismo y darles el merecido papel dentro de nuestra historia. Sin esconder nada bajo la alfombra, y más bien tendiendo a ventilar cuando hace falta.

Lo realmente deprimente de todo este asunto es que no haya una respuesta para el deseo de romper esta tendencia, que cada vez es más evidente.

O mejor dicho, que la respuesta que hay sea cambiar el tipo de envoltorios que le ponemos a nuestra mierda, para que no lo parezca tanto… Y hasta tratar de sacarle provecho.

Algunos la visten de Ferrero Rocher (de bombones envueltos en papel dorado, vaya) y tratan de alimentar al resto con ella. Otros te la venden como abono para las fresas; y otros cuantos más ya están contentos con regarla por todas partes.

El caso es que nadie se ocupa de su mierda como debería, ni de dejar de producir tanta.

Una mierda que puede venir precisamente de sentirnos estancados en algún sentido, reviviendo situaciones del pasado constantemente, y olvidándonos de avanzar aprendiendo de lo que nos ocurre. Con cautela y con valentía. Sin prisa pero sin pausa.

Puede que venga de habernos desligado de un Yo Mismo que no creíamos que llegaríamos a ser. De que se rompan todos nuestros planes y esquemas, y no encontremos cómo reconducirlos.

De que las personas en quienes poníamos nuestra confianza, nuestros empeños y nuestros desvelos, de repente ya no estén… O nos hayan fallado en algún sentido.

De que, a pesar de tenerlo todo a nuestro alcance, nada parezca servirnos. O en casos peores, de que no sepamos decidir ni afrontar las consecuencias de una decisión.

Y puede que venga de mil cosas más, imposibles de predecir.

Cada uno sabe de dónde provienen sus demonios. Todos tenemos claro la mierda que llevamos en la mochila, la que hay bajo la cama y la que esconden las alfombras.

¡Así quién tiene cojones a vivir sin maquillar su vida!

Ahora bien, como le dijo el ángel a Merlín en la obra de Stephen Lawhead, todo puede resolverse contándolo y la única dificultad es abrir el grifo. Cuando lo haces, brota por sí mismo hasta que se acaban tus inquietudes.

Somos lo bastante inteligentes en cuanto a nuestras emociones como para no quedarnos con nada que nos pueda quemar por dentro.

Todo lo que lo retiene es una simple decisión.

Y la mía fue abrirme y dejar que salga todo. Sin cortar.

La belleza y la bestialidad.

alquimia-1
El retrato de la idea. Sapos y culebras, flores, mariposas y cosas hermosas. Dejar que todo salga.

Por eso le pedí a mi amiga Sara (Pimpilipausa o Pimpi para los cercanos) que ilustrase este pensamiento, y su retrato terminó dentro de Alquimia Mía. Con el bonito añadido de que a ella se le da genial dibujar la figura femenina.

Y por este cambio de actitud, también pegué un giro en mis proyectos personales que me llevó a crear la Comunidad. Es un espacio donde se admite toda expresión de humanidad, desde el respeto y la aceptación.

Lo único que no está permitido es intentar adoctrinar al resto de las personas que participan, porque favorecemos el contraste de ideas y el pensamiento libre.

Personalmente, trato de presentar todas las opciones y perspectivas al respecto de cualquier tema que surge, y cómo me afectan o las experimento a diario (si procede). Animo a todos allí dentro a hacer lo mismo. ¡Y se atreven con ello!

Es decir, que he logrado lo impensable.

Aunque sea en un pequeño reducto de la sociedad…

Aunque sea en un espacio privado, y únicamente entre nosotros…

Nos atrevemos simplemente a Ser.

Mejor dicho, a traer la humanidad a la mesa.

Encontramos la seguridad en la incertidumbre. Nos hacemos fuertes mediante el desafío constante a nuestras creencias. Nos nutrimos del crecimiento que aporta esta forma de relacionarnos.

Y este mes, terminamos con el tema del Lado Oscuro…

Este texto ha sido el colofón por mi parte. La última reunión que lo trabaja, la tendremos este fin de semana. Y el siguiente, rotamos al que votemos.

En la charla regular del sábado hablaremos de autosabotaje, saturación, indefensión aprendida, parálisis y letargos, incapacidad crónica para decidir, autocomplacencia… Y todo lo que surja al respecto.

Hasta el 31 de marzo, el tema seguirá vigente dentro del grupo. Los miembros empezarán a publicar lo que han descubierto sobre su Identidad y su Lado Oscuro hasta donde se atrevan.

Y cuando acabemos, lo usaremos para impulsar lo que venga después.

Para saber de ti después de haberte contado todo esto, te pregunto:

  • ¿Expresas con facilidad tus emociones, o necesitas alguna excusa para ello?
  • ¿Cuándo fue la última vez que te la jugaste a decir algo que sentías, a pesar de las posibles consecuencias?
  • ¿Te sale mejor cuando no tienes nada que perder al hacerlo?

Deja tu opinión en los comentarios.


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