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¿Cuándo debe entrar en juego la sinceridad en una relación?

Este año me estoy entreteniendo en volver a ver todas esas series que me gustaban en épocas pasadas y comprobar si me producen las mismas emociones que recuerdo. Con total sinceridad, noto que han cambiado, aunque la línea de fondo se mantiene.

En muchos casos, experimento cosas más intensas y elaboradas que cuando las conocí por vez primera. Veo cosas que antes no veía, tal vez porque no era consciente de ellas y no tenían un lugar en mi foco de atención. No me provocaban ninguna respuesta porque no había nada donde pudieran arraigarse. Pero ahora al parecer lo hay.

Este mes le ha tocado el turno a Miénteme, y en menor medida a El Mentalista.

FB_IMG_1501335402945 En ambas, una persona con increíbles dotes de observación y análisis las emplea para deducir y resolver la culpabilidad en casos criminales. Y casi siempre lo hace dictaminando quién dice la verdad y quién miente (obviamente).

Por eso, y por otras razones, el tema del día será cómo y cuándo abrir la caja de Pandora practicando la sinceridad. No te pierdas esta entrada por nada del mundo. Especialmente si bailas en el límite entre sinceridad y sincericidio.

El tratamiento que le dan a la sinceridad en televisión es, cuanto menos, entre misticismo y mítica

Según el formato, es un arma arrojadiza para los noticieros, tertulias y ciertos shows.

También es un elemento para especiar la trama de la serie o película de turno… Y es en estas últimas en las que me quiero centrar.

La primera vez que entré en contacto con esas series y películas que digo; TODAS las personas que conocía en la industria del ligue estaban súper emocionadas y bastante obsesionadas con el tema de aparentar sinceridad sin practicarla, y obligar a los demás a sincerarse.

El motivo era claro: se les acababa de abrir un universo nuevo para elaborar materiales vendibles bajo el gancho de poder conocer a los demás y manipularlos con maestría. Por suerte, las cosas tomaron otro rumbo.

Ahora te cuento por qué parece que todo se haya vuelto a alinear en esa dirección. Y lo haré con un alarde de sinceridad por mi parte.

Es complicado vender la sinceridad, y venderse desde la sinceridad

La sinceridad asusta y disgusta. Sin embargo, como en su día dijo Lao Tsé, el autor del Tao Te Ching: «Las palabras bellas no son sinceras. Las palabras sinceras no son bellas.»

En otra serie, Mentes Criminales, citan esto con un poco de flexibilidad: «No todas las palabras bellas son sinceras, ni todas las palabras sinceras son bellas.»

Así que es muy habitual que tengamos el instinto de evitar incomodar a los demás… Y por evitar practicarla con regularidad, perdemos la facultad para distinguir la sinceridad del sincericidio.

Te ilustro con un ejemplo personal conversando con mi pareja acerca de la sinceridad

En el momento de crear este post, llevaba unas semanas conviviendo con Diana en Barcelona de continuo. Me vine aquí a desconectar de las últimas obligaciones que me quedaban con la universidad, a pasar unas vacaciones y aprovechar para hacer el trabajo necesario para transformar nuestra Comunidad de Aprendizaje en lo que es hoy.

Para mi sorpresa y regocijo, no nos limitamos a trabajar encerraditos en casa. Estuvimos visitando lugares y conociendo a personas nuevas, al menos para mí. Diana ya había tenido contacto con ellas anteriormente.

De pasar tiempo con todas esas personas nuevas, de compartir con Diana y de volver a ver estas series, se creó el tema de hoy.

Me surgió una pregunta mientras íbamos a la compra y hablábamos de todo eso…

¿Cuándo es el momento de que la sinceridad entre en escena?

Y así, nos hemos embarcado los dos en la tarea de responder a esta pregunta.

Estoy seguro de que ella lo hará más personal y concreto que yo.

Más que nada porque yo trato de ser sincero de manera radical, desde el inicio. Y la única forma en que me cuido de serlo es si no me siento en confianza a tu alrededor.

Esto, más que sinceridad, es un sincericidio.
Esto, más que sinceridad, es un sincericidio.

Cuando no tengo la seguridad de poder hablar sin tapujos en tu presencia y que seas capaz de soportarlo, es cuando me corto. Nunca de otro modo. Eso, por supuesto, se traduce en conversaciones de lo más interesantes.

Por eso prefiero hablarte de ellas, en vez de simplemente opinar y fuera.

El otro día, por ejemplo, me dio por tirarle de la lengua a una chica tras decirnos, durante una sesión de mojitos, que había roto con su pareja recientemente.

Al parecer el muchacho no reaccionaba a las indirectas ni a las bolas curvas, y ella no fue directa  hasta el momento de decir «aunque todavía te amo, te dejo, porque así no puedo estar contigo» (pero eh, eso en mi opinión tras atender a su forma de contar el asunto, que igual tú la oyes y piensas otra cosa)…

Y claro, ¿así cómo cojones no voy a querer indagar?

Ella me decía que el problema es que necesita a un hombre de verdad al lado, y cuando le pregunté con franca curiosidad qué quería decir con eso y cuál era su concepto de un hombre de verdad, me definió la clase de hombre al que muchas personas no dudarían en tachar de tóxico: un tipo presente, arraigado y omnipenetrante.

Esto para ella es tan sólo eso que dice querer: alguien capaz de ser tan intensamente masculino como intensamente femenina cree ser ella. Y eso es sincero en dos sentidos, porque te habla de lo que opina de sí misma y lo que anda buscando y abierta a recibir.

Ahí no hay mucha trampa ni cartón…

Como quien dice, cuando hay sinceridad sabes a lo que te expones; y tú verás si te quedas.

Donde de verdad te la juegas es en otras andanzas.

¡Te cuento, maruja!

Otro muchacho nos hablaba también sobre el miedo a abrirnos que experimentamos algunas personas, y en concreto, la cosa se volvió interesante para mí cuando nos contó que su mejor amigo y él discutían acerca de la facilidad que (bajo su criterio y percepción) tienen algunos hombres para mantener una relación abierta y discernir entre el sexo y los sentimientos.

Decía que al debatirlo les parece que las mujeres no lo tienen tan fácil para separar ambas cosas y que, a la larga, ellas salen peor paradas. Y me dio algo para pensar, porque mi experiencia le da la razón (a veces) y se la quita al mismo tiempo (también a veces).

Cada uno cuenta la peli según le va en ella… ¡Tenlo en cuenta!

En mi experiencia, cada vez más holgada por los fregaos en los que acabo metido, siempre hay dos tipos de situaciones en las que se abre la posibilidad de pasarlo mal.

La primera es la de la persona que acepta y comprende lo que se le ofrece y lo toma tal cual es (as it is, que dirían los ingleses en una garantía).

Y la segunda, es la de la persona que toma lo que se le ofrece pensando en cambiarlo para salirse con la suya. Al estilo de «a este me lo camelo yo como quiera, y no tardando mucho».

El precio del silencio y de la inacción es tener que tomar decisiones más drásticas, o pasar grandes apuros sin necesidad.

En la primera situación lo pasarías mal si te falta sinceridad y valentía para plantear un cambio de tercio, si ves que la cosa toma otros rumbos. No es raro terminar enamorándote de alguien con quien solamente querías pasarlo bien, y el temor a ser rechazados y perder lo que ya hay por hablar de más nos frena muchas veces.

Y eso si no tienes la mala suerte de dar con una persona filofóbica… Entonces, cágate.

El precio del autoengaño por pensar que puedes más que el otro es distinto.

En la segunda situación lo pasas mal cuando las cosas no salen como planeabas; lo que generalmente sucede porque la otra persona es más firme y menos maleable de lo que creíste al principio.

Es decir, que muy probablemente este chico del segundo ejemplo estaba hablando de personas que no querían una relación abierta ni de coña, pero estaban tragando con el tema con tal de tener la oportunidad de enganchar al otro y convencerle de cambiar de idea.

Y es muy probable también que el motivo de las aludidas chicas para pasarlo mal fuese que les salió el tiro por la culata.

Te lo digo sin anestesia y por la directa: si sale mal, es porque tiene toda la pinta de ser egoísmo insano y falta de comunicación auténtica.

De hecho, apostaría a que buscan tener precisamente lo que sea más socialmente aceptado y políticamente correcto tener en ese momento de sus vidas… Porque es lo que hace la gente que quiere complacer y resultar deseable: buscarse moldes en los que encajar, en vez de crear los suyos propios o prescindir de ellos.

La autenticidad es la valentía de practicar la sinceridad extrema sobre, para y con uno mismo.
La autenticidad es la valentía de practicar la sinceridad extrema sobre, para y con uno mismo.

Con lo cual, no te extrañará nada que la respuesta a mi pregunta inicial (esa que da título a este texto) sea que la sinceridad debe entrar en juego en una relación desde el principio, y es más, que debe tener la mayor graduación posible que permita la confianza y la comodidad que tengáis entre vosotros.

De otra forma, te encontrarás teniendo miles de peleas sin sentido y teniendo que soportar que todo el mundo te tache de inmaduro, de capullo o de lo que les salga de las narices.

Al fin y al cabo, todos tienen una opinión y todos quieren tener la oportunidad de opinar. Aunque no tengan ni puta idea porque les ha llegado un refrito de cuarta o quinta mano; y porque, por supuesto, tienen que tomar un bando.

¿Y cómo se puede vencer en esas lides de la sinceridad o la falta de tal?

La primera norma es la de la Claridad.

Cuando escribí Todo, menos marear, lo hice pensando en que una gran parte de los problemas de las relaciones de hoy (sean amistosas, laborales o sentimentales) son los mareos y la tendencia a tratar de quedar bien a toda costa, escondiendo nuestra identidad y nuestros deseos reales.

En aquel entonces, la palabra «mareos» no se usaba con tanta frecuencia para llamar a estas situaciones. Hoy por hoy es más usada que la expresión «está jugando conmigo». Dejo a tu criterio el pensar en lo que significa eso.

La segunda norma de la sinceridad como valor capital es la del intenso realismo.

En otras palabras: volverse dolorosamente consciente de cómo va la vaina. De cómo está la película. De cómo anda el percal. Y no aceptar que te pongan gafas color de rosa.

Hoy por hoy sucede que la gente trata de ser más abierta y directa, y a veces hasta lo consigue. Quizás debido a que hemos protagonizado un salto hacia esa libertad para hablar de lo que nos interesa y nos afecta sin ser juzgados o ridiculizados por ello…

No demasiado, al menos, porque todavía resuenan los ecos de situaciones como «contigo no, bicho». Porque en ciertos espacios todavía no se puede hablar de según qué temas; no sin que el resultado inmediato sea que te crucifiquen.

Ahora, los límites para todo son más difusos, como decía Robin Thicke en su famosa canción.

Y por eso a veces la tercera norma es tener los propios límites claros y dejarlos claros al resto.

Así, quien se quiera prestar al juego de compartir contigo sabe bajo qué reglas se juega; y puede decidir si se presta o no con mejor criterio.

Es, por decirlo así, un egoísmo positivo.

Y es un buen comienzo para prepararse de cara a la experiencia de entrar en espacios donde van a desafiar tus ideas y tus creencias; y donde deberías esperar que hagan precisamente eso…

Como la universidad, un grupo de buenos amigos o una comunidad.

Por ir sintetizando el texto, diremos esto acerca de la sinceridad como elección vital

Hay ciertos momentos y lugares donde lo que deberías exigir es que te saquen de tu propia madriguera y te acompañen a ver el mundo; aunque entiendo que la gente suele preferir la palmadita en la espalda, la mamandurria y la frase que popularizaba el Señor Lobo.

Así pues, el resumen es: claridad, intenso realismo, y egoísmo positivo.

Y a partir de ahí, autenticidad y apertura.

Todas esas son ideas para vivir desde la sinceridad que detallamos dentro de Comunidad Fluyendo con el workshop de Identidad y los programas Comunicación Auténtica y Relaciones Auténticas.

¿Cómo podrías profundizar en la sinceridad y trabajar este valor?

En breves, y para ir picando vuestro apetito, realizaremos una serie de textos y charlas hablando de los temas que más nos han tocado de cerca y que mayor interés despiertan en nuestro público y nuestras amistades blogueras, coacheras, mentoras y en definitiva humanas.

El primero de mis aportes tocará un tema muy intenso. Lo hemos llamado Sobresalir y Salvarte del Martillazo.

El post original del que proviene es este: «Crónicas del acoso a la Autenticidad (o por qué no vas a sentirte nunca a gusto entre personas que practican el autoengaño cuando lo que tú buscas es Claridad)«.

Si quieres participar de esta charla y del resto, que son igual de tremendas, aquí tienes el enlace para conocer mejor la Comunidad y suscribirte: #ComunidadFluyendo

Quedada Comunidad Fluyendo. Febrero 2019.
Aquí estamos los miembros a tiempo completo de la Comunidad. Si me ves tan doblado es porque acabábamos de cenar, y ya desde antes de salir del restaurante noté que me iba a sentar mal lo que comí. Fue una historia divertida, esa. ? En cualquier caso… Esto es lo que hacemos. Familiaridad, compañerismo, conexión, acompañamiento. Nutrimos la Comunidad y nos nutrimos de ella. ?

¡Bochinche time! La sinceridad se predica practicándola. ?

Por hoy me parece suficiente charla. Voy a ir cerrando el texto para continuar mi labor en el 3er Congreso Sexualidad Consciente.

Este año sigo dando mi apoyo desde el backstage además de aportar una ponencia. Me encanta como oportunidad de crecimiento profesional.

Es un desafío interesante, aunque no me metería a profesional de la edición de vídeo, que es una de las cosas que ando haciendo.

Mientras tanto, ¡seguimos trabajando para potenciar la Comunidad Fluyendo! En concreto, Diana y yo estamos recreando Al Encuentro de tu Sexualidad.

Este programa es un original de Diana, y era únicamente para mujeres. Ahora, nos proponemos tratarlo de nuevo desde un grupo mixto y con la magia de las comunidades de aprendizaje impulsándolo. Y si hay suficiente aforo, me planteo crear un círculo de hombres aparejado al mismo y a la Comunidad. Le preguntaré a Diana si quiere hacer el de mujeres. ??

Sed buenos, que no tiene precio y a la vez no cuesta nada.

Y para finalizar, contadme en los comentarios vuestras aventuras con la sinceridad. Sabéis que me interesan.


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5 comentarios

  1. Muy interesante el artículo que nos propones Sergio.

    Sinceridad o “medio sinceridad”, en una relación de pareja, quizá en la pareja sea más necesaria la sinceridad que en otro tipo de relaciones, ya que cuando se supera la “luna de miel” ¡BOOOOM! pasa lo que pasa, que han vivido en una mentida simplemente por aparentar y quedar bien con la otra persona, sin ser conscientes que no puedes estar toda la vida ocultando tu autenticidad para adaptarte a lo que quizá sea una persona que al igual que tú no esté siendo sincera… vamos que la relación precisamente auténtica no es por ningún lado 😉
     
    Cada uno tenemos nuestra propia percepción de lo que sucede, de lo que vivimos, de lo que es ser sincero o no. Decimos que nos gusta la sinceridad, que las mentiras no llevan a ningún sitio, o como se suele decir; se pilla antes a un mentiroso que a un cojo ¿pero realmente lo pensamos, o lo decimos por quedar bien y demostrar que nosotros somos sinceros sí o sí? Aunque luego seamos los primeros en no serlo.

    Estos días he estado leyendo una novela, en la que terminaba con las siguientes preguntas ¿qué sucede cuando te callas para no hacer daño, cuando ocultas información para que el resto experimente su propia vida? ¿Debemos ser generosos con los demás y decirles todos nuestros pensamientos? ¿Debemos compartir todo hasta el punto de dejarnos sin ningún secreto qué contar? ¿Se considera mentir no vaciarte por dentro? ¿Es incompatible vivir con la verdad y ocultar información?»

    Ahí lo dejo para que reflexionéis… 🙂

  2. Bueno os dejo mi reflexión sobre este articulo la mar de interesante para las relaciones.
    ¿Cuándo debe entrar en juego la sinceridad en una relación?
    Creo desde mi punto de vista que la sinceridad va de la mano con la confianza y ambas son la base de una relación de pareja.
    En la frase con la que comienzas que en su día dijo Lao Tsé, el autor del Tao Te Ching: «Las palabras bellas no son sinceras. Las palabras sinceras no son bellas.» la posición desde donde vienen las palabras sinceras importa porque no es lo mismo que vengan desde un juicio, «porque tu lo que tienes que hacer, decir..» a la posición de un «ponerse en los zapatos del otro» y con respeto y amor decirlas que aun así pueden no ser bellas para la otra persona.
    Por otro lado un trabajo sobre tus principales valores te va a dar claridad para poner esos limites tanto en las relaciones como en todo lo demás.
    Un abrazo sincero

  3. Hola Sergio! Vaya tema complicado para algunos y fácil para otros, creo que la sinceridad debe entrar en juego siempre porque de lo contrario no existiría una buena comunicación y nunca se llegaría a buen entendimiento.

    Pero como lo dije tema complicado porque depende mucho de cada persona, de que nivel de sinceridad y compromiso se tenga en la relación para abrirse completamente y expresar todo el sentir sin miedo a que la otra persona se lo tome a mal.
    Abrazos!

  4. Gran tema este de la sinceridad Sergio, y es que por una supuesta sinceridad a veces las personas dicen o actúan desde el puro egoísmo de creerse estar en el poder de la «verdad». Por sinceridad se puede dañar a quien sea, tanto como se huye y no se afrontan los propios miedos. Como bien dices ante todo claridad desde el princpio, tener claro nuestros límites para que después no nos quejemos si las cosas no son como las habíamos idealizado. Buen tema para repentar un poco más. Un abrazo.

    1. El tema de la sinceridad tiene su qué. Igual que la autenticidad, hay quien lo confunde con ser hiriente o sádico. ¡Pero no van por ahí los tiros!

      Me encanta si he conseguido hacerte pensar con esta entrada. Un abrazo a ti también y bienvenida siempre que gustes.

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