Ser o no ser bloguero. Esa es la cuestión.
Y a partir de ahí, una pregunta: ¿El hábito hace al monje? ¿Uno nace o se hace bloguero?
Comenzaré por recalcar, una vez más, que me gusta hablar de las cosas que vivo y experimento directamente. Y en este caso, hablaré de mi experiencia siendo bloguero desde hace años, con ese estilo tocapelotas que tanto adora mi público.
Recordad que durante este segundo trimestre de 2018 estaré tocando las narices con los estilos de vida. Y como es el que más cerca me pilla, empezaré con el mío propio. 😉
Hoy me levanté especialmente puñetero con esas personas que me dicen que “soy bloguero” a bocajarro; ya que en la mayoría de ocasiones, por mucho que lo hagan desde su inocencia y con toda la ilusión del mundo, confunden el hecho de tener un blog con ser bloguero.
Vamos a hacer una pequeña reflexión conjunta con esa diferencia entre tener y ser, que ya va haciendo falta. Como muestra, este post de mi propio Facebook:
Es decir: lo que hoy vengo a contarte es que el bloguero es el huevo del que sale un dinosaurio… Y el que se abre un blog para tener presencia digital y ganar marca personal y visibilidad para su negocio sería la gallina.
Un fruto de la evolución que conserva y adapta un buen medio para desarrollar vida, si quieres verlo así.