| |

Ecología de la Atracción (1): Cambio, Valores y Amor Propio

Algunos dicen que tu viaje se nota en la forma que vives el presente.

Por ello, me gustaría hacer de este texto una historia sobre nosotros.

Específicamente sobre mí, pero especialmente sobre ti. Me gusta dar ejemplo practicando lo que predico, y predicando lo que practico. Vivir para contarlo, como dicen unos genios.

En cualquiera de mis perfiles tengo entre mis contactos a personas que me conocen desde hace tiempo suficiente; desde hace tantos años que pueden recordar (o eso creo, y espero) mi rechazo y descontento con el sistema, mi negativa a tomar alcohol de ninguna forma, y otras historias de vicios y virtudes.

También me vieron proclamar otro de mis pilares fundamentales: que no necesito formar una pareja para tener una vida sexual y sentimental plena… E incluso cumplir mi palabra, siempre sin mentir ni manipular a nadie (aunque algunos me tachasen de cabrón en esos momentos; por motivos tan graciosos como no poder evitar gustarle a una persona que ellos deseaban y tampoco poder evitar las ilusiones y pajas mentales de la otra persona, a pesar de haber dejado todo claro de buen comienzo.).

De hecho, todavía hoy se me ve hacer declaraciones similares, y vivirlas.

¿Es esa la imagen que tienes de mí por lo que lees y ves en mis perfiles? ¿Es la que tienes por haber coincidido conmigo en alguna ocasión? ¿Te suena de alguna conversación entre nosotros?

Esas mismas personas hoy saben que dejé de definirme a través de lo que rechazo… Y empecé a hablar de lo que busco y favorezco. Empecé a responsabilizarme de mí.

El cambio siempre llega; y te encontrará en el camino que tomas para hallarlo, o quizás en el que tomas para evitarlo

Las personas cercanas, o al menos las que se interesan por mi vida de algún modo…

Saben que me estoy formando para ser educador, que me gusta el vino, la cerveza y los cócteles curiosos. También, casi todos los que saben de mí conocen mi forma de ser en cuanto a la intimidad, que es igual de entregada que si la otra persona y yo fuésemos pareja… Y con los mismos despistes y cagadas, claro.

Y saben que no acepto compensar los miedos e inseguridades de la otra persona permitiendo los celos y otras estupideces.

Saben que creo en la responsabilidad de conocerse, guiarse y quererse a uno mismo… Y en la necesidad de apoyo y orientación cuando es preciso mejorar nuestra relación con el cambio, con nosotros y con los demás.

Eso no suena muy parecido a mi yo de 16 años.

Por aquel entonces quería ser independiente y ajeno a todo, a cualquier precio.

Y he estado peligrosamente cerca de la desolación. De alejar a todo el mundo de mí, sin remedio.

Pero eso cambió, porque encontré otra forma de expresarme, guiarme y hacerme cargo de mí mismo… Una más adecuada para mí, y menos sociopática. Una forma de colaborar y aceptar a los demás, que suelo acompañar del apellido «incondicional» o «sin juicios».

En realidad, el juicio se produce pero paso de aplicarlo cuando no es oportuno.

Si no me haces daño, ni te lo haces a ti, te dejo ser simplemente quien eres y te acepto así a mi lado. Si me dañas o te dañas a ti, te lo cuento y después me alejo para que hagas lo que quieras y debas. ¿Mejoras? Te acojo de nuevo, pero no me olvido. ¿Persistes? No mearía encima de ti para apagarte si ardes.

No te dejo tener más efecto en mi bienestar que el de los aportes nutritivos y las caricias.

Ni a ti, ni a nadie.

Rebelde, apasionado, rabioso defensor de mis posturas y creencias lo he sido siempre… Los medios y maneras evolucionan. Ahora, a mis casi 23, con un bagaje que muchos quisieran para sí (y saludables dosis de envidia sana por ciertos aspectos en los que otras personas tienen la libertad y experiencias que yo deseo, como la vida nómada); las cosas siguen siendo lo que son. Pero cambia cómo las afronto.

Probé cosas (como cualquiera). Encontré mis gustos y mis límites (más conscientemente que la mayoría, que se limita a buscar y evitar sin razonar). Establecí y corté contacto con mucha gente.

Abrí fronteras. Los límites los he tanteado y los he modificado tantas veces como ha sido preciso.

No es raro que esto sea así. Un proverbio dice que los mejores maestros se llegan a contradecir a sí mismos… Y que los mediocres tendrán siempre sentido y congruencia.

Así que, y como podrás imaginarte… Me he trascendido a mí mismo.

Y ese es el único referente que me procuro. Ese y mis deseos, mis principios, mis apetitos. Ellos saben guiarme a donde mi vida siente que debería estar. Y mi razón me ayuda a crear los puentes.

¿Haces caso de los demás?, preguntas.

A mi manera lo hago, te respondo.

Las influencias se reciben, pero su efecto lo decide uno mismo

Diariamente me llegan consejos de personas que quieren recomendarme o incluso llegan a dictaminar cómo debería ser, pensar y actuar para vivir bien y ser feliz.

No suelo hacerles caso. Cuando presto atención a lo que dicen, me fijo más en otras cosas… Cómo construyen sus ideas, cómo ordenan el mensaje, cómo lo transmiten, cómo se comportan.

No busco una conexión entre esas cosas… Pero me dejo inspirar por lo que me dicen. De instinto a instinto. De intuición a intuición. De esencia a esencia.

Si hay resonancia, reconozco lo bueno y bello de su mensaje.

Si no la hay, sonrío y sigo mi camino.

A veces, incluso, me permito dejar un mensaje de mi propia cosecha. No con la creencia de que vaya a servir para guiarles al cambio, aunque a veces me he sorprendido a mí mismo deseándolo.

¿Por qué comento, si no quiero criticar ni ayudar a cambiar?

Por la mera intención de que esas personas sepan que alguien, por un instante, los está sintiendo.

Y por eso paso totalmente de deciros cómo vivir.

Prefiero mostrar los beneficios de una vida satisfactoria para uno mismo…

Y que cada uno decida por sí mismo.

¿En cuanto a mí? Vivo como lo hago por la sencilla razón de que no le tengo miedo a la experiencia, ni tampoco me disgusta que una persona que se relaciona conmigo tenga sus mochilas llenas de historias personales (con todo lo que conlleva).

Ejerzo un arte complejo, como diría la señorita Valerie Tasso, que es el de ser feliz conmigo mismo. Y eso se contagia. La gente a tu alrededor deja florecer lo que son realmente, sin tapujos. Se sienten en paz para simplemente ser. El ridículo y la vergüenza son de nuevo amor propio y dejan de ser estigmas.

Hace años quise esto para mí. Hoy soy capaz de extenderlo a mi entorno. Y por suerte conozco personas que tienen la misma misión y esencia, o resuenan con ellas.

Mañana… ¿Llegaremos al mundo entero?

 ###

Si te ha gustado esta entrada, considera hoy más que nunca dejarme conocer tu historia. Puedes enviarme un correo, puedes responder con un comentario, y puedes buscarme en mis redes sociales para contactar conmigo si lo deseas. Te invito a conversar, pero tú decides.

Otra cosa más: me ayudaría mucho que compartas esta entrada. Si ya quieres hacerme un gran favor, suscríbete a mi lista de correo. Recibirás más escritos como este, tan pronto como los haya publicado, además de ventajas en exclusiva para suscriptores (como sorteos de plazas gratis en los cursos de LVEF y de ejemplares firmados de mis libros, entre otras).

~~

La imagen destacada es una foto de mi móvil. Suelo dibujar ojos, en cualquier momento y lugar (en este caso, en la mesa durante una clase). Por alguna razón, es algo que me atrae, y la verdad es que no lo pienso conscientemente… Pero me divierte.

Tiene su simbolismo… Pero explicarlo no será tan divertido como dejar que lo imagines.

Publicaciones Similares

4 comentarios

  1. Orgullo, emoción, sentimiento y algunas lagrimas de esas que contienen la mar salá.
    No se, que es un placer y que fue una suerte encontrarte en mi camino y que no fue casualidad que yo me encontrara en el mío después de aquello. Eso me alegra mucho. Y siempre me voy a alegrar de los que como yo, también se encuentren y si por el motivo que sea es gracias a ti o a LVEF pues eso que se llevan (como me lo llevo yo).

  2. Me pareció gracioso eso de ‘comentar es sexy’ es primera vez luego de muchos años que comento en un blog. Quizás sea porque de las entradas de los que he leído en ninguna me he sentido tan identificada como en esta.
    Me gusto mucho lo que escribiste y es porque tengo desde (me atrevo a decir) hace apróximadamente dos días llegan a mi cabeza pensamientos intermitentes sobre tomar decisiones responsables acerca de mi misma, de lo que pienso, hago, digo, actuó, etc.
    Solo quiero decir gracias por compartir lo que escribiste y más aún porque me ayudó en sólo una entrada a identificar y sobre todo resolver, de una vez por todas, varias molestias conmigo misma.

  3. Cuando uno se conoce hasta el punto de saber qué quiere de la vida, sea la edad que tengas, un cambio maravilloso en tu vida ocurre. Me encanta saber que en ti llegó siendo tan joven y que has podido encontrar la manera y la forma de compartirlo con otras personas. Algunos hemos vivido la vida de una manera propia pero no teníamos idea de cómo etiquetarlo o si era necesario o no hacerlo y mucho menos sabíamos cómo definirlo, por eso siempre viene genial conocer otros puntos de vista y ver qué tantas semejanzas hay con lo que uno piensa y siente de la vida 🙂

    Gracias por compartir y sigue el camino que te haga feliz siempre 🙂

    1. Llegó en forma de rebeldía, de abandono del sendero marcado, de incredulidad y recelo por parte de la gente de mi entorno (acompañada de curiosidad y con el tiempo de admiración)… Llegó, que es lo que importa. Porque suele llegar, a no ser que estés muy cómodo con todo tal como viene y no necesites actuar para nada en tu vida. Empezar a compartirlo fue por ponerme a conversar conmigo mismo, y pensando en que mis monólogos quizás le sirvieran a alguien aparte de mí. De otro modo, este blog sería como son los de algunas de mis amistades: secreto y privado.

      Gracias por acompañarme en el camino. 🙂

Responder a Diana Garcés Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *